madre, de cuentas fuese aplyidaba el sitio en que REPERTORIO AMERICANO 277 sentada en la vieja silla donde me de dos centavos que ha de servir en que se alargan sus vestidos, y en criaron y en la que hoy me siento para la comida de dos días (pero que ha de renunciar de mala gana a a escribir mis libros. Por fuera el quien vea en esto la pobreza, será los juegos. El horror de mis días que canteaba: su cara estaba teñida significa. y traia el agua de la noria llegaria un tiempo en que me seria hombre era tan rudo como la piedra porque no sabe lo que la palabra infantiles era el darme cuenta de su espalda se encorvaba y el asma dia para el planchado, sin que falta atinaba cómo haría para conseguirlo no le dejaba en paz: tarde o tem ra una media en el obrador para los (esta agonía vuelvo sentirla aun en prano esa tos se lo va a llevar, pero ratos desocupados. Gustábale el char sueños, cuando me sorprendo juganmientras tanto eso no ha de impe loteo con las vecinas como a cual do a las bolitas, y me doy una midirle ir a su trabajo, ni siquiera las quier mujer, y toleraba los caprichos rada de frío reproche. comprendiendo grietas de sus manos mientras ellas de los hombres de la familia con una que me iba a ver obligado a seguir puedan empuñar el pico. Noche de benévola sonrisa. y todo lo hacía jugando a escondidas de los demás, lluvia de nevasca: mi madre, la sin aspaviento, saltando gozosa de la hice sobre esto mis confidencias a mi chicuela de delantal que cuida de la cama porque la esperaban tantos quey cuando ella me refirió su casa, ha salido ya muchas veces a haceres, y haciéndolo todo tan bien propio caso, ambos nos convencimos la puerta a ver si él llega. Al fin y con tanta compostura como si las de que eran muy semejantes. Ella aparece con la respiración silbante. futuras aprendices de dueñas de casa ha descubierto que el trabajo es al Otras veces le veo camino de la ya la hubieran tomado por modelo, fin de el juego más entreteiglesia, de la cual era una de las más, para luego escaparse en un arranque nido, y aunque yo también he llegafirmes columnas, y lleva en su boca infantil, ajugar, a correr la llave o a la do al fin a la misma conclusión, uno una expresión de firmeza como si gallina ciega con otras criaturas de y otro tenemos nuestros renuncios.
hubiera de tomar parte en un juicio su edad. Alcanzo evocar el tiempo Puedo decir cómo era su traje fadisciplinario: pero de vuelta a casa vorito a esa edad que se escoge la compasión le trae cabizbajo. Puede para las heroinas de novela: era un que su pequeña hija, que le vió tan vestido azul pálido con sombrero del severo hace una hora, no comprenda mismo color, cuyas cintas blancas por qué prolonga esta noche sus iban coquetonamente anudadas bajo plegarias, o por qué al levantarse de la barbilla. Cuando se le preguntaba donde estaba arrodillado viene a abraacerca de este tocado, jamás pudo zarla con inusitada ternura. Otras vehacérsele confesar que la hiciera verces él está en esta silla recitándole se hermosa, pero decia sin que faltara a su hija su poema favorito El Sueel sonrojo, que el era el color ño del Cameroniano; a la primera que le sentaba mejor. Una sonrisa línea dicha con tanta solemnidad solia acompañar estas palabras, como En las alas de un suelo fui raptada una noche Staba ella se excita hasta el punto de gride humor, comenzaba a contarnos tar, lo mismo que yo he gritado años de un mozo que. pero no pasaba después cuando ella me repetía a mi de allí y terminaba la alusión con los versos con la voz de él. Otras una de esas sonrisas que tardan más en borrarse. Nunca se la veces yo veía, como desde un balcón, oyo se, sind el cont cuando ella salia a través de los sino por contrario, negar enérgicamente que trajera los galanes al campos para el sitio donde su padre trabajaba, llevándole su comida. Va retortero, pero una sonrisa venia de entonando una canción a media voz nuevo a interponerse entre nosotros y entretenida en balancear la olla del y una convicción sincera. No hay paEnrique Hine, almuerzo, salta los torrentes y se ra qué negar que tenía sus pequeñas vuelve con satisfacción a medir con minaron en octubre pasado. Lo quila mirada la anchura del salto, pero vez su anillo de amuleto, llevaba el Dejo fama de caricaturista habil. De no se detiene a menos de encondedo en tal forma que hasta el su musa festiva, muchas estrofas no trarse con un pequeñuelo. Su se marchitaran. De su contacto con los poetas ingleses, nos quedan algunos curioso lo habría notado. Le preopasión por los niños hace que se detenga cupaban grandemente los guantes, y hizo de la Elegia de Gray. Que maa abrazar a todos los que encuentra, escondia sus botinas para que nadie pero mientras los acaricia no deja de nos piadosas recojan su estimable producción Ilteraria.
por equivocación, y cuando reparar en cómo están hechos sus Enrique Hine trajecitos, para después cortar de melas había ocultado, se ponía sospen noria moldes de ellos que han de In memoriam. Al poeta que murió del corazón.
quedar por ahí cuidadosamente guarbuen medio de provocar su enojo dados; ISe me hace duro, Enrique, creer que te hayas idol y cuando el tiempo llegue, el era el decirle que su sombrero del primer vestido para su primogénito ¿Era cierto?
año pasado podría servir este año será confeccionado con esos moldes, sin necesidad de un arreglo, o que Era tu corazón capitán decidido a bogar por los mares y no hallar nunct un puerto!
sacados cuando ella estaba en sus ni doce años.
tar el número de sus chales. En uno los ocho años de edad la muerde mis libros hay una madre que ¿Tambien reir podremos desde un gran mar abierto?
te de su madre la había dejado de está a punto de partir con su hijo dueña de casa y de madre de su Me hus dejado pensando mnchas cosas muy hondas: para el pueblo donde éste ha sido hermanito menor, y desde ese dia la solicitado como pastor, y que se detodos los imposibles que amaba tu ilusion.
ocuparon el remendar y el cocinar, la tiene en el umbral a preguntarle anPues si asi no sucede, sucederd lo mismo: limpieza y la costura, el regateo con siosa si a su parecer el sombrero el carnicero por el cuarto de libra de que ella se ha puesto le sienta, bien. carne de vaca y el corte de hueso Rafael Estrada. I) En The Little Minister jactarpoeta costarricense cuyos dias tersimos, lo estimamos, lo aplaudimos.
me.
nas versiones e. rcelentes, como la que Tus tormentas. tus suelos. tu desden.
Cuentame, Enrique: alta tu bajel, el querido mar abierto hallara? En ese mundo incierto también habrá sonrisas para forjar olvido?
que hallus tus Venus mancas, tus sohadas Giocondas, que en los Reinos del Padre buscaris el abismo,. y morirds de nuevo, también del corazón!
Octubre 11 do 1PRS. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica