194 REPERTORIO AMERICANO Poemas de Blanca del Prado (Envio de Canto Rosa, jardin, paloma, viento, niña, nube, cielo, azul, sol, agua, canto, madre, padre.
Palubras que se abren claras rompiendo los años al rededor de mi casita do sillar desde este rancho de adobe. Palabras niñas que se toman de la mano, haciendo ronda a mi pueblo. Palabras que salen de mis ojos, camino a la voz de mi padre.
1929 Pueblo Blanca del Prado Por Xavier Abril Los días no pasan en el pueblo; están apoltronados en las ruinas de las fés, que no obstante toilus las albas llaman a misa teinblando de frío.
Veinticuatro sombras que pasan por Ins mis.
mas cosas.
En las iglesias, por las claraboyas, las golondrinas llevan a Dios los mismos rezos viejos, cansados, tibios, sin fecha, con anhelos pálidos.
Un zapatero clava los mismos pasos rotos.
Los colegiales echan sus inquietudes a la acequia; pero no hay tiempo para ponerlas en un barquito de papel.
Las dos de la tarde, colgadas siempre de la albura de la ropa, en los cordeles de los patios.
Lavaza muerta, azulada, sin espuma.
Las plazuelas siempre en domingo, benditas, hastiadas.
En los vidrios, crepúsculo. Las ocho.
Se inicia. sólo debemos hablar del presente hacia el futuro como un nuero valor en la joven poesia peruana. Incorporada a Amauta recientemente publica algunos de sus poemas que anticipan el lenguaje manantial de su voz recién nacida nueva voz que vicne de su alma y que trasciende a un olor ruboroso como el que dan las primeras flores al abrirse recién.
No canta un mundo intencionado sino un mundo improvisado de atmósfera culida y alada. Lo improvisa quiza. Los hombres llegan a niños, los árboles a pequeñas flores que se pierden en el césped de los prados, o a lo más, aparecen como estrellas.
Hay un sentido diminuto a través de todo este mundo que no deja crecer ninguna imagen fuera de la orilla de su corazón. Dentro de su corazón centro, de su alma crece desmesuradamente este crecimiento de las cosas que habitan a la sonbra de nuestros pasos.
Julián Petrovick Santiago de Chile.
1929 que trae viajeros, no dejo pasar wo. Los llevo al Hotel. arreglo sus equipajes, les muestro la ciudad; compraré mi vuelta, si es menester. Feliz tú que vas a ver Prinkipo. Dirás a mis padres que ya tengo ahorros, que mandaré a traerlos. pero lo que yo quiero es retornar a mi Prinkipo.
Los transeuntes nos interrumpían el paso. Desde por la mañana había comenzado a soplar un viento huracanado que lerantaba polvaredas en la ancha calle principal, toda llena de escombros de la ciudad que se reconstruye. El viento de Bagdad. me dijo Kralipos, que viene del Asia. Recordé ese otro viento que, entre nosotros aporta frío y levanta polyaredas, el viento del norte, el Norte que barre la frontera y agita el Golfo y todavía llega ululante a mi Campeche. Por entre las nubes de polvo de aquel Sur de Bagdad, asoman duomos blancos y uno que otro minarete. Señalando a éstos, Kralipos decía: Todos los están echando abajo, sólo una pequeña mezquita dedicada al culto musulmán, guardará el suyo, en garantía de las iglesias cristianas del Asia. Los demás asombrosos edificios, a un tiempo macizos y aéreos, materia y espíritu, volverán a ser templos. Las que lo fueron tornarán a ser Basílicas; algunas de las mezquitas más pequeñas serán derribadas; he aquí una que ya está convertida en sucio Bazar do trastos viejos.
No quedarán huellas del turco. la orilla del mar se están levantando manzanas de construcción moderna y clara sobre el ancho trazo de avenidas magníficas. Se advierte en la agitación febril de los constructores cristianos, algo de la presteza creadora del yanqui; un soplo de nueva era. Creo, me dice Kralipos, que el incendio de Salónica fué intencional. No había otra manera de acabar con esas barriadas turcas de viejos leños hirvientes de gente y de chinches. El fuego purificador ha despejado el sitio de la nueva Salónica que su le. vanta.
Sin embargo, tengo que interrumpir a Kralipos diciéndole: Todo esto que hoy ves en Salónica, lo he visto yo en grande en el Missouri y en Kansas y también en San Paulo del Brasil. Improvisar ciudades es rutina de América. Llévame más bien a los barrios antiguos. Me queda todavía en los ojos el esplendor de Santa Sofía de Salónica y de San Demetrio y de San Pedro; me queda en la mente la vibración de las bóvedas; la eternidad de las masas que se asientan inmutables; el mensaje de las cúpulas que se alzan en el viento, cintilantes de armonía. Me queda todavía también, en la retina, el fulgor de los mosaicos. Supe hoy lo que es arquitectura y debería entrar en recogimiento para acariciar mi visión. Pero mi ruta, job Kralipos! está contada y ha de ser hoy mismo en esta tarde polvorienta. Hoy mismo acabemos de ver toda Salónica.
Ya llegamos a la zona un poco alta de casas viejas de dos pisos y una noble poesia de balcones y enredaderas.
Casas de piedra o de madera, con ventanas estrechas que se encubren de celosías o se abren sobre calles angostas que serpean en todos sentidos. Por el arroyo Esta noche mis siete años de un armario celeste lleno de pizarrines, salen de una palmeta rota. y mis siete años, sentados en un cuatro de tiza, en el fondo negro de una pizarra grande, quieren los unos blancos para bastones de mis muñecas y las oes para hacerlas rodar como aros. y mis siete años se han quedado en los colores de los caramelos en una tienda de mi barrio. Mis rizos castaños colgados de una recitación en el santo de madre y el miedo a los temblores, empolvado sobre los sillares de un pilar ruinoso.
Nis siete años corren todavía en el agua muda de una acequia angostita en el jardín, sobre una hojiga madura de sauce. y el gato hace reir aún a mis siete años con sus bigotes. y la angustia de una liga ancha que deja caer mi media. y la noche formando ángeles en el silencio, ángeles que caminan en las labores de la abuela en el dia. en el viento del cuento, se lleva también los besos de mi padre.
1929 Besos. no soy yo, es la noche.
Estamos en la pupila completa de esta noche y nos hemos encendido sin nombres en el alma.
Somos en esta noche como es de preciso el color de la flor.
Nada te he dado yo, ni tú me has dado nada, es la noche, es la mano ancha de la noche, a quien pertenecemos y a la que hubiéramos dado un nombre si tuviéramos quince años.
No he sido yo quien te besé, ni has sido tú quien me ba besado. Es la noche.
Mañana en una abierta claridad tendré mi nombre de todos los días en tus ojos y en el saludo amigo de nuestras manos hallaremos desaparecida esta noche y no sabremos quienes fuimos.
1930 Vino la derrota del alemán, pero el mi oficio y la casa pequeñita de Prínturco supo usarla como victoria propia. kipo, donde todos los domingos se reunía Vendió su traición y logró expulsarnos la familia a yantar, y para que los paen masa, sin motivo: más bien dicho con dres se recreasen en los hijos.
el motivo del odio. bajo la mirada in Sólo los viejos quedaron allá; los viediferente de los otros cristianos, los in. jos creen que no volverán a verme; pero gleses, los franceses, volvimos a soportar yo sé que he de volver a la Isla. Si no la befa del turco, ensoberbecido hoy, más hay otro medio, compraré mi entrada a que nunca, de su nueva inteligencia con los turcos, para eso trabajo diez y ocho los vencedores. Entonces tuve que dejar horas al día. Tren que se lleva o tren Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica