IRepertorio Americano SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XX San José, Costa Rica 1930 Sábado de Marzo Núm. 10 Año XI: No. 482 SUMARIO El Genio de la danza. Mensaje.
Poesias.
Ortega y Gasset.
De diecisiete trpinta.
Carta a don Victor Guardia Quirós Tablero (1930. Bolivar y Humboldt.
Audrenio Joop Vasconcelos Carlos Luis Suien: Francisco García Calderon reler Altenberg Ilaya de la Torre Cornelio Hispano Carta a Vasconcelos.
Isadora Duncan y la pedagogia de la libertar.
Pongamosle freno a la oratoria fácil La Edad de Oro. Un emblema y una parábolu.
El jubileo da Edison Querejemplo!
Carlos Deambrosis Martins Juan del Camino Morco Fidel Sudire: César Falcón Juan Luis Vives eil.
EM la literatura de confesiones, que El Genio de la danza Con la imprevisión de la cigarra, arranca de Rousseau, el libro de amada de los dioses, Isadora. cuando Isadora Duncan, Mi vida, puede figu.
reunía algún dinero, se consagraba. al.
rar como uno de los más atractivos y estudio de su arte y a la escuela de de los que más valiente y serenamente danzas con que intenta ha perpetuar el avanzan en la declaración de la vida.
don estético que había recibido. Era interior. Isadora Duncan, muerta menester que la necesidad apremiase circunstancias misteriosas en que apunpara volver a las contratas lucrativas; ta una vaga impresión de fatalidad que la alejaban de los lugares y las àntigua, fué alguien; fue una de esas tareas predilectas.
personalidades singulares que forman en cada época la aristocracia univerEn estă autobiografía no se muestra sal, la selección del renombre. Era una sólo la artista. También se descubre artista; verdadera y gran artista que Ja mujer, en cuanto puede hacerse tal había restaurado la dignidad de una distinción. Esta es la parte que corresde las primitivas artes, condenada por ponde a las Confesiones. Se distinguen su fragilidad a caer en una serie de las Confesiones. propiamente dichas, degradaciones. El fuego sacro de las de los Recuerdos y Memorias en que lejanas danzas que fueron expresión.
éstos narran sucesos hablan princidel ímpetu dionisiaco se convierte, en palmente de la vida exterior y de recivilizaciones viejas y complicadas, en lación, mientras las Confesiones levanlos fuegos lascivos de los bailes litan el velo de la morada interior y bertinos, negros y caucásicos, que ennos introducen en el huerto cerrado, tretienen la digestión de los públicos cuya entrada suele guardar un instinburgueses en music halls y cabarets.
tivo pudor. Por esto son raras las ver Fué la Duncan la restauradora en daderas y sinceras confesiones que han nuestro tiempo de las danzas griegas.
de vencer no sólo ese impulso íntimo.
Su arte tenía la nobleza de las figuque tiende a celar ninestro jardín inras de los relieves y de los vasos grieterior, florido mustio, que a veces gos. Era la euritmia de un cuerpo herpuede ser, en vez de jardín, un dramoso, la escultura en movimiento.
mático erial, sino también preocupacadencioso, la gracia de las actitudes del ciones y respetos externos.
cuerpo humano arrastrado por el imEs menester quo brote dentro un pulso musical. Arte efímero, de aque Bourdelle ansịa. patética de comunicaciones. a la llos que duran lo que el minuto de su que responde la práctica de la conferevelación, como. es también el del acsión religiosa. para vencer los natutor, y que sólo pueden conservarse en rales obstáculos. El pudor o censura las pálidas copias de la pintura o del dibu escitás helenizados. Sin ese amor a la interna de las confesiones es mayor cuanjoo en el estilo de una tradición de escuela. Grecia antigua, que se confundía con el. do se trata de la materia sexual, oyas Leyendo la vida de Isadora, escrita por amor y el entusiasmo por su arte, la revelaciones pueden parecer en el homella (de la que se ha publicado una bue Duncan. hubiera cedido en los tiempos bre. grotesco alarde da donjuanismo y na traducción castellana de Luis Calvo. difíciles a las solicitaciones de los empre en la mujer descoco o cinismo. Para prese piensa en una reencarnación. Aquella sarios y. hubiera sido una gran bailarina caverse de la sensualidad grosera, la inomujer de nuestro tiempo parece venir de de ópera, en vez de ser la restauradora ral cristiana, de que es heredera la moral la Hélada: diríase que existió en tiempo de una de las bellas artes, digna de figu aparente de nuestra civilización, ha cude Pericles y que trae un mensaje de la rar en el coro de las Musás.
bierto con el velo del pudor la vida sexual.
belleza antigua. Hay un curioso porme La vida de Isadora Duncan nos ofrece Debemos a esta concepción. ética cierto nor representativo en esta autobiografía: un ejemplo del desinterés del verdadero refinamiento de la poesía del amor y Cuando la Duncan pisó por primera vez artista, de la dedicación plena a la rea también las especies del pecado, que han el suelo de Grècia, besó aquella tierra lización de la belleza soñada, de la en dado nuevo sabor a da sensualidad. Mas que le parecía sagrada, entre el asombro trega de sí mismo al fin estético, con ha exagerado el sacrificio hipotético. de de los naturales. Ella, la bárbara, la ex desprecio del lucro y aun del aplauso la Naturaleza y. ha caído en el error de tranjera, era, en espíritu, la helénica, y: vulgar, virtud cada día más difícil en convertir ese dominio secreto en algo los modernos helenos, a pesar del idio una sociedad y una civilización donde vergonzoso, olvidando que estaba allila ma que conserva la tradición con estar la Economía tiene mucho más poder que fuente de la vida. De ahí la hipocresía más próximo al griego bizantino que a la Estética. Las obras maestras son hijas monstruosa. que rodea la vida sexual, y los dialectos antiguos. los bárbaros, los de estas vocaciones austeras.
que conocen bieu médicos y confesores.
Isadora Duncan en alemán danzante Por Bourdelle Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica