1 12 REPERTORIO AMERICANO Más que nunca preciosas, oh gran goloso. están.
Mas no ceden sus rosas.
no despiertes, don Juan.
Ver cómo las aves apaces se coinen los peces pequeños y no despertar; Pensar que pudieran las frágiles barcas hundirse en las aguas y no suspirar; Que no ha parado en vario la aventurera luna.
Hoy su mediocre mano no hallaría fortua.
Ver que se adelanta, la garganta al aire, el hoibre más bello; no desear amar.
Perder la mirada, distraídamente, perderla, y que nunca la vuelva a encontrar; Palpando las almas mi alma se afinó, en el desencanto concebi tu ainor. el timido amante responde a mi hablar. Quién amar no sabe es quién ama más.
Repudio tu boca que se aleccionó, el amor no elige y es contra razón hasta hay alguna artera, juguetona mujer, que toma tu manera y ensaya tu poder.
Y, figura erguida, entre cielo y playa, sentirme el olvido perenne del mar.
Romance de la venganza Luego, sus palabras para confirmar, me besa en la boca y suelta a llorar.
El tímido amante El tímido amante que a mi lado llega, me mira los ojos suspira y se queja; Cazador alto y tan bello como en la tierra no hay dos, se fué de caza una tarde por los montes del Señor. Por qué otros amores tuviste otra vez, besaste otra boca, ceñiste otra sién?
Seguro llevaba el paso, Jisto el plomo, el corazón repicando, la cabeza erguida, y dulce la voz. Bajo el oro de la tarde tanto el cazador cazó, que finas láminas rojas se puso a llorar el sol.
Al tímido amante le replico así. Te andaba buscando, creía morir.
Palabras de la virgen moderna Dame tu cuerpo bello, joven de sangre pura, no moderno en el arte de amar, como en la (hora que fué clara la entrega, en mi boca demora tu boca, de otra boca negada a la dulzura.
Si tu sabiduría no me obliga a malicia, ni tu mente cristiana me despierta rubores, ni huellas de hetaíras enturbian tus amores en mi franqueza blanca todo será delicia. así como a la Eva, cuando, cándida y fiera, las verdades supremas le fueron reveladas, me quedará en las manos, a tu forina entregadas, la embriagante dulzura de la fruta primera.
Cuando volvía cantando suavemente, a media voz, desde un árbol, enroscada, una serpiente lo vió.
Posaba en cisternas cuando cae el sol, bebía y volaba, más vivo el ardor.
Iba a vengar a las aves, mas, tremendo, el cazador, con loja de firme acero la cabeza le corto Del epistolario de Bolívar De Cartas de Bolivar (1799 1822. Notas de Blanço Fombona. Ediciones Louis Michuud. Paris Pero aguardándolo estaba a muy pocos pasos yo.
Lo até con mi cabellera. y dominé su furor.
Curazao, 19 de septiembre de 1812.
Señor don Francisco Iturbe.
Ya maniatado le dije. Pájaros matasteis voz, y voy a tomar venganza, ahora que mio sois.
necesario nunca falta para alimentar la vida. Jamás se muere el hombre de necesidad en la tierra. Jamás falta, jamás falta un amigo compasivo que nos asocorra, y el socorro de un amigo no puede ser nunca vergonzoso recibirlo.
Amigo Iturbe: usted cuente con la amistad reconocida de Bolívar. Cuente usted que una época trae otra; que los beneficios que se hacen hoy se reciben mañana; porquo Dios premia la virtud en este mundo mismo.
Adiós. Su amigo, Bolivar. Yo estoy aquí cuanto bien puede ser en mi actual situación. Es verdad que ino han quitado inicuamente mi poco dinero y equipaje, pero yo estoy confor me en mi corazón, porque sé que cuando el infortunio persigue, por algún tiempo todo se conspira contra el infeliz.
Pero como el hombre de bien y de valor debe ser indiferente a los choques de la mala suerte, yo me hallo arinado de constancia y veo con desdén los tiros que me vienen de la fortuna. Sobre mi corazón no manda nadie sino mi conciencia. Esta se encuentra tranquila y así no la inquieta cosa alguna. Qué importa tener o no tener cosas superfluas? Lo Mas no lo maté con armas, busqué una muerte. peor: lo besé tan dulcemente que le parti el corazón!
Envio Cazador: si vas de caza por los montes del Señor, teme que a pájaros venguen hondas heridas de amor.
Caracas, de agosto de 1521.
Dolor Quisiera esta tarde divina de octubre pasear por la orilla lejana del mar; Dr. HERDOCIA: Que la arena de oro, y las aguas verdes, y los cielos puros me vieran pasar.
Enfermedades de los ojos, oldos, nariz y garganta Ser alta, soberbia. perfecta, quisiera, como una romana, para concordar Con las grandes clas, y las rocas muertas y las anchas playas que ciñen el mar, Excelentisimo señor presidente del Congreso general de Colombia.
Excelentísimo señor: Permítame vuestra excelencia que ocupe, por primera vez, la bondad del Gobierno de Colombia en una pretensión que no es personal.
Cuando el año doce la traición del comandante de La Guaira, coronel Manuel María Casas, puso en posesión del general Monteverde aquella plaza, con todos los jefes y oficiales que pretendían evacuarla, no pude evitar la infausta suerte de ser presentado a un tirano, porque mis compañeros de armas no se atrevieron a acompañarme a castigar a aquel traidor, o vender caramente nues tras vidas. Yo fuí presentado a MonteHoras de oficina: 10 a 12 de la mañana y de a de la tarde Con el paso lento, y los ojos fríos y la boca muda, dejarme llevar; Contiguo al Teatro Variedades Ver cóino se rompen las olas azules contra los granitos y no parpadear. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica