332 REPERTORIO AMERICANO abandonadas, el martirio de los recuerdos Sobre la verde falda del otero, insepultos: De naranjos cercad la tumba mia, Do arrullos se oigan al morir el dia quién le rogare me de la entrada trisque y zumbe el colibri pampero.
Si extraño y pobre vuelvo a la morada Donde la infancia y Juventud pase. Hallándome en Cali cuenta Rivera Garrido hace ya muchos años, una tarde de Si no querrá su poderoso dueño Que espante los lebreles con mi leño paseo salimos con Jorge, y nos encaminaNi que le deje el polvo de mis pies?
mos a la colina de San Antonio, bello sitio, desde donde se domina el más hermoNo ves que herido por las zarzas vago, So paisaje! Cali, coronada de palmeras y Que sufro sed y de reposo. tengo Necesidad y alivio junto a ti?
en medio de risueñas campiñas, al pie, y lejos, el Valle espléndido con sus llanuras El ruido de sus pasos. Fue una gombra, cercadas por la Cordillera Central. Sentados Deliras, corazón. Suena, infeliz!
sobre un montón de piedras, ennegrecidas por el tiempo y calcinadas por nuestro arY esta frase que condensa la inmensa de diente sol, Jorge me mantuvo encantado solación del poeta, y en que el contraste de por más de una hora, narrándome, a graulo eterno y. del tiempo. de lo que fue y de des rasgos, el argumento de Camilo. Que lo que es. aparece en toda su terrible cer espera usted, le dije, cuando hubo terminatidumbre: do la lectura, para enriquecer con tan preSiento que vaga en torno de mi frente ciosa joya la literatura de nuestro país?
Halito de sepulcros. Indolente. Nuestro país? Cuál, el Cauca?
péndula se mece del reloj Si. Jorge; el Cauca, el Cauca, le respondi. no sólo sus poesias, también las cartas Ah! El Cauca! exclamó con acento de a sus amigos destilan melancolia y hablan honda amargura, a la cual se mezclaba la de la dura necesidad que lo acosa, de la vehemencia del amor a la patria. El Cauca. pobreza, de la muerte que constantemente Lo amo mucho y quiero verlo engrandecido lo obsesiona. Aun a sus hijas las canta con como sus montañas que desde aquí vemos, tristeza en estos versos que fueron publicacoino sus llanuras y sus selvas, vastas y dos y no Iran sido reimpresos, en La Siesta, hermosas, que desde aquí contemplamos.
de Bogotá, en 1855 y 1886, en dias de perPara mi el Cauca es foco inextinguible de secusión para el partido liberal, que fue el emociones gratisimas. En el Cauca naci y de Isaacs: fuí niño, en el Cauca amé. Aqui vivieron y murieron mis padres, aqui nacieron mis hijos; mi hija Clementina el reflejo de este cielo admirable presto luz a los bellisimos ojos de mi esposa. Si estuvieras aquí, cerca del lecho allá, levantándose y mostrándome con la Donde el dolor sin tregua me tortura mano extendida, sobre las faldas de la Cor.
Cuántas angustias de mi amente pecho dillera Central, los puntos blancos de EL Calmaran tus caricias y ternuras!
PARArso, la morada de sus mayores, el esDe la desgracia el huracán deshecho cenario de MARIA, alla quisiera morir, para Combate sin cesar nuestra ventura, que mis restos, ocultos bajo las piedras de es ya este grande corazón estrecho esos collados, descansaran en el reposo Para la hiel que en su infortunio apura. eterno, en contacto perdurable con esta tieCúmplase así la voluntad divina rra amada. Amo al Cauca, aunque es tan Del que les dio a tus labios virginales ingrato con sus hijos.
Mi dulce y adorada Clementina, Son los días crepusculares en que Isaacs, Trinos de los sinsontes y turpiales; leyendo a Maria, vuelve por última vez en Del que puso en tus ojos hechiceros espiritu al hogar de sus amores, y escribe Arrobadora luz de sun luceros.
estos lamentos de suprema belleza, que son como el testamento del poeta, el triste canLa Bella de la Noche to del cisne que va a morir: Toda flor es un templo los arcanos «Páginas queridas, demasiado queridas Esconde allt de amor Naturaleza, quizá! aún el arte sutil de los humanos Mis ojos han vuelto a itorar sobre ellas.
Nunca imitar logró tanta belleza.
Las altas horas de lu noche me han sorprendido muchas veces con la frente apoDel Tucurlnca en los se vosos llanos del Caribe mar en la grandeza, yada sobre estas últimas, desalentado para Fragante flor oculta su pureza trazar algunos renglones más.
Al sol ardiente y céfiros livianos. lo menos en las salvajes riberas del Dagua, el bramido de sus corrientes arrusBlanca nació de un rayo de la luna En la tremula sombra de la umbria trándose a los pies de mi choza, iluminada La reina y Kala de la noche bruna: en medio de las tinieblas del desierto, me avisaba que el velaba conmigo.
Esa flor es tu imagen, Julia mia, Las brisas de aquellas selvas ignotas veOrgullo de mi vida sin fortuna, nian a refrescar mi frente calenturienta. Mis en nuestro pobre hogar luz y alegria.
ojos, fatigados por el insomnio, veian blanY cuánto fue su amor por la tierra donde quear las espumas bajo los peñascos corovió la luz del sol, lo dijo él repetidas veces, nados de chontas, cual jirones de un sudario con palabras casi empapadas de lágrimas.
que agitara el viento sobre el suelo negro de una tumba removida.
Call, ciudad de las silosas palmas Aqui el silencio forzado de la ciudad, las Do se mece tranquilo el aquilon, paredes de mi pobre albergue por horizon Te has dormido al arrullo de las aguas Que dan a tus campiñas su verdor.
te. Las campanadas, del torreón, centinela tenebroso, importunándome con el golpe de Ay! te has dormido de llorar cunsada.
las horas en que necesito reposar para vivir. tienes en tu sueño por cojin Vuéla tú, entristecida alma mia; cruza las Estas colinas, ora solitarias, panipas, sálva las cumbres que me separan Do huyeron tardes de mi edad feliz.
del valle natal. Cuán bello debe estar ahora Mucho lloraste. En el extrano suelo entoidado por las gasas azules de la noche!
Amargo llanto derrame también: Ciérnete sobre mis montañas; vaga otra soy donde naci casi extranjero!
vez bajo esos bosques que me niegan sus Si me niegas tu abrigo, odónde iré?
sombras.
Como en la orilla juncosa de la laguna Envejecido en el dolor, ya quiero Dormir en tu regazo, vega umbria solitaria, cuando llega la noche, se ve un Do el Cali en siis murmullos repetia grupo de garzas dormidas juntas, en pie y Cantos de mi niñez y amor primero escondidos los cuellos bajo las alas, asi blanquea a lo lejos en medio de sotos umbrios la casa de mis padres.
Descansa y llora sobre sus umbrales alma mia!
Yo volveré a visitarla cuando las malezas crezcan en maranadas sobre los escombros de sus pavimentos; cuando lunas que vendrán bañen con macilenta luz aquellos muros sin techumbre ya ennegrecidos por los años y carcomidos por las lluvias. No! Yo pisaré venturoso esa morada a la luz del medio día: los pórticos y columnas estarán decorados con guirnaldas de flores: en los saloues resonarán músicas alegres: todos los seres que amo me rodearán allí. Los labradores vecinos, y los menesterosos, irán a dar la bienvenida a los hijos de aquel a quien tánto amaban; y en los sotos silenciosos reinará el júbilo, por.
que los pobres encontrarán servido su festin bajo esas sombras.
Exótico señor de aquella morada, qué mano invisible arroja de alli a los suyos?
Sirven las riquezas al avaro para ensañar a los malos contra el bueno; sirven hasta para comprar las lágrimas de una viuda y de huérfanos desválidos. Pero hay un juez a quien no se puede seducir con oro.
No tardes en volver alma mía. Ven pronto a interrumpir mi sueno, bella visionaria, adorada compañera de mis dolores. Tráe humedecidas tus alas con el rocío de las patrias selvas, que yo enjugaré amoroso tus plumajes; con las esencias de las flores.
desconocidas de sus espesuras, venga perfumada la tenue gasa de tus ropajes, y cuando ya aqui sobre mis labios suspires, despierte yo creyendo haber oido susurrar las auras de las noches de estio en los naranjos del huerto de mis amores. Desde principio de 1895 se agravaron sus dolencias hepáticas, contradas en las playas malsanas del Atlántico, hasta el 17 de abril en que, a la hora del Angelus, cerca del rumoroso Combeima y bajo el resplandor del nevado del Tolima, exhaló el último aliento aquel gran corazón que tanto habia palpitado en la vida. Murió pobre y desamparado a los 58 anos apenas. El gobierno regenerador de su patria presidido entonces por el vicepresidente Miguel Caro, quien habia escrito sandeces sobre Maria: de Según el sabio de ortodoxa escuela no quiso honrarse al excelso poeta con un simple decreto de esos que con tanta frecuencia se dictan en Colombia para politiqiteros y chisgarabies de mediocridad irremediable. Caro, el de los odios satánicos que causaron la guerra fratricida de los tres anos y la pérdida irreparable de la integridad nacional; Caro, el mal traductor de la Eneida, no podia perdonar, ni más allá de la tumba, el genio al inmortal autor de Maria. Si en las noches salpicadas de vampiros que siguieron a su muerte escribe un estilista colombiano hubieran ido los habitantes de Ibagué a llevar azucenas salvajes al sepulcro del genial autor del idilio más fresco y más ingenuo que posee la literatura universal, del poeta que ensancho los dominios del corazón, habrian encontrado, sobre la oscura piedra, el cuervo agorero, el ave negra cuyo siniestro. aleteo sintió Efraim el dia en que, en un cementerio campestre, cubrió de rosas la tumba de su amadar.
Durante la vida, la dicha puede tener su mérito; después de la muerte lo pierde. los ojos de la posteridad solo son bellas las existencias ilustres y desgraciadas.
Cornelio Hispano (Concluir en el próximo cuaderno. 1) Versos de una poesía puesta por Isaacs en en el Album de una gran dana bogotania. Este documento es propledad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica