168 REPERTORIO AMERICANO Coxoci a Groussac hace más de cuarenta años en el diario Sud América de que era director, y cuya redacción principal la constituían Carlos Pellegrini, Roque Sáenz Peña, Delfín Gallo y Lucio Vicente López, figuras descollantes de la época.
Era yo entonces un niño imberbe, borroneador de carillas y panegirista exaltado de prime donne, tenores y vates incipientes.
Hacía inis primeras armas en el periodismo metropolitano al margen de la crónica teatral, en busca do cómodas butacas y fáciles conquistas.
Al decir del doctor David Peña, mi pluma se deslizaba sobre el papel, tan lentamente, cual si «la moviera una hormiga intelectual. pesar de ello, sentía febril entusiasmo por los tipos de imprenta, y corrida la década preparatoria, verdadera roca Tarpeya. merecí del temido polígrafo uno de sus medallones lapidarios. Entre conceptos amables, el inevitable zarpazo; y no sé si en son de elogio o censura, la afirmación categorica de que «acaso era yo el único argentino, que después de los treinta años, cifrara en las puras letras ini mayor delicia y única avibición. Groussac venía del norte de la República. Arriero y sembrador en los campos de Santiago, profesor y conferencista en las Universidades de provincia, bajaba a la capital en vuelto en la aureola auspiciosa que le había creado la Memoria Descriptiva de Tucumán.
Traía en cartera diversos trabajos críticos e históricos. fragmentos de estudios futuros, que hizo conocer al cónclave hermético, y que lo consagraron desde su iniciación, maestro indiscutido.
Allí dió a luz el boceto sobre Edmundo About y la Academia, la monografía sobre Atlántida y Prometeo de Andrade, el comentario a los Escritos de Avellaneda y a las Bases de Alberdi; y la exégesis completa de Galdós, novelista y dramaturgo. ensayo» que extendió su nombre por los dominios de Iberia.
Amenizaba las áridas columnas políticas con ágiles reseñas sobre las veladas del Colón y Politeama, puntualizando impresiones personales acerca de la Fedru de Racine, la tragedia antigua y el teatro dramático de Shakespeare; poniendo reparos a la voz de oro de Sarah Bernhardt y a los trinos celestiales de la Patti; o celebrando con frase lapidaria la patética despedida de Fausto a Helena: forma ideal purísima de la belleza eterna. de Mefistófeles, cantada por Massini con incomparable maestría. Fruto Vedado, novela argentina que encierra las mejores y más vigorosas descripciones de nuestra naturaleza tropical, siguióle la polémica ardiente con Calixto OyuePaul Groussac la: El drama expañol y Echegaray; serie de folletines causticos, opilo De Nosotros. Buenos Aires gados en el artículo Derrumbe de Carne de a ine tiene Grow Bac: pero hay en su alma un ruirenor que canta de cuando una Biblioteca, catapulpa feroz que en cuando cosas que no Ne oven en la mort tana de Toine.
aguzó el ingenio de su contrincante, Rubén Darlo hispanófilo famoso, quien vióse obligado a recurrir a la gruesa artilleria del idioma, para contrarrestar las flechas certeras de aquel con.
temporáneo de France, que manojaba el sarcasmo como Voltaire y la ironía como Rabelais.
Vienen a mi memoria. cual discos sonantes o fotografías animadas, actores y escenas de aquellos tiempos, tan distantes y tan distintos de los de ahora, en que prinan los catedráticos del turf, los campeones del box, y los reyes del foot ball. dichosos tiempos en que peregrinos ingenios sostenían discusiones acaloradas sobre las Décimas de. Obligado y Jos tercetos del Infierno Dantesco, a propósito de la traducción de Nitre, que resultaban más sibilitios que en el original, al decir de Magnasco; disecaban con agudo escalpelo, los problemas psicológicos de Bourget y los excesos pornográficos de Zola y la escuela naturalista; o exaltaban con altisonantes loas las tendencias estéticas de Dante Gabriel Rosetti y los pre rafaelitas ingleses.
Coincidieron esas gestas con la llegada de De Amicis a Buenos Aires, que inspiró a Groussac su magistral bienvenida.
Paul Groursac, Poseía el maestro el dón suprecomo era a los 80 años, ano antes de su muerte, courrida ino de exprimir un libro en un Pn Buenos Aires. Rep. Argentina, el 27 de junio de 1929. párrafo, de condensar un pensamiento en una línea, de fundir en dos palabras un apotegma. siempre, en aquella prosa tersa, inconEl secreto dolor de Groussac fundible, a ratos amanerada y poliforme, ondulante y sutil, con transparencias de cristal o plena de Buenos Aires, 14 de agosto de 1999.
sonoridades brillantísimas, que consSr. Alfredo Bianchi.
tituían para nosotros, jóvenes neóMi estimado amigo: Ignoro si en el número que Nosotros fitos, un goce inefable.
dedica a la memoria de Paul Groussac quedarci sitio para Ese anhelo de perfección, que elas manifestaciones que no tengan carácter de estudio litetempla aptitudes y despierta brios, rario. Porque yo nunca me atrevería a improvisar un juicio sobre un escritor de tan severa disciplina, il me falta tiempo manifestábase. a veces, en Grouspara abarcar siquiera un aspecto de los muchos que tuvo sac, en repudio por los engendros su obra tan trescendental.
y deformidades de la ineptitud.
Hlace algún tiempo, tuve la honra de saludar a aul.
La temeraria intrepidez de «geGroussuc, en Paris, en el acto público que le ofreció la nios incomprendidos. dió pábulo Sorbona. Entonces señalaba yo ese carácter de «hombre de frontera. ciudadano del mundo a caballo sobre la geo para que cerebros poco disciplinagrafia, que hay en Paul Groussac; y me reteria yo a la dos y caracteres superficiales, desatracción que América ejerce sobre los soñadores de Europa, cubrieran rencor y perversidad en hombres en quienes el fermento de vida no se está quieto. Ahora, mejor informado o documentado más de cerca tendría yo sus críticas negativas, donde no que contar la historia de un gran dolor; un gran dolor de que había sino acicate para arduas emarranca el viaje de Groussac; un gran dolor que hubiera presas y azarosas conquistas.
abatido a cualquiera, y que a él le sirvió de resorte para Aquella cabeza pensante, archivo lanzarse a la gran aventura intelectual que fué su rida. Los de sabiduría, en perfecto equilibrio, freudianos de hoy dirian que este «traumatismos de la adolescencia explica, en Gronssac, aquella acritud de censor in mantúvose siempre refractaria, por sobornable que, ciertamente es una de las mris peculiares temperamento y vocación, a la ramgracias de su pluma. Pero todavía nos quedaria ancho campo plona vulgaridad y a los artificios para la meditación si nos diéramos a rastrear por los liy quincallerías de retóricos huecos.
bros de Groussuc las huellas dispersas que fue dejando en ellos el complejo de nostalgia. Yo creo que nada, ni el El seinblante adusto. el rictus de haber des posado con la tierra argentina todo su pensamiento, los labios, la mirada profunda, trafué poderoso a borrar en el cierta melancolia, cierta desazón ducian bien a las claras el olímde andar lejos de la dulce Francia.
La consideración de lo que, en el orden de la sola culpico desdén ante cualquier adve.
tura, debemos a Groussac, nos llevaria muy lejos. La Nación, nedizo de las letras: snob imporha encontrado la palabra oportuna: Groussac es un tipo de tado o grafómano de arrabal. Sabía civilizador, y su sitio está entre los Maestros de América.
aquilatar valores, discernir méritos, lo saluda su amigo, reconocer jerarquías. exigía de Alfonso Reyes. Pusa a la página 176. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica