REPERTORIO AMERICANO 155 y la pedagogia de la libertad un la Boundelle. carácter de un niño está Isadora Duncan ya en su plenitud en el seno.
de la madre. Antes de que yo naciera, mi nadre sufría una De Ji vida. Edit. Cenit. Madrid. 1929 gran crisis espiritual; su situación era trágica. No podía tomar ningún alimento, excepto ostras y champaña helados. Si se me preguntara cuando empecé a bailar, contestaría. En el seno de mi madre, probablemento por efecto de las ostras y del cliampaña, el alimento de Afrodita. Mi madre estaba en aquellos tiempos soportando una experiencia tan trágica, que solía decir con frecuencia. Este niño que va a nacer no será normal. y esperaba a un monstruo. Y, de hecho, desde el momento de mi natalicio, parece que empecé a agitar brazos y piernas con tal frenesí, que mi madre exclamó. Ya veies que tenía razón: esta niña es maniática. Pero más tarde, colocada con mis andadores en el centro de la mesa, era el divertimiento de toda la familia y de los amigos y quería bailar todas las músicas que se tocaban.
Mi primera memoria es de um incendio. Recuerdo que fuí lanzada a los brazos de un poliCuatro actituiles de Isadora Duncan ceman desde lo alto de una ventana. Debía de tener entonces Arriba: croquis dos o tres años, pero recuerdo Abujo: croquis distintamente la sensación de de José Clarit.
seguridad que, en medio de toda aquella excitación gritos y llamas. tuve al rodear con mis bracitos nazca junto al mar o en las montañas.
el cuello del policeman. Debía de ser un El mar siempre me ha atraído, en tanto irlandés. Oigo aún gritar a mi madre que las montañas ine infunden un sencon frenesi. Hijos míos, hijos iníos. timiento de malestar y un deseo de huir: y la veo contenida por la multitud, que me dan la sensación de que soy prisiola impedía penetrar en la casa, donde nera de la tierra. Cuando dirijo mi vista creía ella que quedaban mis dos herma a las cimas, no siento la admiración del nos. Después recuerdo que encontramos turista corriente, sino que deseo brincar a los dos muchachos sentados en el sobre ellas y escapar. Mi vida y mi arte suelo de una tienda, poniéndose sus cal nacieron del inar.
cetines y zapatos. Recuerdo también que Tengo que estar agradecida al hecho subimos a un carruaje y que, final de que, siendo yo joven, fuera pobre ini mente, nos sentamos en un sitio a tomar madre. No podía tener sirvientes ni chocolate hirviendo.
ayas para sus hijos, y a esto debo la Nací a la orilla del mar, y he adver vida espontánea que pude expresar siendo tido que todos los grandes acontecimien niña y que no he perdido nunca. Mi tos de mi vida han ocurrido junto al madre enseñaba in úsica para ganarse la mar. Mi primera idea del movimiento y vida, y como daba sus lecciones a domide la danza me ha venido seguramente cilio, estaba fuera de casa todo el día y del ritino de las olas. Nací bajo la es muchas horas de la noche. Cuando potrella de Afrodita Afrodita, que nació día escaparme de la prisión de la escuela, también del mar. Cuando su estrella era libre; podía vagar sola, a la orilla está en ascensión, me sucede siempre del mar, y seguir mi fantasía. Qué lásalgo agradable. En estos períodos, la tima me dan los niños seguidos consvida se me hace más ligera, y me siento tantemente por sus ayas, constantemente capaz de crear. He comprobado que la protegidos, cuidados y vestidos con eledesaparición de la estrella de Venus va gancia. Qué vida es la suya? Mi madre unida a sucesos que me son desagrada estaba muy atareada para pensar en los bles. La ciencia astrológica no tiene peligros que pudieran sobrevenir a sus hoy, quizá la importancia que tuvo en hijos, y por eso mis dos hermanos y yo tiempos de los antiguos egipcios y cal podíamos libremente seguir nuestros inndeos; pero no hay duda que nuestra vida pulsos vagabundos. Por fortuna, mi mapsíquica está bajo la influencia de los dre era deliciosamente descuidada. Digo planetas, y si los padres lo comprendie «por fortuna, porque a esta vida salran así, estudiarían la rotación de las vajo y sin obstáculos de mi niñez debo estrellas para crear hijos más hermosos. la inspiración de la danza que ha creado Creo también que existe una gran di y que no es sino la expresión de la ferencia en la vida de un niño, según. libertad. Nunca estuve sujeta a esos continuos aniña, no hay que hacer esto ni lo otro. que hacen miserable la vida de la infancia. la edad de cinco anos fui a la escuela pública. Me parece que mi madre prevaricó sobre mi edad. Era necesario encontrar um sitio donde dejarme. Creo que lo que no está llamado a hacer en su vida es claramente oxpresado en la infancia. Yo ora ya uva bailarina y ma evolucionaria. Mi madre, que había sido bautizada y educada por una familia católica irlandesa, fue una católica devota hasta el momento en que descubrió que mi padre no era el modelo de perfección que ella había creído siempre. Se divorció y abandonó el hogar con sus cuatro hijos, cara a la vida. Desde entonces su fe en la religión católica so convirtió violentamente en ateísmo definido. se hizo adepta de Bob Ingershol. cuyos libros solía leernos.
Entre otras cosas decidió que toilo sentimentalisino c:lrece de sentido, y siendo yo ima niña todavía, nos reveló el secreto de los Reyes Magos. El resultado fue que, cuando, por Pascuas, estaba la maestra repartiéndonos bombones y pasteles, con la frase. Mirad, niñas, lo que os han traído los Reyes. yo me levanté y exclamé solemnernente: No le creo a usted. Los Reyes no existen. La maestra quedó muy descontenta, y dijo. Los boinbones son únicamente para las niñas que creen en los Reyes. Entonces contesté yo 10 quiero sus bombones. L:1 maestra inontó torpemente en cólera y, para hacer un ejeinplo conmigo, me ordenó que me acercara y me sentara en el suelo. Me acerqué y, volviéndome a la clase, pronuncié el primero de mis fainosos discursos. Yo no creo mentiras. grité. Mi madre mo ha dicho que era muy pobre para fingir la historia de los Reyes; únicamente las madres ricas pueden aspirar a ser Reyes Magos y hacer regalos a sus hijos. En esto, la profesora me cogió por un brazo y quiso obligare a sentarme en el suelo. Entonces yo encogi inis piernas y me agarré con tal fuerza a la profesora que no pudo conseguir otra cosa que golpear con mis taloues el entarimado. Después de este fracaso, me envió a un rincón, para que quedara allí mirando a la pared. Así lo hice, pero, de vez en cuando, volvía la cabeza y exclamaba. No son los Reyes; no son los Reyes. hasta que, finalmente, se vió obligada a enviarme a casa. Por el camino, yo no dejaba de gritar. No son los Reyes. y nunca he podido comprender la injusticia con que había sido tratada. privada de bombones y castigada por decir la verdad. Cuando conté luego el caso a mi madre, diciéndole. No tenía yo razón. No es verdad que no existen los Reyes. ella contestó. No hay Reyes inagos: 10 hay Dios; no hay na la más que tu propio Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica