REPERTORIO AMERICANO 137 mendigo de Bagdad o de Day Verlaine de la Virgen una más que la llame: masco, peor que mendigo espa«Madre de los lisiados, ruega por ñol que cargaba vicios como un rico, Verlaine. cosa que nadie excusa con su osaVagabundo sin sensatez para su menta trastocada de huesos en una disparate otros locos fueron sensamudanza que no se acabó, al pobre tos que pudo escoger para andarlas absoluto; de donde le vendría trasuna Provenza o ma Bretaña, donde tocar los achaques diversos y darnos el viento que hace volar el harapo por renegamiento de la carne su que en él tenía por nombre «pederrota con ella, y por adoración de lerinas lo limpia y lo seca bien. En la Virgen su sorpresa de hombre vez de eso fue vagabundo de ciudad careado que topa criatura intacta.
y de una ciudad en que la calle primVerlaine de los ojos pequeños, disgosa, que es la del pobre, lo vueltintos, de los que conté de Voltaire, ve su esponja hediondisima.
los ojos que han mirado mucho su Verlaine, tan débil para poder pecandil de pobre en vez del sol buelcarse con el gañan robusto que llano que los rasga de una vez y que man Diablo y que lo trató a él con han lagrimeado lagrimitas pequenas el puntapié de los capataces a los por un destino sobrenatural; con sus niños que trabajan en su ináquina.
pómulos saltonos que cuentan la maVerlaine cotidiano y nunca épico.
la sopa que le hacía la mujer del cargado de pecados veniales quo no rezongo, cuando se la hacía, y lo son los de Condottiero o de, Rey, por mal que nutren los aguardientes del donde lo tenían que desdeñar más los bar al hijo de Adán que vino a «justos. verdadero enemigo de sí miscomer trigo, aceite y fruta.
mo, como llama el teólogo al pecador.
Derrotado Verlaine de la barbita Yo lo estoy mirando así como vivió, rala y amarillenta de cáñamo que enojado con su cuerpo y su alma, se malogra, también ella indigente, estropeándolos todo lo que podía con la que le escondía la boca en que su poca fuerza, y diciendo que así prosuele verse nuestra derrota. Mirada baba a Dios que compone el descabien ausente de las cosas, y de la labro.
misma botella que se le había vuelto Reenseñador y devolvedor de la hija, mirada de borra de sí mismo, escritura medioeval que teníamos olpero buena al cabo para ver las vidada nosotros, corrompidos por el Por Enfeite Carrier cosas que eran las suyas: la mesita viejo Hugo, pastor de avestruces; tan grasienta del café perdurable, la papiadoso por habernosla traido como la red con roña de su cuarto, cuando lo tenía, do que el óleo ian cabal de su poesía no Eva que enseña a habiar a su niño y o el muro insolente de yeso de su hospital. lo sirviese para aceitarle la coyuntura evita que aprenda por ahí el gruñidito Verlaine de la pierna más desobediente mohosa; pobrecita pierna a causa de la de una bestezuela.
que el mal amigo y de la que se le burque dan ganas de añadir a las letanias Verlaine ofendido, a quien llaman el laban el asfalto inoderno lo mismo que «amado de los mejores» aun cuando parelas losas de Notre Dame cuando entraba Gabriela Mistral ce que los peores han pisado en su vida a rezar; pierna aliada de su mujer para y lo han aplastado en el pavimento, hacerlo su irrisión y que se le burlaba Cavi. Genova, Noviembre de 1929. como a un pellojo de fruta preciosa.
Prul Verlaine No sé, ama señora; tenía pena. hace con amabilidad los honores de Por las ventanas que dan al patio. Ah! con que tenías pena! y por eso dueña de casa. Su voz melosa tiene penetra a raudales la luz del mediodía, el fuego está casi apagado y el servicio inflexiones acariciantes cuando se dirige y en la pieza la atmósfera impregnada a medio limpiar. acentuando la iro a Gabriel que va y viene trayendo los del olor de las viandas es calurosa, sofonía burlona de sus palabras, la dama manjares.
cante.
prosiguió: Para esa pícara pena ando Esta simulación no engaña al huér Terminado el almuerzo, y habiéndose trayendo aquí un remedio santo, infali fano, que sabo demasiado que tales blan ido el anciano a dormir su acostumble. En un Jesús, vas a sanar de la duras le serán descontadas más tarde brada siesta, doña Benigna y su comaenfermedad.
con creces por el implacable chicote. dre pusiéronse a charlar de sobremesa, diciendo y haciendo, sacó de debajo Con los brazos arremangados y un blan explotando, con sabia erudición, el tema del delantal un pesado chicote y con co delantal anudado al cuello, se des inagotable de la chismografia provinla soltura y el garbo de una añeja liza, con los pies descalzos, sin el menor ciana.
práctica, lo enarboló por encima de su ruido, en torno de la mesa.
Cuando el pequeño, después de alzar cabeza.
El ama, vestida con su invariable el mantel, se hubo marchado a la cocina, Pero el ruido de un aldabonazo en la traje de merino negro, peinada y aci doſia Encarnación preguntó con indifepuerta de calle detuvo en el aire la calada con esmero, muéstrase alegre y rencia: diestra flageladora. Precipitadamente el decidora. en tanto que doña Encarna. Qué es lo que tiene este niño? Anda ama volvió las disciplinas a su sitio bajo ción, menuda y regordeta, embutida en tan encogido, tan callado. Estará cnferel delantal y abandonó la cocina,. mur un pomposo vestido de colores vivos y mo, comadre?
murando entre dientes, con reconcen chillones, apenas habla, muy inquieta Doña Benigna respondió con viveza: trada ira: con el indócil resorte de su dentadura No, no está enfermo. Es que denan ¡Espera, ya me las pagarás! postiza que se obstina en jugarle una tes lo reprendí, y, como tiene tan mal mala pasada. El anciano, grueso, corpu carácter, todavía lo dura la taima. Y, lento, de ancho rostro abotagado y pur cambiando súbitamento de tono, agregó, púreo, come parcamente con gran dis lanzando un profundo suspiro: En el pequeño comedor, sentada a la gusto de su sobrina, que le reconviene. Ah, no se imagina Ud. lo que ine cabecera de la mesa, doña Benigna, con voz meliflua: hace sufrir este chiquillo! En el poco teniendo a su derecha a su vecina y. Vaya, qué desganado está hoy, tío; tiempo que lo tengo en casa mo ha comadre doña Encarnación Retamales apenas prueba lo que le sirvo. Gabriel, hecho salir canas verdes.
y, a su izquierda, a su anciano tío, un hijito, no se quede dormido, quite estos Doña Encarnación la interrumpió șisolterón de humor agrio y displicente, platos.
lenciosa. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica