262 REPERTORIO AMERICANO De Carlos Sabat Ercasty IX Nubes. Oscura cólera. Costa gris. Mar potente.
Lluvia y llovizna entre el azote de la racha.
Islas de sombra y llanto partidas por el hacha de la ola. Relámpagos y huracán en la frente. allá, en el viento, el árbol de la nave. Presiente más lucha el corazón, y el furor le remacha los golpes. Ruge el pecho. La tempestad se agacha tenaz, para estrecharme y arrancarme del puente. Oh deseos y júbilos. Oh esperanzas extintas!
Crinadas olas agrias y de revueltas tintas estrellan en la proa su alarido salvaje.
Mi carne va a doblarse como un metal cansado.
Pero no, porque el mástil como un dedo ha apuntado una estrella, y el barco grita en mi horror. Coraje! Tú pasabas la mano, sensiblemente breve, sobre los cielos de mi frente fatigada, y mientras le rozaste tu flor maravillada mi frontal derretía sus cúpulas de nieve.
Yo contaba una a una las rosas de la leve mano. de una en una la mano delicada iba tocando estrellas en mi frente extasiada. cóino ese recuerdo mi corazón conmueve!
Sólo un desear sin fin dejó esa primavera de tu amor. Tú no puedes creer en tantos astros, ni buscas en tus manos la rosa y la quimera. tal vez en la frente queden celestes rastros. tal vez en tus dedos florezca la tristeza. Ven, y pasa tu mano por mi pobre cabeza. LOR Adioses. Palacio del Libro. Montevideo. Señor Garcia Monge: Le cuento que he sido favorecido con el envio de un nuevo libro de versos del gran cantor del Mar: Carlos Sabat Ercasty, Los Adioses Interludlos al modo antiguo. Para recreo del selecto público del Repertorio Americano, me permito enviar a usted las piezas IX y de este tomito del benévolo, del distante amigo. Le saluda afectuosamente. Coto.
San José, abril 230.
no sé ESTA sta noche al volver de la Fiesta de Bigotes picacho de roca pelado, recordó la sonArte (así rezaba en programas y carrisa en la cara de Bigotes.
telones. el recuerdo de Bigotes ha sur De Las fantasias de Juan Silvestre. Cuántos años contaba, cuando yo lo gido en mi memoria como para equilibrar el disgusto del ánimo. He traído Surgia de pronto de la montaña, y al conoci? Entonces a mí me parecía un verlo se tenía la impresión que era un viejo; ahora pienso que debía tener unos de la tal Fiesta de Arte, como untado de vegetal que había echado a andar.
cuarenta años lo más. Hablaba muy miel el espíritu, y perseguido por las ¿Por qué el apodo de Bigotes, si apepoco; sin embargo, cada vez que decía moscas. Así me lo puso el desfile de nas le cubrían el labio superior unos algo, mi imaginación de niño se sentía poetas y oradores por el escenario del pelillos largos, lacios y delgados que él impresionada y sus palabras me dejaban teatro, con su fraseologia desvaida salrespetaba como si se tratara de un esuna multitud de sugerencias. En una picada. de metáforas chillonas. Sobre peso mostacho?
ocasión me invitó a pasar unos días en todo este pequeño profesor de literatura Era más bien de apariencia insignisu rancho.
que también es poeta. Cuántas cosas inficante a primera vista: bajo, moreno Mi tío Manuel debía saber a qué atecoherentes y acarameladas dice,. acomcurtido por las intemperies, cenceño, de nerse, cuando me dejó aceptar la invipañándose de largos gestos que termimiembros finos. Nadie al verlo hubiera tación. a pesar de los comentarios de nan en unos dedos curvados hacia arriba dicho que había acabado con los peones sobre las muertes que debía en forma de flor! Una vez más ha sacuántos tigres. Mi tio Macuel me contó Bigotes, yo no tuve miedo y partí con cado a relucir la parábola de Tolstoi que la gran cicatriz del pecho era el el hulero.
con su Cristo que sabe ver en la carroña de un perro los dientes semejan dido el esternon. Pero la fiera había zarpazo de un tigre que le había hunA día y medio de la finca estaba el rancho de palmilera, muy bien construído, tes a perlas; los lirios del evangelio que muerto con el puñal de Bigotes suaa la orilla de una quebrada. Parecía que no trabajan ni hilan y la hermanita ve y rápido como una víbora. enel hombre se quería fijar definitivamente Pobreza y los hermanos pájaros de San tre el corazón. El hulero había es en aquel lugar. Descansaba la choza en Francisco. No contento con su discurso, tado entonces a punto de irse de la vida.
bases altas y el piso y las paredes eran nos ha perseguido luego a la salida, con Mi tío Manuel se fué a cuidarlo al rande tallos de la palma muy bien unidos sus teorías sobre el amor y el dolor y chito de dos aguas, de bijagua y cola por medio de bejucos. El techo estaba sobre estética. Yo no sabía qué hacer de gallo que entonces tenía el hulero cubierto de hojas, pero no caía dentro ya para no retorcer el pescuezo a esta en el corazón del bosque. Allí lo veló la menor gotera. Todo esto lo había hechachalaca lírica.
durante quince noches con la Carmela, cho Bigotes sin ayada de nadie, soln, La figura silenciosa de Bigotes el hulero nicaragüense que conociera de niño, la mujer que vivía con Bigotes, miensolo. un ladito del rancho había un tras el león rondaba la vivienda se lo pequeño cercado de uno dos metros cuaha venido de la época lejana a pasar veian brillar los ojos en la oscuridad a drados de superficie, limpio de toda yerba, sus gestos tranquilos. semejantes a los través de la empalizada y oían pasar con una enredadera de flores azules adorde las plantas movidas por la brisa, sonumerosas manadas de chanchos de monte nando el vallado y una cruz tosca de bre mis nervios aturdidos por la pala perseguidas por el tigre. Bigotes guar: madera la sombra de un hibiscus o brería de todos estos poetas y oradores daba por mi tío una profunda gratitud, clavelón de flores bermejas. Ahora reen smoking y botas de charol. Cuánto cuerdo las flores de este hibiscus como más interesante y sugestiva era para mí que nunca se tradujo en palabras sino en actos.
unas moñas que la alegría dejara caer la memoria de este trabajador callado, Los peones decían que debía dos muer allí al pasar volando sobre la selva.
con su camisa manchada y llena de tes.
Vivía en la soledad más absoluta, sin desgarrones, sus pantalones remendados, La voz de Bigotes era suave sin ser la compañía siquiera de un perro.
sus botas enlodadas y oloroso a selva.
femenina. Algo así como la transición Los huleros de por estos lados viven entre el silencio y el ruido. Tenía una casi siempre solos. Ni perro tienen, por Entonces yo contaría unos doce años. dentadura hermosa, blanca, pareja; no que el león lo persigue y acaba por coLa finca de mi tio Manuel en Gua sabía lo que era un dolor de muela. mérselo.
piles y Bigotes apareciendo de cuando Sonreía muy pocas veces, pero cuando El claro donde se hallaba el rancho en cuando con su cargamento de hule. sonreía, se le iluminaban con el brillo era un punto rodeado por la selya. Ha.
Su saludo se limitaba a tocarse el de los dientes, las facciones duras y se bía que estar atajándola diariamente con sombrero si traía sombrero, y si no, a cas. Recuerdo que en una ocasión al ver el machete para que no lo ahogara.
un sonido cualquiera.
un rayo de sol vespertino encender un Nos acostábamos al anochecer protegi Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica