44 REPERTORIO AMERICANO Poemas de Federico Manso Después al mar.
El sortilegio de las aguas profundas te navega en el alma.
Jugaste con barquichuelos de papel y no sabías nadaLos pulmones se agrandan.
Tengo una potencia en las manos que no quieren caerse a los bolsillos. En la grúa de los hombros un maravilloso porvenir imaginarioLa nariz va dispersando moléculas tibiasinvisibles plumas de canario.
Ahora: te llama el océano desde la voz ronca de sus tempestades desde las llanuras inmensas desde las velas henchidas de las naves.
Nos place hoy presentar a un poeta nuevo de Chile: Federico Manso (nombre supuesto. Nos encia estos poemas su buen amigo, LEONARDO SOMBRA (también supuesto. Dice Leonardo, desde Santiago de Chile:. si hoy salgo de mi retiro silencioso enviando mi palabra, timidamente oculta dentro de este sobre, por toda la longitud de América, es para llevarle ahora sí con los brazos en alto el nombre y el espíritu de un adolescente, alma de selección, nuevo cofrade de la santa cofradía de la Belleza.
Federico Manso, tin muchacho, casi un niño, debe ser ya pregonado por el mundo intelectual de nuestra América. Los finos quilates de su obra autorizan para hacerlo. Sea Ud. don Joaquin, el que con sus nobles manos tire la cuerda que ha de hacer vibrar los bronces del campanario más alto y más bellamente luminoso de nuestra tierra americana, anunciando la aparición de un nuevo poeta, la llegada de un nuevo hermano, el Ben.
jamin, de la santa cofradía de la Belleza. Sea, pues, nuestro Repertorio, campanario sonoro y luminoso, el pregonero de Federico Manso.
Sentimos un gusto especial en tenderle la mario a estas alınas adolescentes de nuestra América, que en nosotros creen y que nos buscan. Comprens damos, sirvamos, honremos a estas almas nuevas, Ilmpias, con sinceras inquietudes de belleza; hoy, como antes. Pero digamos también que nos hicieron daño algunos mozos de sombrios designios que a veces se nos arrimaron y de nuestra benevolencia disfrutaron. que los hay asi, por desgracia. quien lo dudaría. vuelves.
Siempre vuelves.
Tarareando la misma canción marinera. Mientras las gaviotas se enredan en los mástilescomo los últimos besos desde tierra.
Mañanita Puerto El día se ha vestido con plumas de canario, tímidas se derraman en los cerros.
En las calles solas, como mujer abandonada, las acacias desvisten sus olores tiernos.
Hora de las moscas en los vidrios y de los relojes estúpidos.
Las cosas se miran atónitas e indecisas.
quisieran hacer algo y no se atreven.
Parece que Alguien tuviera una mirada dura sobre todo y nada se atreviera a moverse.
Bostezo enorme se abre en las ventanas.
Los brazos de los sillones querrían espantarse una mosca.
Nada.
Todo permanece triste y quieto como la mirada de los hombres enferinos.
Un diario desmayado en vna mesa.
Hora de las moscas empecinadas contra los vidrios.
El silencio se acomoda entre las grallas de la escalera.
Una mujer teje un vestido rosa al nene, se aburre porque se equivoca siempre al contar los puntos, el tejido. cae silencioso Al suelo.
Una. Dos. Tres campanadas. Hora de los relojes estúpidlos!
En las piedras cuadradas de los muelles donde los inarineros dejan su promesa, yo estuve alguna tarde.
Las grúas sa gibaban en una dolorosa canción de nostalgia.
Por el camino de luz van galopando risueñas las campanas y despiertan la cachin ba soñolienta de las fábricas.
Los lanchones grises. aburridos siempre como el libro entre inis inanos.
Los tejidos se desperezan en los palos de las antenas, y en el pestañeo de postigos se filtran miles de plumas de canarios.
Bostezo de las chimeneas en espirales largos.
Por la calle me voy con los zapatos dormidos.
La brisa esmerila sensaciones en mi rostro.
Hay una vieja tristeza anclada en la negrura de los puertos, por la tarde.
Los barcos se han ido.
Todo quisiera alejarse.
Un tranvía. piedra que cae en la laguna. pasa por el silencio de la calle larga.
Como corpiño de mujer, me oculta una tibieza la cortina blanca.
Goterasi. el agua llora donde estuvo amarrada la sombra de los barcos.
Estar pensativo, no quiere decir precisamente, estar pensando algo.
Oscurece.
Hombres de rostros fatigados cantan.
La mayor oportunidad de muchos actos proviene de su desoportunidad.
Romancillo a las noches de luna Angustia de alejarme(Envio del qutur)
Porque el champagne es un licor caro, se idearon copas especiales donde servirlo; pero.
las copas resultaron más caras que el chainpagne.
Silenciosa y triste la negrura de los puertos en la tarde, Marinero Los estúpidos son como el papel secante; escuchan algo, lo asimilan en forma borronienta y luego lo repiten al revés.
Tu canción se ha quedado rezagada junto al humo de las chimeneas.
Las gaviotas que se enredaban en los mástiles eran como los últimos besos desde tierra.
Ven, amada mía de los ojos negios, y en las noches claras juntitos soñemos.
He leído en libros, en libros muy bellos, escritos por hombres de soñar enfermos, que al amor que presta la luna destellos no se olvida nunca: es amor eterno.
Ven, amada mía de los ojos negros, y en las noches claras juntitos soñemos. te diré las penas que llagan mi pecho, te diré que te amo, con mis labios trémulos.
Ese borracho alegre, divertido, que dobla su cuerpo en un equilibrio inverosimil, no cae al suelo porque va afirmado en su optimismo.
Sería absurdo ver a un optimista derrotalo por la ley de la gravedad.
Otro sol. Otro país. Otras mujeres.
Tú siempre serás el mismo, marinero: tristeza de andar errando y no tener el calor del mismo seno. No se ha fijado Ud. en la plnya, en esos señores gordos, enormes como boyas, que se banan agarrados al cordel?
Tienen la ilusión petulante de que podrán irse a fondo algún día, Cantas.
En los puertos lejanos, desciendes con ojos curiosos y ansias de emborracharte; al fundirte en caricia bestial con otras hembras. piensas que acaso sea la misina que dejaste.
Si a un hombre inteligente se le pregunta su opinión sobre las mujeres, contestará una tonteria. precisamente porque es tin hoinbre inteligente.
Santiago de Chile 1929.
Gervasio Espinosa.
Buenos Aires, Dio. 1929. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica