Imperialism

REPERTORIO AMERICANO 267 Antonio Rubio y Lluch. Tanta Glosas aún la sed generosa do su espíritu. Una reputación de particularismo como tieintuición de unidad de Cultura de sonen esas tierras de nuestro Levante, y Do ABC. Madrid lución reflexiva no so puede hablar, mirad, mirad cuántos y cuán grandes puesto que, en el momento en que ello apasionados de la diva unidad nacen se producía, el problema teórico de la en ellas. La unidad del humano saber, que se llama «pluralidad de culturas. quién ha podido amarla más denodatodavía había de tardar algún tiempo damente que Raimundo Lulio, si no es, en plantearse. una intuición, más inspasados los siglos, el gran Leibniz, sopirada quizá en el gusto clásico que en ñador como él de un sistema universal la tesis del clasicismo, vino a completar y completo, donde se reuniesen, en orprovidencialmente el sentido unitario gánica forma, así la del árbol, todos los de la producción literaria (lu Rubin y conocimientos posibles? Y, por la uniLluch. El contorno de España se había dad religiosa, cuando los negros días dei delineado ya, integro, en su mente y en Cisina de Occidente. quién agonizó como su corazón. cuando lo abrió lo nuevo, Vicente Ferrer. Vicente Ferrer era vapara dar cabida en su trazado a la sim lenciano; Ramón Lull, mayorquin; Juan biosis de un continento entero, a la viPrim en el más estricto de los sentiva realidad espiritual de nuestra Amédos de la palabra catalán. Pues, tan rica. Poco más tarde un nuevo ensanimpaciente fué éste de unidad política chamiento se impuso. Ahora todo el como los otros lo habían sido de unidad Eucómeno iba a entrar. Iba a entrar, científica o religiosa. Conviene leer y bajo especie de Grecia, denominador meditar salvando obstáculos de toda Rubio y Lluch común de humanidades: y no ya en suerte los libros recientes de otro gran Dibujo de Solis Davila forma de la Grecia muerta y embalsaamigo de unidades, el singularísimo e mada, sino de la viviente. Viviente en inquietante Francesc Pujols, para alcanlas ruinas, viviente en los textos. La zar a entender hasta qué punto la poliintelectual, esta sorprendente empresa educación romántica bien había ensetica de las grandes incorporaciones fué unitaria que consistió en introducir; monado, en la familia de este hombre, cola política del imperialismo hijo de dio siglo hace ya, en la misma hora, si mo ruinas y libros pueden vivificarse.
Réus.
no antes, que Juan Valera y que MeAsí, dentro de la economía íntima de he aquí recibido estos días como néndez y Pelayo, el hispanoamericanismo.
su obra intelectual, Cataluña vierte sus suyo, por la Real Academia Española, Aquella superación general cuando la riquezas en España; España, en Améotro varón de allí, admirable en el caherida de las separaciones ultramarinas rica; América y España, en el mundo.
lor y el esfuerzo, en el servicio de la hacía tanto daño aún supo Rubio vencontuvo Ni frontera geográfica csta unidad. La tradición de una compatibicerla abriendo los brazos y los impul obra, ni muro doctrinal la aisló. Oreada lidad armoniosa entre las dos expresiosos de la curiosidad y todas las luces de por las auras de tantos climas, onerada nes lingüísticas de Cataluña, él la conde la mente, para una obra de informapor la dignidad de tantas tradiciones, tinuó y la mantuvo, en su obra, en su ción y de comprensión. Así, donde una icómo adivinamos la sonrisa de quien la colonización terminaba, venían a estudio, en su familia, en las personales concreara cuando le oímos, calificarse a si manifestaciones de su espíritu, contra servarse idealmente sus elementos de propio, de «escritor regional. con ima viento y marea, hasta en los momentos síntesis, en la transfigurada aparición de en que el ambiente pareció volverse un místico Imperio.
modestia que en su ironía no deja de tener puntos de semejanza con la de más esquivo a esta concordia y en que aquel que, entre los sofistas retorsos, se las actitudes de recíproco exclusivismo Un escritor regional. Pero a quiso definir como diletante!
amenazaron volverse ley común. Pero tan gran fervor unitario esta doble inen esto, después de todo, el precedente corporación no bastaba. Unidad de Na Vindicación. Aficionado a la ya existía; la hazaña era, sobre todo, ción, unidad de Imperio, no apagaban sabiduría. Erudito provincial. moral; de heroísmo más que de invenBien; luego pesan los tiempos y ajusción. Más fuerte, y de mayor maravilla Eugenio Ors tan las cuentas.
Espíritu de la economía. Virue de la pagina wd)
muchos discursos y publicaciones, y no encont tré nunca expresado, en priiner término, el motivo económico.
Por ejemplo, uno de los más antiguos fué el manifiesto de la Paz del 27 de Julio de 1809.
En ese manifiesto encuentro que se dice. Hemos sufrido con tranquilidad que el mérito de los americanos haya sido titulo cierto de humillación y ruina. Ya es tiempo de sacudir un yugo tan funesto a nuestra felicidad como favorable al orgullo español. ivo económico de la Independencia no aparece para nada en esas páginas. Cuando se dice en ellas. Ya es tiempo de organizar un sistema nuevo de gobierno, fundado en los intereses de nuestra patria. el concepto de los intereses se halla inmediatamente ligado al de Patria, que pierde, naturalmente, todo sentido económico para adquirir otro idealista. Si analizamos estos documentos, o los discursos y proclamas de Bolivar y otros caudillos con sensibilidad y buscamos entre los diversos móviles cuál es el inás fuerte, el más poderoso, el más enérgico, el que lanzó a los americanos a la pelea por la Independencia, yo creo que podremos decir sin vacilación que este motivo fué el orgullo. Se sentiau hijos de una tierra grande; no ocupaban el primer puesto en ella y les era insoportable sufrir una humillación de precedencia y renunciar a ese primer puesto a que se sentían con derecho.
Por ejemplo, el 21 de septiembre de 1803 la ciudad de Montevideo fué la primera en constituirse en cabildo abierto y, para excusarse el Dr. Pérez Castellanos ante su Obispo, que era el de Buenos Aires, le escribió una carta en que decía. Si se tiene a mal que Montevideo haya sido la primera ciudad de América que nianifestase el noble y enérgico sentimiento de igualarse con las ciudades de su madre patria. Este orgullo es lo fundamental, lo esencial de la Independencia e insisto en señalarlo porque, por otra parte, me atrevo a esperar que este mismo orgullo será, en último térınino, el resorte de la salvación y el bienestar y el esplendor de los pueblos de América. Pero es un hecho indiscutible que el motivo económico no aparece en el primer momento de la declaración de la Independencia.
Así es que hay un contraste capital, fundamental, entre la Independencia de los Estados Unidos del Norte y la de los paises hispanoame.
ricanos. Éstos, pelean por la dignidad, por la precedencia; los Estados Unidos, por el libre desarrollo de sus intereses y de sus capitales.
El norteamericano no quiere pagar contribución; lo que pague por este concepto ha de ser él quien lo impo! iga; no tiene idea del Estado, llegi a constituir Estado al cabo de unos años porque sin Estado no se puede vivir, purque sin Estado no puede presentarse colectivamente en el concierto de los pueblos, pero llega a él paganamente obligado por la fuerza de las circunstancias. El suramericano, por el contrario, en lo primero que piensa es en el Estado porque ve en el Estado la premisa de la Sociedad, la primera columna social. Y, a.
propósito de este contraste capital entre el modo de ser de los norteamericanos y los suramericanos, si me perinitis la frase, os diré que los norteamericanos pelean por el poder del dinero, y los hispanoamericanos, en cuanto tienen alguna preocupación económica, no pelean sino por el dinero del Poder. Risas. El contraste, como veis, es total. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica