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120 REPERTORIO AMERICANO GEORGES. Clemenceau era un rey de Un rey de hombres: ese amor transformado en una concepción ruda y cambiante de los nón, el hábito del grito, y como Georges Clemenceau problemas provocados por los suceAquiles, el hábito de la cólera. Más, sos de cada día. Ama la justicia abscomo los reyes que acaudillaban con De Chras l aretur. Buenos Aires tractamente; pelea por la justicia; su voz y con su lanza, junto a las ama al país, con un frenesí que le murallas de la ciudad resistente, a enceguece y al propio tiempo, su las huestes helénicas, Clemenceau no actitud es de disentimiento perpegritaba ni se encolerizaba en vano.
tuo con los que, a su vez, se caracNecesitamos, sin duda, buscar entre terizan por su amor a la justicia o los héroes míticos, de los cuales nos por su amor a la patria. Se diría da la poesía una dimensión sobreque las coincidencias le irritaban humana, el símil adecuado a su figucomo una ofensa y que cultivaba el ra, porque su vida y sus hechos lo desacuerdo con sus contemporáneos sustraen a la medida ordinaria con y aún con sus correligionarios, coque tasamos el valor o el mérito de mo un método para lograr la realas personas. Nada hay en Georges lización de sus propósitos. En efecClemenceau que permita someterlo to, ha vivido en la soledad: Los que al juicio con que examinamos a nuesveían en Clemenceau un representros semejantes. Habría podido pretante de sus ideas, una expresión de guntar a los que lo atacaban o se sus programas momentáneos, temían defendían de sus ataques. En qué acercársele, despavoridos ante su prome parezco a vosotros? Ya sé que bable reacción. así actuó, siendo no tenéis mis defectos. Me consuelo, a la vez escritor, periodista, estiien cambio, en no tener vuestras virdioso de ciencias múltiples y politudes. No eran defectos los suyos, tico sin partido. Se le llamaba el sino deformidades, como no son erroderribador de ministerios porque, en res de geometría las hendiduras de verdad, su ocupación consistía apalas montañas. esas deformidades rentemente, en gozarse en la desdaban miedo. Era cavernoso y cautrucción. El que estaba en el gobierdaloso. Sabía enfurecerse, o mejor no, por su popularidad o por su dicho, el furor era el estado natutalento, tenía que cuidarse de Cleral de su temperamento o el rasgo menceau. Clemenceau, en su banco, normal con que se manifestaba su desde la Asamblea de Burdeos, al inteligencia. sabía odiar. Cómo finalizar la guerra con Prusia, era es posible que en una sociedad coGeorges Clernencertu el fiscal del Parlamento, el censor mo la de Francia, en que la gente Dibujo de René Coilard implacable de la política. Su dura aprecia sobre todas las cosas el sensilueta se destacaba entre la muchetido de la mesura, la relación inmedumbre de legisladores; su efigie les diata de causa a efecto y que rechaza, pintores uuevos, con los artistas ignora impresionaba; su mirada les daba vértipor la indole de su espíritu, lo que re dos, los cafés populares del Barrio La go. cuando ascendía a la tribuna, el gopresenta una brusquedad bárbara o un tino. Queda únicamento un recuerdo do bierno comprendía que su hora última hafenómeno que contradice a la noción co cumentado de aquella época. En ese bía llegado. Hablaría, acaso, en un idioma lectiva de las categorías, de las normas, periódico, que se inclinaba hacia las ideas de elocuencia rotunda, como los tribunos haya podido sobreponerse a su sensibi extremas, hacia una especie de socialis dantonianos, con un estilo de alarma y de lidad ordenada el individuo que desde su mo utópico, lanzó un reto, en nombre adm ición? Al contrario. Hablaba como comienzo se ofrece como una excepción, de la juventud francesa, al caduco no escribía, con una naturalidad de plática, por su violencia, por su genio agresivo, velista Edmond About, olvidado hoy, que y su crueldad radicaba en su ingenio por su aislamiento desdeñoso y magnífico? se quejó contra las masas juveniles, a las agudo y profundo, en su impavidez para Por eso, precisamente, era un rey de hom cuales atribuyó el fracaso de una pieza decir lo que nadie se animaba a decir.
bres. No poseía Clemenceau la riqueza teatral. Esa carta de Clemenceau revela Su ingenio era mortífero como su ataheredada de un apellido o el prestigio ya las líneas recias de su carácter, el vique. Pero, mientras los demás políticos, de una vasta fortuna. Pertenecía a ese gor brutal de su lógica y algo que fué vinculados a agrupaciones, ceñidos a una tipo uniforme del francés que procede de fundamental en el desarrollo de este hom doctrina, comprensivos de las necesidades la burguesía provinciana y va, como los bre único y que fué su capacidad de eventuales, transigían, esto es, gobernajóvenes de Balzac, a la conquista de París. agresión. Hubiérase dicho quo Georges ban o esperaban gobernar, Clemenceau Pero había nacido con el destino de los Clemenceau sería un escritor de brío, un se atenía únicamento a su verdad persoreyes, a quienes la fatalidad de la his polemista de formidable potencia, pero, nal, a su convulsión o emoción del motoria reserva el trono a pesar de la advernada más que escritor. Los acontecimien mento. La soledad, propicia a su natusidad que los combate. Como los reyes tos históricos no tardaron en distraerlo raleza de ogro genial y alegre, de una medioevales, que conocen las peripecias de la literatura. La aptitud del hombre alegría arisca y peñascosa, le formó en trágicas de la fuga, de la persecución y de acción predominaba en su modalidad la costumbre de la verdad. Nunca se le de la mazmorra y no obstante la obstina sobre las demás aptitudes. Su instiuto lo hallaba dentro de los pensamientos heción de su desventura, llegan en un mo llevaba hacia las aspiraciones del pueblo. chos, de las maneras convencionales. Lo mento al dominio y a la expansión de Parecía ser un sobreviviente y lo era que cada uno callaba, Clemenceau lo desu personalidad, Georges Clemenceau ha en realidad de los tribunos de la Re cía y esto le dió la posición de individuo conocido en su largo itinerario de com volución Francesa, y en su acento, en su metido en una fortaleza frente a un desbatiente aislado esas vicisitudes singula furia, en su tendencia individual, en sus filadero. Este hombre de genio no dominó res. Su existencia se inició en medio de sentimientos de ciudadano repercutian por su genio sino por la libertad con los tumultos de París, cuando el pueblo, las voces que agitaron a las masas en los que lo empleaba. Si; probablemente ninfatigado de la guerra y exacerbado por días oscuros del terror. El pueblo lo atraía, guna de las deficiencias que le reprochala derrota, quiso repetir la catástrofe de no como atrae a los apóstoles y a los ban sus enemigos era una exageración la revolución de 1789.¿Quién era entonces profetas, a Jaurés, por ejemplo, o a Be de su hostilidad. Mas, por encima de esas el futuro director de la guerra europea noit Malon, con una especie de piedad deficiencias que constituían los tenebroy el futuro vencedor del imperio germá evangélica, con una ternura conmovidasos declives de su carácter, se le reconico? Escribía en un pequeño periódico en que se advierte un fondo de religio nocían facultades que las compensaban. con Emilio Zola y frecuentaba con los sidad. Georges Clemenceau sentía on si (Para a la llg. 128. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica