France

REPERTORIO AMERICANO VIA IJO Carlos Pellicer EL poeta, Carlos Pellicer llegó Hora y veinte con Carlos Pellicer pronto nos entenderemos. Así, a París desafiando al rudo línea a línea, nació su libro noviembre francés con esguinces De Revista de Revistas. Méx.
Hora y 20. Lo fuí conociendo de torero: capote al brazo, sin bajo los crepúsculos color de chaleco y en traje de Palm Beach. Venía malva y de violeta del Otoño, al sol del convexo hacia la femenina ciudad, miáspero Verano y entre las flores que diendo desde toda la altura y todo el esperan novio en Primavera. una ímpetu del Iguazú la cascadita del Bosmedia noche, al influjo de unos agresivos que de Bolona. Para él, París no valía cocteles acabados de inventar por Tono una misa: apenas un amén. Ahora vale Quintanilla, hasta declamé las carnoseis, siete poemas.
sas Variaciones sobre un tema de viaje, No nos conocíamos antes. Por eso, acodado a un piano, ni más ni menos cuando me encontró en el despacho de que si estuviera luciendo el chaqué en Alfonso Reyes, al día siguiente de su cualquier velada de la muy doméstica llegada, me dio un abrazo y me dijo: Colonia Santa María. Mucho gusto, Carlos Roel! Debo Pudiera creerse que ese título: Hora confesar, humildemente, que no soy Cary 20, es una alusión a los momentos los Roel. Añadiré que Carlos Roel no es de silencio que, en las conversaciones, yo. Somos dos personas distintas y un marcan el paso de un ángel, y que, según solo poeta verdadero porque yo no soy cierta teoría de André Maurois, cara a poeta. Sin embargo, cuando llegue a Agustín Loera y Chávez, ocurren siemconocer a Carlos Roel, a mi regreso a Méxipre cuando faltan veinte minutos para co, es probable que acabe por no saber la hora, o a la hora y veinte. Pero es quién es cada cual. De ello tendrá la culpa sólo el tiempo que Carlos Pellicer tarda Carlos Pellicer, que sembró en mi espíen leer su libro, en pie; sentado como ritu la duda pirandeliana. Según él y enseña la teoría de Vasconcelos. tarda según el extático vate Frías, Carlos más. Cada lector, pues, debe retitular su Roel y yo nos parecemos mucho. al ejemplar, cronometrando exactamente el clon Enhart. Pero tiene eso tal airecillo tiempo empleado en su lectura. El título de epigrama.
tiene la elocuencia de las señas de los Aquel mismo día, Carlos Pellicer almorpasaportes, la exactitud con que se define zó en la mesa de Gonzalo Zaldum bide, a los cañones. En esa vía cuyo indiscuMinistro del Ecuador en Francia. Pero tible Colón, en la literatura, ha sido Carno fué el diplomático, sino el estilista los Pellicer se abren perspectivas ilimidelicado, el crítico agudísimo, el amivisto por El Abate Dendoza.
tadas; así, cierto cineasta de extrema vango incomparable, quien nos recibió con guardia tituló una film de extremo romanesplendidez sencilla, como otras veces, Carlos Pellicer, mudo, sacudido por el ticismo: y 2, 11; el ancho y el largo entre sus bibelotes finos y sus muebles firmados por grandes maestros del arte vendaval de ideas, rebotaba de cuadro de una película Kodak. No veo por qué, en lo futuro, no habría de titularse un en cuadro. las seis de la tarde, en fin, decorativo. La charla fué la que es de Carlos Pellicer regreso a la realidad: el libro: 420 gramos. bien: 227 págiimaginarse entre comensales como el aún: Santa Maria Roma, aluasfalto de la Rue La Boetie. entre el anfitrión, nuestro Alfonso Reyes, el caridiendo al espacio que puede recorrerse caturista Toño Salazar, el «filósofo cubisestruendo urbano, recobrando la palabra, en tranvía durante su lectura.
ta» León Pacheco, el ensayista ecuatoperdida durante cinco horas, clamo: riano Antonio Quevedo, los pintores. Ahora llévame a un establo. Yo Por supuesto, yo hubiera querido hacer Manuel Rodríguez Lozano y Julio Casquiero ir a un establo. un ensayo sobre Hora y 20, en lugar de este anecdotario sobre su autor. Pero tellanos. Desde la síntesis al chisme El poeta restablecía así el equilibrio no es fácil dar una vuelta de turista recorrimos todo el ámbito de la crítica y derrotaba, con la flor de su ironía, al meticuloso en torno a la poesía un poco literaria. Con diente suspicaz, Carlos Petorbellino inteligente de Paris.
llicer descubría los flageolets Ese grito admirable decidió nuestra hermética y cargada de intenciones. frijoles de Carlos Pellicer; se tarda más que en muy finos de color de jade. y los crosnes amistad. Esto ha simplificado bastante dar la vuelta al mundo. Terreno fragoso: nuestro trato. Ha condescendido a reco legumbre japonesa en forma de gusano nocerme «algo de genios. Además, he cada día ganamos un descubrimiento: de maguey. y, con oído receloso, ismos inesperados, genios antes anónimos. Su averiguado que aquellos versos: Además, la personalidad del obrero se sobrepone, por más afín, a la atracción tenedor le anclaba sólidamente en lo El ronco ruido de la rauda rueda de la obra, y el demonio de lo pintoresco real. La Torre Eiffel inmediata, nos hórrido ruge rispido resuena, me empuja por la enjabonada pendiente duchaba de electricidad.
de la anécdota. Tal vez esa luz lateral De la centelleante sobremesa mien que basado en la autoridad de Manuel ayude a comprender al poeta, si no a su tras el Raspail y el Cointreau, licores Horta, yo atribuía a la Salutación a Sal poesía.
nuevos a su paladar, avivaban la des rador Rueda, no son de Carlos Pellicer, Una tarde, durante el entreacto de un confianza de sus sentidos, y la victrola Esto me hace suponer que deben ser de concierto en el Teatro de los Campos de palisandro y bronce cincelado espol. Manuel Horta. menos de que sean Elíseos, desde el balcón del foyer descuvoreaba, en nuestro debate sobre la filo míos; no sé. todo esto es tan complicado! brimos en el vestíbulo a Isadora Duncan, sofía contemporánea, el langor en sordina Por añadidura averigué que Carlos Pelli cubierta con un chambergo de terciopelo de los tangos de moda, Carlos Pellicer cer no llamó a Rueda «raro espíritu grisperla y envuelta en un chal flotante pasó al deslumbramiento de una exposi fraterno. decididamente, Manuel Horta, como el que había de asesinarla, por una ción de obras de Bakst, que lo dejó dal acicular humorista envenenó mi can de las más crueles burlas del Destino.
toniano. Mientras los demás barajábamos didez. Carlos Pellicer se despeñó escaleras opiniones sobre la pintura de la «escuela Una tarde, Carlos Pellicer me leyó su abajo para «ver de cerca» a la gran de París. incensando a los ídolos comu primer poema de París: Las estrellas dan artista, enorme y pesada ya, en ruinas nes, Carlos Pellicer se quemaba muda zan. Estábamos hundidos en la nieve hasta cual un templo griego.
mente de acuarela en acuarela. de más arriba del tobillo. El jardín del Lux Esa anècdota subraya su curiosidad Bakst pasamos en grupo, a una expo emburgo, desolado y lunar, nos daba me fundamental; para Carlos Pellicer, como sición de cuadros de Modigliani: desnu táforas como edelweiss. Yo trazaba con el para Teófilo Gautier, el mundo exterior dos femeninos, inmóviles de espasmo, bastón letreros patrióticos, en mayúsculas existe. Necesita ver, oir, oler, gustar, anegados los ojos en las luces turbias bien dibujadas: Jalisco nunca pierde o vi tocar. Ha logrado sus más brillantes del éxtasis. La admiración se resolvió va Tacuba de Morelos. comenzamos a aciertos cuando ha transcrito en en nutrida discusión estética, mientras discutir sobre poesía; hace tres años, pero (Para a la pugina 95. nas.
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