REPERTORIO AMERICANO 303 Manera del poema a los perros y los cabritos a sus madres, Melibeo. Oh viejo afortunado! Tus Nelibeo. Titiro, tú recostado bajo el así solía yo comparar lo pequeño a lo campos pues, durarán. bastante gran. cubierto do una descogida haya, practigrande. Pero ésta ha alzado la cabeza des para ti, aunque todo sea desnuda cas tu silvestre musa en tenue avena; entre las otras villas, cuanto lo suelen piedra, y el pantano cubra de cenagonosotros dejamos las tierras y los amalos cipreses entre los flexibles mimbres. sos juncos los potreros. Los pastos. Jesbles campos de la Patria, nosotros. huiusados no pondrán en peligro a tus maMelibeo. qué tanta causa tuviste dres preñadas, ni las dañarán los malos mos de la Patria; tú, Titiro, remniso en de ir a Roma?
la sombra, enseñas a los bosques a que contagios de los rebaños vecinos. Oh canten a la hermosa Amarílide.
Titiro. La libertad; que aunque tarda, conocidos y los veneros sagrados, requeviejo afortunado! Aquí. entre los ríos Titiro. Oh Melibco, un dios nos hizo volvió empero el rostro al desidiosorirás el opaco fresco. De un lado, sobre estos descansos. pues que él será siemcuando ya la barba me caía bien blanca el lindero vecino, el seto que siempre al rasurarme. Pero volvió el. ostro. y predios para ini; frecuentemente el te solicitó. Jibado en las flores del sautierno cordero de nuestros oviles mojará después de largo tiempo vino; después su ara. Él, como miras: mie ha permitido de que Amarílide nos tiene, y nos dejó cedal por las abejas de. Hibla, te solicitará a menudo a probar el sueño; del Galatea. Porque, lo declararé pues, mien.
que vis vacas yerren, y que yo mismo tras Galatea me tenía, no había ni esotro, el podador cautará a los vientos toque lo que quiera en mi cana cambajo la alta peña; y en tanto, ni las peranzas de libertad, ni cuidado del pesina.
peculio. Aun cuando salieran muchas roncas palomas, cuidado tuyo, ni la tórtola dejarán de gemir desde el elevado Melibeo. No lo veo mal ciertamente, víctimas de mis setos, y. pingüe queso antes lo admiro: hay a tanto extremo se batiera para la ingrata ciudad, nunca olmo. evolución doquiera en todo campo. Hé, jamás me volvía la diestra a Titiro. Por tanto, antes serán apaque yo mismo llevo triste a mis cabri gada de dinero.
centados los ciervos en los aires, y los las adelante, y aún a ésta apenas la mares abandonarán en la playa a los traigo, pues aquí entre los densos avc Melibeo. Yo extrañaba, oh Amarílide, peces desnudos; antes, atravesando las llanos parió ha poco y dejó en la desporque invocabas triste a los dioses; tierras de uno y otro, beberá el Parto nuda piedra unos mellizos, ay, la espepara quién dejabas colgar los frutos de en destierro el Saona o la Germania ranza del hato. Si mi cabeza no hubiese su propio árbol: Titiro estaba fuera de el Tigris, que el rostro de él decaiga de sido torpe, recuerdo que esta calamidad aquí. Los nuisinos pinos, oh Titiro, los nuestro pecho.
me la predecían frecuentemente las en mismos arroyos, éstas mismas arboledas cinas tocadas del cielo; frecuentemento te llamaban.
Melibeo. Pero de nosotros, uos ireinos de aquí a los sollieutos africanos: nte lo predijo la siniestra corneja desde el roble hueco. Pero, on todo, dime, Delibeo. Qué había yo de hacer? otra parte llegaremos a la Escitia y al Titiro, quién es ese dios?
En otra parte ni me era posible salir Oaxis que arrastra creta, y a los britá de la esclavitud, ni conocer a dioses tan nicos, divididos enteranente de todo el Titiro. Oh Melibeo, yo, tonto de mí, poderosos. Aquí, oh Melibeo, ví a aquel orbe. Acaso jamás, viendo después de creí que la ciudad que llaman Roma era joven, en cuyo honor nuestros altares largo tiempo mis tierras patrias y el parecida a esta nuestra a donde acos humean doce veces al año. qui primero techo de mi choza, fabricado do césped, tumbramos los pastores llevar a menudo me dió él por respuesta al solicitarle: reino mío, admiraró después algunas las tiernas crías de las ovejas. Como «Muchachos, apacentad vuestros bueyes, espigas? Estos novales tan labrados los sabia yo que los cachorrillos se parecen como antes, y criad vuestros toros. tendrá el innpío solclado. Estas siemcasa. carPoesias Envio del autora La palabra del camino pavimentado lluere tristeza en la lluvia el camino nuevo, limpio, reción abierto para los que no siembran se ba tondido en los campos para los que no tienen las semillas cscondidas en los surcosl estido de cementopara los que no verán los kilómetros como una estatua alegrarse con la borrachera de las cosechasque al fin ha sido descubierta y cdita a todos los vientos su belleza para los que no tienen cañales sonoros café de hojas oscuras y plateadascada curta es la puerta maizales autóctonos de un paisaje nuevo la lluvia es de todos los árboles tan contentos como niños y sólo trae fina riqueza lo saludan a los que tienden sus tierras como una mano en las mañanas aurcas db lo acarician los pies de las campesinas agua me laña en la nostalgia de 10 tener patria la llur ia no es mía que van a los cafetales en un friso clásico y nacional es de los dueños del paisaje.
Si tuviera aeroplano bubiera visualizado su cuerpo todo panzaNoviembre como un budba monumental la cortina de agua que vela los isajes camino nuevo sendereado de silencio neurasténicos de octubre en las noches parece que te han pavimentado con luna.
se levanta al soplo, loco de diciembrelas páginas de los libros se vuelven El agua salvaje en la boca tiene uno un sabor de esperanza cl viento se mete basta el corazón el agua salvaje que domestican las ciudades los cuerpos quieren salirse de los vestidos trae paz en su caida el viento los esculpe a pesar del oro eléctrico del rayocon una sensualidad vital las hojas tiemblan deporte. amor. filosofia con la sensualidad teológica de las llamas todo se vuelve dulce.
Francisco m inghetti San Jose, Cuotu Kicu. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica