REPERTORIO AMERICANO novedad, bulliciosas, a aprender diariamente mil Parra, que en Ifigenia bordó con la pluma su. cubrimos que aquel hombre tiene hijos cosas divertidas, a concurrir a la escuela, a ju tiles arabescos, correspondientes a complejida y que no solamente les ama (pues esto gar, a soñar, hasta cuando amanece el día en des y a perplejidades de la inteligencia, en las aun en las fieras es sentimiento natural. que una vaga nostalgia se les va insinuando, Memorias de mamá Blanca escribió como un niño. sino qua es apasionadamente amado por con el pensamiento de los deleites cristalinos Es un arte en extremo difícil el de esa senci ellos, lo cual supune algo fuertemente que perdieron, al tiempo con la libertad, de que llez. Copiar los sentimientos de la infancia e bueno en el padre. Ante aquella maniera símbolo el campo. cuando retornan, in. impregnarlos del perfume que tuvieron cuando festación reveladora, nuestro juicio revitadas a pasar un dia alegre por el nuevo no sabían expresarse, o se expresaban débil trocede espantado, y el hombre que esdueño, una gran melancolía es la que encuen mente, es haber conservado una limpidez de tuvimos a punto de condenar en su todo, tran, al pensar en tántos seres amables des alma digna del dón magnifico. Teresa de la nos inspira un súbito y profundo respeto, aparecidos y al advertir que mil detalles, de los Parra, cuyos ojos sabios han visto cuanto la y aun le otorgamos una buena parte de que comprometieron su fantasía y su corazón, vida tiene en esplendor y en quebranto, y por nuestro afecto.
habían sido cambiados.
cuyos oídos han pasado todo el clamor de im Entonces se nos hace evidente que Una dulce tristeza se escapa de este libro. ploración que su hermosura inspira y todo el cada hombre es un castillo de Dios, inexNo hay entre nosotros quien no tenga recuer fervor de devoción que su labor despierta, es pugnable a nuestro juicio humano, y dos parecidos, y quien al evocarlos no llore, dueña de esa gracia que le permite ser niña y cuya recóndita fortaleza y secretas deen lo interior, el adiós de esa frescura, que la ser mujer, para conmover o inquietar, según fensas sólo Dios puede inedir y contras vida nos roba, a tiempo que nos va arrugando. le venga en gana. Muchas otras actividades tar para sostenerlo o arruinarlo.
No hay sentimentalismo allí en las expresiones. podrán tentarla luego y muchos otros libros «Pasad por la noche a orillas del mar Hasta el dolor causado por la muerte de una salir de su pluma para divulgar su hechizo. dice Ernesto Hello. bajad los ojos: de las niñas tiene al margen una nota sonriente. Pero los publicados ya son suficientes para contad los granos de arena de la playa; La madre, de lenguaje rebuscado, no gemia: que en la América latina miremos hacia ella alzad los ojos: contad las estrellas del. Por qué me dejaste tan sola. sino. Por con un afecto hondo, en el cual deben caber cielo. Todo esto es poco. Pero si probáis qué me dejaste ingrima. expresión que forzo holgadamente la admiración y el orgullo a que de contar las acciones y las reacciones samente habia de quedar como un misterio en naturalmente conduce la certidumbre de saber interiores y exteriores, las pasiones, las la memoria de las otras hijas. Teresa de la la nuestra.
gracias y las tentaciones, las circunsL. Nieto Caballero tancias, los golpes y los rechazos, los asaltos de dentro y los de fuera, los caprichos, los deseos, los éxitos, los fracasos, La bondad redentora los dolores y los ataques: esa multitud inmensa de esfuerzos contradictorios que Del tomo IV de los Articulos. Barcelona. 1912 proviniendo de él, sobre él, por él o si como gusta a veces salir a la liber. Queda en el alma la visión plástica contra él, han producido al cabo de cuade la escena: Jesús sentado en el suelo, renta o cincuenta años al hombre que gada, dejándose llevar tan sólo por el inclinado, escribiendo con el dedo en la tenéis en un momento dado ante vuesvario atractivo de los caminos que se arena cosas divinamente vagas, y la mu tros ojos; si intentáis ese cálculo infinito, ofrecen al paso, así también place al jer en pie ante El, solos los dos, tras la buscáis un número que sólo Dios conoce, espíritu, en ciertas horas, ser selicitado avergonzada huida de los acusaclores con queréis levantar el velo que oculta la por el azar de los libros abiertos al fusos. luego, en aquella soledad pro justicia eterna, y tal atentado parécese descuido y como por el presentimiento ducida por la bondad, enderezarse Jesús quizás al de aquel soldado de Josué que de hallar en ellos la sabiduría que mejor y decir: Ni yo tampoco te condenaré. puso sus manos sobre lo que estaba reserconviene al instante.
Vete, y no peques más. vado: sobre el anatema. Hay, sobre todo, libros que nunca se.
Esto sucedió «de mañana. según el He aquí, pues, como nuestros juicios abren en vano: los Libros Santos siempre texto sagrado. Debió ser una mañana deben rodearse de una santa circuns: tienen algo que decirnos, y una cierta ins muy clara; y en la claridad de ella nos pección que les imposibilite de hacerse piración conduce nuestra mano a escoger parece ver a la mujer alejarse lentamente de asiado totales y demasiado definientre ellos y a abrirlos en la página propicia. y con la cabeza baja, y quedar Jesús tivos, y que les purgue de la hiel de De este modo se han encontrado hoy solo, en medio de una paz inmensa, in nuestro egoísmo y de nuestra soberbia.
nuestros ojos con el Evangelio según clinado otra vez al suelo y escribiendo ¿Hemos de cerrar, pues, los ojos a lo San Juan, en el pasaje aquel en que los en él, con el dedo, cosas divinamente que nos repugne, transigir con lo que escribas y fariseos presentan a Jesús la vagas.
nos rebaje, y abrir los brazos al que va mujer sorprendida en adulterio.
Si en el tiempo que permanece en a herirnos. Oh! no, por cierto; pero obe«Maestro le dicen. esta mujer ha nosotros la evangélica visión nos fuera decer solamente al impulso defensor en sido sorprendida en adulterio, y Moisés presentado el mayor criminal del mundo su pureza natural y en su naturaleza nos mandó en la ley apedrear a estas para que lo juzgáramos. le condenaría momentánea, sin erigirlo en juicio tertales. Pues, tủ. qué dices? esto lo. mos en nuestra alma. Qué horror, con minante; dejar el juicio siempre abierto decían tentándole para poderle acusar.
denar!
a reforma para cada caso, y esperar siemMas Jesús, inclinado hacia abajo, escri Ante la culpa que hiere nuestro senti pre una oculta bondad en cada cosa; y bía con el dedo en tierra. como pormiento del bien, puede nuestra naturaleza que además nuestra bondad se haga fiasen en preguntarle, se enderezó y les reaccionar en un movimiento de repulsión redentora, saliendo al paso de la que dijo. El que entre vosotros esté sin hacia el culpable en proporción al estado pugna por brotar del fondo de todas pecado tire contra ella la piedra el pri de nuestra moralidad y a la perversidad ellas, puesto que en el amor fueron tomero. inclinándose de nuevo conti que la culpa le presenta. Pero juzgar, das creadas.
nuaba escribiendo en tierra. Ellos, cuando lo que se llama juzgar, condenar el fondo Suponed a la adúltera del Evangelio esto oyeron, se salieron los unos en pos del alma del culpable ¿quién se atreverá apedreada según Ley; suponedla sobrede los otros, y los más ancianos los pri a tanto si forma parte del cuerpo mís viviente a un tal suplicio, y nada os meros. quedó Jesús solo, y la mujer tico de Jesús?
costará (antes bien os sentiréis inclina que estaba en pie en medio. enderezán Tal vez hemos encontrado en nuestro dos a ello) figurárosla reincidente en su dose Jesús le dijo. Mujer en dónde camino un hombre que hemos reputado impureza, vivo aún el dolor de las pieestán los que te acusaban? ninguno te por malo o despreciable. No le fiaríamos dras en sus carnes. Pero esta mujer que ha condenado? Dijo ella: Ninguno, Seni el más superficial sentimiento de nues en la claridad de la mañana se aleja ñor. dijo Jesús: Ni yo tampoco to tro corazón, ni un cabello de nuestra lentamente de Jesús que sólo le ha dicondenaré: Vete, y no peques más. cabeza; aun el dirigirle la palabra nos cho. Vete y no peques más. podéis La lectura del sublime episodio deja cuesta un esfuerzo, y estamos a punto figurárosla otra vez infpura? Nunca más.
a uno encantado, sin saber qué decir, ni de condenarle irremisiblemente en nues La voz del Señor la purificó para siemsiquiera qué pensar, sólo con el alma tra alma. Pero he aquí que un dia des pre en vuestra mente.
inundada de la bondad divina ante la cual todo mal se desvanece.
Juan Mara aragall 11 1903. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica