REPERTORIO AMERICANO 191 DON on Manuel Uribe Angel, En el Monte Sacro para ocultar la suspicacia ile patricio colombiano, resul carácter y sus arrebatos fiere así la entrevista que tuvo De El Libro de Oro de Bolivar, por Cornello Hispano. Garnier Hnos. Paris. 1925. sanguinarios; Bruto clava el con den Simón Rodríguez, el puñal en el corazón de su maestro de Bolívar, en Quito. notable preocupación y concen Via Apia y la campiña ro protector, para recuplazar Ja en 1850: trado pensamiento. Después de inana. Luego, levantando la tiranía de César con la suya «Un día recibí del doctor descansar un poco, y con la voz, dijo: propia; Antonio remumcia los Pedro Antonio Torres, deán respiración más libre, Bolívar. Conque este es el pue derechos de su gloria para de la catedral de Quito, el sicon cierta solemnidad, que no blo de Rómulo y Numa, de embarcarse en las galeras de guiente billete: olvidarė jamás, se puso de pie. los Gracos y los Horacios, de una meretriz; sin proyectos «Mi querido Manuel: come y, como si estuviera solo, miró Augusto y de Nerón, de César de reforma, Sila degüella a hoy en casa un ainigo viejo a todos los puntos del hori y de Bruto, de Tiberio y de sus compatriotas, y Tiberio. y, como quiero que seas de zonte, y, a través de los amari Trajano? Aquí todas las gran sombrío como la noche y de»los nuestros, te espero precillentos rayos del sol poniente, dezas han tenido su tipo y pravado como el crimen, di»samente a las cuatro de la paseó su mirada escrutadora todas las miserias sui cuna. vide su tiempo entre la con»tarde. Comeremos más y co y fulgurante sobre la tumba Octavio se disfraza con el cupiscencia y la matanza. Por »meremos menos, Tuyo, Pedro de Cecilia Metella, sobre la manto de la piedad pública un Cincinato hubo cien CaAntonio. racallas; por un Trajano, cien Asistí a la cita, y al enCalígulas, y por un Vespatrar en el salón, el doctor Tosiano, cien Claudias. Este puerres se puso de pio, y diri, blo dió para todo: severidad giéndose a un sujeto con quien Carta de Bolívar.
para los viejos tiempos; austericonversaba familiarinente, dia su maestro don Simón Rodriguez dad para la República; deprajo: Don Simón, tengo el gusto vación para los omperadores: Pativilca, enero 17 de 1821.
de presentar a Ud. a mi amigo catacumbas para los cristianos; el doctor Manuel Uribe Angel.
valor para conquistar el munDoctor, presento a usted a un ¡Oh, mi maestro. Oh, mi amigo. Oh, mi Robinson! Usted en Colombia, usted en Bogotá, naula me ha dicho, nada me ha escrito!
do entero; oradores para conantiguo compañero de armas, Sin duda es usted el hombre mois. ectraordinario del mundo. o mover, como Cicerón; poetas el señor don Simón Rodríguez. dria usled merecer otros epitetos; pero no quiero dárselos. por no ser para seducir con su canto, Dirigiéndome entonces al andescortés al saludar a un huésped que viene del Viejo Mundo a como Virgilio; satíricos, como ciano, a quien había sido previsitar el Nuero. Si, a risitar su patria que ja no conoce. que Juvenal; filósofos débiles, cotenia olvidada; no en su corazón, sino en su memoria.
sentado, no creí hallar en los Nadie más que yo sabe lo que usted quiere a nuestra adorada mo Séneca; y ciudadanos inrecursos de mi pobre educa Colombia. Se acuerda usled cuando fuimos al Monte Sacro, en Roma tegros como Colón; este pueblo ción una frase inás amable y a jurar sobre aquella tierra santa la libertad de la Patria? Ciertadió para todos, menos para la más adecuada a las circunsmente no habrá usted olvidado aquel dia de eterna gloria para nosotros; dia que anticipo, por decirlo así, mi juramento profético a causa de la humanidad: Mesalitancias que ésta: Señor don la misma esperanza que no debiamos tener. Usted, maestro mío. nas corrompidas, insignes gueŞimón, tengo mucho gusto al icuunto debe de haberme contemplado de cerca, aunque colocado a rreros, procónsules rapaces, siconocer y saludar al maestro tan remota distancia! Con qué avidez habrá usted seguido mis pasos, baritas desenfrenados, aquide nuestro Libertador.
dirigidos muy anticipadamente por usted mismo! Usted formó mi latadas virtudes y crímenes corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo. El viejo Rodríguez, con hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted fue groseros; pero para la einanuna risita que me pareció sar mi piloto, aunque sentado sobre una de las playas de Europa. cipación del espíritu, para la cástica, me contestó: Fuera No puede usted figurarse cuán hondamente se han grabado en extirpación de las preocupade ése, tengo algunos titulos mi corazón las lecciones que usted me ha dado; no he podido jamais borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ciones, para el enalteciniento para pasar con honra a la pos ha regalado: siempre presentes a mis ojos intelectuales, las he seguido del hombre y para la perfecteridad.
como quias infalibles.
tibilidad definitiva de la razón. La mesa está servida, En fin, usted ha visto mi conducta; usted ha visto mis pensabien poco, por no decir nada.
dijo el canónigo; amigos míos, mientos escritos, mi alma pintada en el papel, no habrá dejado La civilización que ha soplado de decirse. Todo esto es mio! Yo sembré esta planta, 0 la enderece vamos a comer.
cuando tierna; ahora, robusta, fuerte y fructifera, he ahi sus frutos, del Oriente ha inostrado aquí Sus relaciones llegaron des ellos son mios; 10 rou a saborearlos en el jardin que planté; voll a todas sus faces, ha hecho ver pués a ser íntimas. Don Si gozar de la sombra de sus brazos amigos; porque mi derecho es in todos sus elementos, mas en món almorzaba y comía diaprescriptible. privatico a todo.
cuanto a resolver el gran proSi, mi amigo querido; usted está con nosotros; mil veces dichoso riamente con Uribe Angel, el día en que usted pisó las playas de Colombia. Un subio, un justo blema del hombre en libertad, que, encantado, lo escuchaba más, corona la erguida cabeza de Colombia. Yo desespero por saber parece que el asunto ha sido discurrir sobre todas las cosas que designios tiene usted, sobre todo; mi impaciencia es mortal; no desconocido y que el Jespejo divinas y humanas.
pudiendo estrecharlo en mis brazos, ya que no puedo yo volar hacia de esa inisteriosa incógnita no usted, hugalo usted hacia mi; no perderci usted nuda. Contemplará »Una tarde, paseando juntos usted con encanto la inmensa patria que tiene labrada en la roca ha de verificarse sino en el y departiendo en mucha in del despotismo por el buril victorioso de los libertadores, de los her Nuevo Mundo?
timidad, se detuvo de pronto manos de usted. No, no se saciaria la rista de usted delante de los. luego, volviéndose hacia don Simón y le dijo: cuadros, de los colosos, de los tesoros, de los secretos, de los prodigios que encierra y abarca esta soberbia Colombia. Vengja usted al Chimmí, húmedos los ojos, palpi» Para que sacies tu cu borazo. Profane usted con su planta atrevida la escala de los titanes, tante el pecho. enrojecido el riosidad, voy a referirte lo la corona de la tierra, la almena inexpugnable del Universo Nuero. rostro con una animación casi que pasó en Roma.
Desde tan alto tenderá usled la rista, 11. al observar el cielo y la febril, me dijo. Un día, después de haber tierra, admirando el pasmo de la creación terrena, podrii decir: Dos. Juro delante de usted; comido, y cuando ya el sol eternidades me contemplan, la pasada y la que viene, y este trono declinaba, emprendimos con de la Naturaleza, idéntico a su autor, será tan duradero, indestructible juro por el Dios de mis padres; juro por ellos, juro por mi Bolivar paseo hacia el Monte Desde dónde, pues, polri usted decir otro tanto, erguidamente? honor y juro por la patria, Sacro (Sacrum Monte. El caAmigo de la Naturaleza, renga usted a preguntarle su edad, su vida que no daré descanso a mis su esencia primitiva. Usted no ha risto en este mundo caduco mois lor era tan intenso que nos que las reliquias y los derechos de la prórida madre. Allá está brazos, ni reposo a mi alma, agitamos en la marcha lo su encorvada bajo el peso de los años, de las enfermedades del hálito hasta que haya roto las caficiente para llegar jadeantes pestifero de los hombres; aqui está doncella, inmaculada, hermosa, denas que nos oprimen por y bañados de sudor. Llegados adornada por la mano misma del Creador. tacto profano del voluntad del poder español.
hombre todavía no ha marchitado sus vivos atractivos, sus gracias al mamelón, nos sentamos somaravillosas, sus rirtudes intactas. Amigo: si tan irresistibles. Tú sabes, hijo, agregó bre un trozo de mármol blanco, atractivos no impulsan a usted dar un vuelo rápido hacia mi, ocu don Simón, que el muchacho resto de una coluinna destro rriré a un epiteto más fuerte. La amistad incoco.
cumplió su palabra. zada por el tiempo. Yo tenía Presente usted esta carta al Vicepresidente; pidale usled dinero de mi parte, y venga a encontrarme.
fijos los ojos sobre la fisonomía del adolescente, porque Bolivar. MANUEL HIDE ANGEL. El Libertador, su ayo au capelld. Libro del Cenpercibía en ella cierto aire de (Cartas de Bolivar. Edic. de Blanco Fonibona. Jadrid. 1921. tenario de Bolivar. Bogotá, 19. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica