Carmen Lyra

Repertorio Elmericano Tomo XXI SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1930 Sábado 13 de Settembre Año XI. No. 506 Núm. 10 SUMARIO Leonardo enc Richarıl Byrd Pedro Henriques Ureña La impasibilidad de Goethe.
El testimonio de Goethe.
El quid.
Somos un pueblo sin generaciones vigilantes.
Como se quiere que sea Costa Rica, blanca o negra. Canto a Costa Rica.
Bibliografla titular.
La reforma educacional en Chile.
El primer vuelo sobre el Polo Sur.
Enrique José arona Juan del Camino Jone Guerrero Salomon de la Selva Magda ortal Carmen Lyra No es peligroso volar.
Salomon de la Selva.
Concurso de Eur india en homenaje Al Libertador Simón Bolívar con motivo del Primer centenario de su muerte.
Pablo Presbere.
Tablero (1930. Horacio Expinosa Allamirano y Diego Cordoba Teodoro Picado La impasibilidad de Goethe 3 Todo gran hombre es un problema ante el cual nuestra curio.
sidad no puede sentirse satisfecha, sino una vez que ha encontrado su solución psicológica. El que, todos rondemos con tanta insistencia en torno de las cimas humanas, no es, no puede ser una mera curiosidad. Naturalmente que existe la curiosidad del vulgo, que se alimenta de la anécdota vanal o escandalosa; pero, hay otra curiosidad, de un orden es tético y filosófico, que no es la chismografía, ni el gusto del escándalo y que hace del instante en que queremos saber como se conquista la perfección o cuales han sido los esfuerzos y las pruebas a que ha estado sometido el genio para llegar a su máximo florecimiento. No siendo el producto del cerebro humano, ni un juguete, ni un entretenimiento, sino una proposición para el filósofo y una confidencia para el poeta, tenemos el derecho de comprobar la confidencia y de asegurarnos que la proposición no es un engaño. Porque ¿qué vale un sistema moral, si él no ha logrado aportar la tranquilidad, ni la convicción a aquel que lo ha construído? ¿qué vale una confesión si ella no es verídica? La mentira es más odiosa aún en el arte que en la vida y si jamás el pensamiento puede igualar a :la acción, es solamente cuando nos da una imagen de la verdad.
De ahí que para apreciar el valor intrínseco de un autor, no pueda bastarnos la obra misma, sino que necesitemos conocer las circuns. tancias de su vida y las particularidades de su naturaleza; de otro modo nos será imposible saber si la obra estudiada es un producto de su idiosincracia o si es sólo un encandilamiento bastardo.
Además, pensando en la emoción que, en sus horas de soledad y de melancolía y según las nece.
sidades del espíritu, pueden experimentar esos jóvenes que leen una página de Pascal, un capítulo del IVerther, un lied de Heine, una escena de Musset, una confesión de Stendhal o un ensayo de Barrés, nos queda el recurso de invocar el derecho sacrosanto de la afección, puesto que no existe admiración sin amor. El amor es, pues, el que nos lleva a querer conocer mejor a esos hombres que llenan de satisfacciones nuestra alma, y el que nos empuja hacia el escrutinamiento de sus más herméticos secretos.
Tal es lo que le aconteció a Juan Wolfgang Goethe con sus contemporáneos. Entre los años de 1790 y 1830 en los que el autor de Fausto llegó a ser el homo europeus por excelenciano hubo una sola de las personas que se interesaran en las cosas del arte y del espíritu, que no ansiase conocerlo. Napoleón mismo no resistió a un tal deseo, acogiéndolo con aquellas célebres palabras. Sois un hombre, todo un hombre. que Goethe consideró como las más elogiosas y las más profundas que hubiese recibido de boca humana, La luminosa compilación que Paul Amann y Jorge Walz acaban de hacer de la mayor parte de los relatos y conversacionesque yacian esparcidos en viejas revistas y en viejos libros de cuantos visitaron a Goethe, nos ha permitido penetrar, como por un puente de oro, en el interior de aquel espíritu que fué la imagen viviente de la curiosidad y sorprenderlo en la edénica desnudez de su alma, sin la máscara que el mundo lo obligaba a ponerse.
Se sabe que lo que constituye el valor universal de Goethe es su impasibilidad; impasibilidad olímpica que lo hizo cernerse, como un dios, por encima de las miserias y las pasiones de la existencia y que lo transformó en la autoridad y en la enseñanza de ese arte sereno del cual su vida fué la expresión suprema. Una tal modalidad, que en lo que ella El testimonio de Goethe (En Egmont). Bien sé que la política rara vez puede mantener la fidelidad y la buena fe; que excluye de nuestro corazón la franqueza, bondad e indulgencia. No prefiere un pueblo ser gobernado a su manera, por los suyos, que no por extranjeros, que primero tratan de adquirir bienes en el país, a expensas de todos, que traen consigo una extranjera regla de gobierno y dominan sin benevolencia ni simpatia. Así sois vosotros, los ciudadanos! Vivis al día; y una vez que habéis heredado de vuestros padres vuestro oficio. Pasa a la página 118. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica