REPERTORIO AMERICANO 183. Siempre estarás junto a mí. En el palacio vivirás y cantarás cuando quieras. Yo romperé al pájaro artificial en mil pedazos. No lo rompas en mil pedazos, emperador: él te sirvió bien mientras pudo: yo no puedo vi.
vir en el palacio, ni fabricar entre los cortesanos mi nido. Yo vendré al árbol que cae a tu ventana, y te cantaré en la noche, para que tengas sueños felices. Te cantaré de los malos y de los buenos y de los que gozan y de los que sufren.
Los pescadores me esperan, emperador, en casa pobres de la orilla del mar. El ruiseñor no puede ser infiel a los pescadores. Yo te vendré a cantar en la noche, si me prometes una cosa. Todo te lo prometo. dijo el emperador, que se había levantado de su cama, y tenía puesta la túnica imperial, y en la mano su gran espada de oro. No digas que tienes un pájaro amigo que te lo cuenta todo porque le envenenarán el aire al pájaro! salió volando el ruiseñor, y echando al aire un ramillete de arpegios.
Los mandarines entraron de repente en el cuarto, detrás del mandarin mayor, a ver al emperador muerto. lo vieron de pie con su tú.
nica imperial; con la mano de la espada puesta al corazón. se oía, como una risa, el canto del ruiseñor. Tsing pé. Tsing pe! dijo el gran mandarín, y dió diez y ocho vueltas seguidas con los brazos abiertos, y se echó por tierra, con la frente a los pies del emperador. a los mandari.
nes arrodilados en el aire, les temblaba en la nuca la cola.
Versión libre de José Marti. La Edar ile Oro. Nueva York, 19. sus mano su Dos glosas del Padre Pallais con Colaboración directa blar de él y se apretaba a preguntar por el cnfermo a las puertas del mandarin, que los miraba de arriba abajo, y decía. Puh. Puh!
repetia la pobre gente, y se iba a su casa llorando.
Pálido frío estaba en su cama de randas y colgaduras el emperador, y los mandarines todos lo daban por muerto, y se pasaban el dia dando las tres vueltas con los brazos abiertos, delante del que debía subir al trono. Comían muchas naranjas, bebían té con limón. En los corre.
dores habían puesto tapices, para que no sonara el paso. No se oía en el palacio sino un ruido de abejas.
Pero el emperador no estaba muerto todavía.
Al lado de su cama estaba el pájaro roto. Por una ventana abierta entraba la luz de la luna sobre el pájaro roto, y el emperador mudo lí.
vido. Sintió el emperador un peso extraño sobre su pecho, y abrió los ojos para ver. Vió a la Muerte, sentada sobre su pecho. Tenía en las sienes su corona imperial, y en una espada de mando, y en la otra mano su hermosa bandera. por entre las colgaduras vió asomar muchas cabezas raras, bellas unas y como luz, otras feas y de color de fuego. Eran las buenas y las malas acciones del emperador, que le estaban mirando a la cara. Te acuerdas?
le decían las malas acciones. Te acuerdas?
le decían las buenas acciones. Yo no me acuerdo de nada, de nada! decía el emperador: imúsica, música. tráiganme la tambora mandarina, la que hace más ruido, para no oír lo que me dicen mis malas acciones! Pero las ac.
ciones seguían diciendo. Te acuerdas. Te acuerdas. Música! música! gritaba el emperador. oh hermoso pájaro de oro, canta, te ruego que cantes! iyo te he dado regalos ricos de oro! iyo te he colgado al cuello mi chinela de oro. te ruego que cantes! Pero el pá.
jaro no cantaba. No había uno que supiera dar.
le cuerda. No daba una sola nota. la Muerte seguía mirando al emperador con sus ojos huecos y fríos, y en el cuarto había una calma espantosa, kuando de pronto entrs por la ventana el son de una du ce música. Afuera, en la rama de un árbol, estaba cantando el ruiseñor vivo. Le habían dicho que estaba muy enfermo el emperador, y venía a cantarle de fe y de eranza. según iba cantando cran menos negras las sombras, y corría la sargre más caliente en las venas del emperador, y revivían sus cames moribundas. La Muerte misma escuchaba, y le dijo. Sigue, ruiseñor, si.
gu. por un canto le dio la Muerte la curona de oro: y por otro, la espada de mando: y por otro canto más, le dio la hermosa bandera. cuando ya la muerte no tenía ni la bandera, ni la espada, ni la corona del emperador, cantó el pájaro de la hermosura del camposanto, donde la rosa blanca crece, y da el laurel sus aromas a la brisa, y dan brillo y salud a la yerba as lágrimas de los dolientes. tan hermoso vió 12 Muerte en el canto a su jardin, que lo quiso is a ver, y se levantó del pecho del emperador, y desapareció como un vapor por la ventana. Gracias, gracias, pájaro celeste! decía el emperador. Yo te desterré de mi renr, y tú destierras a la muerte de mi corazón. Cómo te yo puedo pagar. Tú me pagaste ya, emperador, cuando te hice llorar con mi canto: las lágr mas que arranca a las almas de los hombres son el único pre.
mio digno del pájaro cantor. Duerme, emperador, duerme: yo cantaré para ti. con sus trinos y arpegias se fue durmiends e enfermo en un sueño de salud. Cuando despertó, entraba el sol, como oro vivo, por la ventana. Ni uno solo de sus criados, ni un solo mandarin, había venido a verlo. Lo creían muerto todos. El ruiseñor no más estaba junto a su cama: el ruiseñor, cantando.
La glosa de los calumniadores La glosa de los estudiantes universitarios (A mi nmigo muy noble y may ilustre don Manuel Antonio Carazo. Fué, pues, una alegre realidad viva, la velada de los estudiantes universitarios.
Hablando de una ciudad quemada, decía yo: tan real y tan viva y tan alegre, que vivi Las doce tribus de ruinas es. Podemos hacer mos durante cuatro horas en París, en la buena sin cmbargo, queriendo, que se levanten aquellas ciudad de París del siglo XV y Francisco Villón no casas y con un nuevo vestido glorioso y moestaba con nosotros, pensando sin duda en dos derno de cemento armado por ejemplo. Pero la nuevas baladas, la de la perfecta risa y la de casa de tu honor quemada (este verbo no sirve, los estudiantes del tiempo de hoy.
hay otro más expresivo) por obra y gracia de la tan alegre y tan viva y tan real la noche de calumnia,. quién podría levantarla y cuándo? los estudiantes universitarios que veíamos con Aquí sí que puede decirse las doce tribus de nuestros ojos de niños grandes, a nuestro penruinas es.
tagruélico Francisco Rabelais y oíamos de labios En el bosque profundo, alta mar de los árbo de un drole hermano legítimo de nuestros moles, abrimos los ojos para ver y nada vemos! nimbenses, el famosísimo epitafio: Une vigno Una hoja y otra, y otra y quién sabe cuántas ho.
prendra naissance, de estomac et te la panse, 114 jas más innumerables y las raicecillas y las ramas bon Rabelais qui boivait toujours cependant qu il y ramúnculas. contadlas si podéis! y tan sencilla vivait. No es el vino vulgar de los serviles adula luz, y tan simples nuestros ojos y tan enmara ladores que van bailando en las pantominas del ñada, en un laberinto de caminos sin camino, gobierno constituído; sino el vino inteligente de la complicación botánica.
los niños terribles para cantar verdades como un Pues así, en la calumnia. Un asesinato y otro evangelio a la universidad, al alto clero, a la may otro y quien sabe cuántos asesinatos más in.
gistratura, a la nobleza y al rey: Es porque es numerables, y las cobardías y las emboscadas y costumbre de mancebos usada hubiera dicho el las traiciones y las hipocresías. contádlas si po regocijadísimo Arcipreste de Hita no querer déis! y tan sencilla la luz y tan simples nues sempre tener alguna enaniorada sino querer tros ojos y tan enmarañada en un laberinto de sempre decir todo aquello que los grandes señocam nos sin camino, la complicación de la men res no quieren oír tan alegre y tan real y tira que se viste con el vestido de la verdad.
tan viva, que nunca como en esta noche, enten.
El nombre científico del armado es muy sig dimos la verdad verdadera de aquellos versos de nificativo, dasypus novemcintius. El adjetivo Horacio: Tulit eloquim insolicum facundia pregriego dasus, áspero, erizado y las dos palabras ceps.
latinas novem y cintilis, nueve veces cenido, nue nunca me acordé tanto los pájaros de ve cinturas o una sola cintura de nueve compli Aristófanes. Sólo los estudiantes son pájaros; tocaciones. No sé porqué pensamos en la calum dos los demás, demagogos, sofistas, gramáticos, nia.
literatos, caballeros bayardos que de Bayardo no Era mi vida como un espejo y vino el calum tienen más que el nombre, payasos, políticos y niador y dijo una palabra complicada, áspera palabreros, todas e los son las nubes. los cadasus y al punto comenzó la ese en mi camino balleros. las avispas. sólo los estudiantes so.
y en cada una de las vueltas de la ese, in los pájaros.
numerables espinas. dasus) y mi pobre alma iba. Tio, tio, tio, trio, trio, trio, tiotó, tiotó, y volvía por las vueltas de la ere, espinándose, tiotó, triotó, triotó, triotó, totobrix, totobrix, hasta que vino a quedar nueve veces ceñida por totobrix.
cl cinturón rojo de las iniquidades del mundo. Algarabia de pájaros y nada más, así dicen Cuándo vendrá el día de Nuestro Señor Jesu. los viejos; pero si sois todavía jóvenes, podéis cristo? Entonces será la mañana de la verdad oir, debajo de aquellos trinos, y a tres voces, desnuda.
la misa cantada del mundo. Pallais En Brnjay de Flandes, Aloy trece clan del mes de Agosto de mil novecientos treintu. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica