342 REPERTORIO AMERICANO Página humorística de Trilussa cogi un cuchillo y se lo hundi en el pecho!
La parti como a un pollo, ipobrecita!
y en aquella muñeca tan bonita, sólo pude encontrar, joh. desengaño!
una rueda de estaño, un fuelle con soporte, un alambre y un rústico resorte!
Envidia la entrada de un templo hay un anciano que implora caridad con su alcancía, y, a su lado, una vieja cuya mano con fervoroso espiritu cristiano tiende a los feligreses cada dia.
El anciano dice con tono lastimero a todo el que pasa. Caballero, hace días que no pruebo bocado!. y la. vieja, mirando al pordiosero, refunfuña: Por Dios ¡qué exagerado.
Avaricia Conozco un ricachón, hombre ya viejo, pero que es avaro a un punto tal, que contempla su plata ante el espejo para ver duplicado el capital. luego dice: Aquélla es perentorio que la dedique a hacer beneficencia; pero ésta me la guardo por prudencia.
y la vuelve a poner en su escritorio!
Por más que ahora ya no soy peneca, cuando una dama con pasión me mira, se me ocurre pensar. no estará hueca. mientras más mi corazón la admira, menos puedo olvidar a la muñeca. La máscara Veinte años há me disfracé yo un día y aún conservo la cara de cartón que me sirvió para ocultar la mía.
Desde entonces está en una armazón aquel rostro de tez acartonada con la misma ridicula expresión, exhibiendo la misma carcajada.
Preguntéle una vez. En qué consiste. que te rías, sin pizca de rubor. de igual modo en las horas de dolor que cuando todo para el alma es triste. Feliz tú que, al nacer, sólo supiste qponer al pesar tu buen humor!
Contestóme la máscara. Qué loco! tú ¿qué ganas con llorar. Muy poco. Que la gente te diga. Pobrecito!
Compadezco tu pena y tu sofoco. Pero. tú crees que le importa un pito. Haz lo que yo y no seas inocente y si tu alma algún día se acibara. cúbrete con mi máscara la cara Pereza En un parque, a la entrada de un castillo, y sumido en el sueño más profundo, acurrucado, informe, hecho un ovillo, dormía un vagabundo.
Pasó un guardia y le dijo: Anda, caminalCon lentitud se incorporó el muy tuno, y le dijo: Caramba, no se imagina.
cómo ha andado hoy de oportuno!
Sabe usted en que soñaba?. Una pamplina.
que estaba trabajando en la oficina.
La muñeca Cuando yo era muchacho, mi hermanita guardaba en un estante una muñeca rubia muy bonita, que lucia un ajuar muy elegante.
Éscotado y de cola, aunque sencillo, envolvía el primor de sus contornos, dando a sus formas esplendor y brillo. era un traje amarillo, recamado de encajes y de adornos.
Dando vuelta a una llave, entornaba los ojos macilentos como si algo muy grave ocupara sus hondos pensamientos. Es que pensaba en realidad?. No sé!
Se llamaba Bebé.
Yo, por dar expansión a mis antojos, la ponia de espaldas hora tras hora y, viéndola esconder sus grandes ojos, pensaba en mi interior: iqué encantadora!
Una noche sentí una obsesión fiera, talvez muy natural en un peneca: quise saber con ansiedad que era lo que adentro tenía la muñeca.
Me deslicé sin vacilar del lecho, cauteloso, satánico y ladino, y, como un asesino. y te harás más simpático a la gente. Por eso hoy, cuando el llanto me provoca, a la máscara imito de mi armario y paso por un ser extraordinario que se rie del mundo a todo boca!
Organizando el Ministerio Cuando al Zorro, que pasa por muy serio, le encargaron formar el Ministerio, naturalmente se sintió muy ancho, pero queriendo aparentar modestiaconvocó, una a una, a cada bestia.
Tan sólo se negó a llamar al Chancho, pues dijo el muy ladino. No conviene llamarlo. Es tan cochino. El Perro, que se hallaba alli presente, le dijo. Hace muy bien! No es conveniente. más de sucio, desastrado y terco. tiene otro inconveniente todavía: que si llevamos al Gobierno al Puerco. va a estar siempre con él la mayoría. El Aguila y el Gato El Aguila dijo al Gato. Yo soy célebre!
Con mi nombre y mi fama, yo me rio del mundo entero, porque son los Hombres admiradores del ingenio mio. respondióle el Gato. No lo dudo. pero yo, que me paso en la cocina, osé que el Hombre, en verdad, admira al Aguila, pero en el fondo. prefiere a la Gallina. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica