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REPERTORIO AMERICANO 63 dencia es el espectáculo que a sus ojos escrutadores se presenta; viciado, difícil de respirar es el ambiente que le envuelve; débil y rota la voz nacional que escucha es la voz del Agotamiento. Pero como, a pesar de todo, en medio de ese desbarajuste, tras tantas crisis, después de tantos fracasos, en el fondo de la cutraña de la raza hay algo que alienta y vive y que evitará un hundiiniento definitivo.
Es el genio hispánico que alimenta fuentes insospechadas e inexhaustas de energia vivificadora y salvatriz. Alli tiene su origen ese hermoso optimismo saludable que orea perfuma las obras de Galdós. Al narrarnos él las pavuras del Terror de 1824. los fragores de la Tormenta del 48, las miserias de Los Duendes de la Camarilla, las desdichas de la de los Tristes Destinos, las angustias de La España Trágica, el fracaso de la Primera República, siempre hay algo que se salva, que permite fundamentar un anhelo, fincar wa esperanza. Esa fe y esa esperanza son los dos grandes motores que, poniendo en acción a todas las fuerzas creadoras de la raza, han podido hacer posibles las palingenesias magníficas de la vieja y gloriosa España eterna.
En las Novelas Españolas Contemporáneas está encerrada con todos suis matices, relieve, colorido y movimiento la vida de la clase media, del estado llano español, de la burguesia. De esa triste burguesía española, sin independencia económica, dependiente siempre si vida de otras vidas; pobre clase cobarde humillada ante los de arriba y desdeñosa de los de abajo. Víctima de todos, y de su vanidad y de su abulia y de esa cosa terrible que es «el quiero y no puedo. Esta clase media cuán distinta se muestra en los libros de Balzac Baladas (Envio del autor) Balada del Marinero unidos en rouda clara, por Rabindranath Tagore diremos una balada.
La noche era como un árbol con claros frutos de estrellas.
El marinero cantaba, embria do de tristeza. Amarga vida del mar. Dulce vida de la tierra. La noche era como un árbol con claros frutos de estrellas.
El marinero vagaba por la ciudad vasta y densa, dolorido de placeres, con el alma fria, estrecha. la voz del corazón le decía con tristeza. Dulce vida de la mar. Vida amarga de la tierra. La noche era como un árbol con claros frutos de estrellas.
III. Balada del poeta vagabundo Llevo por mi larga senda una balada en los labios, una sonrisa en los ojos y el corazón en la mano. Trae el recuerdo una pena?
La pena olvido en mi canto.
Llevo por mi larga senda una balada en los labios, que en los libros de Galdós! En la Comedia Humana se presenta como el nervio y sustruic.
tum de la nacionalidad francesn. con su amor a la vidn fácil y cómoda, con su bonbomir sin grandes dolores ni granes a egrins, con su desarrollado instinto de ahorro y dle bastarso a si mismo, formando el tipo más acusado ile la democracin. Cada familia con su parola y con su huerto, con su tienda o con sil almacén, con el oficio o la profesión de sus ancétres, lnciendo lo mismo que estos hicieron, es decir, llegando a un nivel de vida conocido ya de antemano, sin preocupaciones ni aventura, en una búsqueda de especialización profesional a través de las edades, ha llevado la ciencin y la cultura de Occidente al grado que le vemos esplender en la gran nación latina. En tanto que en la epopeya galdosinna, la burguesía española es algo doloroso y grotesco. Esas pobres vidas atormentadas, obsesionadas por la conquista del pan cuotidiano, hacen prodigios de equilibrio, en la cuerda floja de la pobreza, para sostener una situación de vanas y tontas apariencias. Esos pobres empleados de jacquet y sontbrero hongo, burocratas con treinta duos de sueldo, teniendo que sostener una familia entera con cuatro niñas de sombrero casaderas, son los héroes oscuros que libran una batalla diaria con la necesidad y con el hambre. Esas pobres señoras venidas a menos que han pasado de los esplendores del coche propio hasta las tinieblas de una zahurda, después de ascender todos los días al calvario de los Montes de Pierlad y recorrer todos los recovecos de la usura, son las ánimas benditas de un purgatorio sin nombre. Luego, el enjambre de los fracasados que viven del «sable y esas otras muchísimas gentes que nadie sabe, ni ellos mismos, de qué viven. Pero todos, eso sí, todos, hasta los que mendigan en los pórticos de las iglesias, llevan dentro de sí un gran señor y están dispuestos a todo, a irse a cualquier parte y hasta a emular las hazañas del mismisiino Hernán Cortés olle Francisco Pizarro. Pérez Galdós. dice el esclarecido hispanista Morel Fatio, en la Introducción a la edición francesa de Misericordia se ha rcbclado contra la idea de que la vida ile las capitules forlo lo nirela y uniformiza, ilescubriendo en eller, al contrario, una variedad infinita de caracteres temperamentos, complaciéndose en penetrar en escoger preferentemente sus héroes en los merlios que por su mediocridal e insignificancia parecian condenarios al olvido: en la clase media, los modestos empleados y los himmildes de toda clase. La rulgaridad de una vida burquesa en el circulo fijado por las exigencias sociales le atrae antes que le repele en medio de la monotonia del diario ajetreo, sabe descue brir pasiones tan intensas, virtudes tan sublimes, ridiculeces vicios tan precisos e intensos, como en cualquier otra esfera social. hasta diré que el contraste entre las figuras originales, las individualidades que sabe componer, en el medio indeciso del medio ambiente sobre el cual se destacan, les da un relieve extraordinario. En algunas de las novelas de esta serie, Galdós ha buceado más bajo aún, llegando hasta el mundo infernal de la miseria y el vicio. Como el poeta, se dijo un dia: Or, discendiam omai a maggior pietá.
Lleno de conmiseración para con todas las víctimas de nuestras tristes instituciones, los vencidos de la cruenta lucha por la vida, los débiles, los valetudinarios e invalidos, ha hecho nacer abrirse en tal ambiente flores de delicioso perfume, como la señá Benigna, he¿Danzan la lluvia y el viento. La tarde se ha ensangrentado?
Con la sonrisa en los ojos sigo mi ruta, soñando. no importa que te acerques, soledad del desencanto.
No he de verte, porque llevo mi corazón en la mano. por el sendero sigo con la balada en los labios, con la sonrisa en los ojos y el corazón en la mano.
IV. Balada estival 11. Balada a Rabindranath Tagore Los niños y los poetas, unidos en ronda clara, por Rabindranath Tagore diremos una balada.
Los poetas y los niños tenemos igual el alma.
Por Rabindranath Tagore diremos una balada.
Por él, que siempre es un nino, aunque ya nevó en su barba; por él, que en la Luna Nueva acuna nuestras nostalgias.
Por él, que sobre la tierra deja que vuele su alma, pájaro que lleva un canto de paz a todas las casas.
Por Rabindranath Tagore diremos una balada, una balada que tenga frescura de rosas blancas, levedad de hebras lunares y transparencia de agua.
Los niños y los poetas tenemos igual el alma. en esta tarde de estio, Muchacha que par la sendis vas caminando al azar y tu lindo rostro enjugas con tu blanco delantal.
El resplandor de la luna en tu mano hace brillar una sortija de oro Dime, dime ¿a dónde vas?
Siguió la niña llorando y yo la dejé marchar entre el dulce aroma de hello de aquella noche estival. a la mañana siguiente el río entregó a la mar un cuerpo de virgen, yerto de tanto amar y esperar.
Gastón Figueira Montevideo. Dicbre. 1929. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica