Violence

M REPERTORIO AMERICANO 325 este tirano del alma, escoltado por la demencia, se re poéticas. El más ardiente de todos es Apolodoro (1. Lleva vuelve furioso; si halla alrededor suyo pensamientos o su pasión al extremo, sigue a Sócrates por doquiera, sentimientos honrados que pudieran aún avergonzarse, se llena con sus acciones y discursos, y no cree que los mata y expulsa, hasta que haya expurgado el alma exista otra vida digna de un hombre.
de toda temperancia y la haya llenado del furor que lleva consigo. 1) Después de sus primeros excesos, Cuando hablo u oigo hablar de filosofia, además de que me esa alma asolada y privada de todo dique, ha adquirido aprovecho, nada hay en el mundo que me cause tánto placer; mientras que, por el contrario, me muero de fastidio cuando os lo que llama Platón las costumbres democráticas; co oigo a vosotros, hombres ricos y negociantes, hablar de vuestros mo nave sin lastre, flota de aqui para allá a través de intereses. Lloro vuestra obcecación y la de vuestros amigos; todas las ocupaciones y todos los deseos. Vive al dia, creéis hacer maravillas y no hacéis nada bueno. Quizá también, satisfaciendo el deseo que se presenta; ya se embriaga por vuestra parte, os compadeceréis de ini, y me parece que tenéis razón; pero no es una mera creencia mía, sino que tengo al son de las flautas, ya toma agua y se vuelve absti la seguridad de que sois dignos de compasión. Tú siempre el nente; tan pronto se ejercita en el gimnasio, como está mismo, Apolodoro; hablando mal siempre de ti y de los demás, ocioso, sin inquietarse por nada; otras veces es filósofo.
y persuadido de que todos los hombres, excepto Socrates, son menudo vuelve a ser hombre de estado, y, lanzándounos miserables, principiando por ti. No sé por qué te han dado el nombre de Furioso; pero sé bien que algo de esto se advierte se de repente, va a decir y hacer lo primero que se en tus discursos. Siempre se te encuentra irritado contra ti y le antoja. Si gusta de los guerreros, al lado suyo se va; contra todos, salvo Sócrates.
si de los acaudalados, por ese lado coge. No hay orden ni ley en su vida; él llama eso una vida dulce, dichosa, Este impetuoso Apolodoro continuaria su diatriba si y la arrastra hasta el fin. no lo detuviesen. Otros, mayores en edad, son más Bajo todo estos rasgos de locura, siempre hay, sin tranquilos; Fedro, por ejemplo, que es tan apasionado, embargo, huellas de la antigua belleza. Entra a la sin embargo, por los discursos, exigiéndolos de todos.
sala del banquete, ebrio, con una tocadara de flauta, y Sócrates se burla lindamente de su mania. Esas conviene a invitar a los convidados a beber. Pero sus versaciones griegas son enteramente francesas, ligeras, conversaciones son de buen gusto, y sus discursos vivas, picantes, y sin embargo llenas de amenidad y tienen una gracia natural, un giro vivo y fino, una cortesía, salvo en los momentos en que giran bruscasoltura y una elegancia ricas de poesia y amenizadas mente hacia el entusiasmo y el ditirambo. Es el vuelo de ingenio. Habla de sus amores con la libertad de un sinuoso y ágil de una abeja, llevada de pronto al cielo joven o de un griego: es impudencia o impudor, lo con por una ráfa fieso, pero tan desprovisto de vanidad, que casi es amable. El corazón ha permanecido generoso y justo. Oh Fedro, si yo no conociese a Fedro, no me conocería a mi mismo; pero no sucede ni lo uno ni lo otro, y bien sé que Fe. Se me ha discernido, dice, el premio del valor en Po dro, oyendo un discurso de Lisias, no habrá querido oirlo una sola tidea; es Sócrates quien lo merecia, él me salvó. En vez sino que habrá pedido que comenzara de nuevo, y el orador fin, confiesa con la mayor franqueza del mundo su prole habrá dado gusto. no satisfecho aún con esto, concluirá por pia locura y sus propias miserias, y por qué debilidad apoderarse del cuaderno, para rever los pasajes que más le hubieran gustado. después de haber pasado toda la manana inmuflota continuamente entre dos extremos.
vil y atento a este estudio, fatigado ya, habrá salido a tomar el aire y dar un paseo. mucho me engañaria, ipor el Can. si «Cuando escucho a Socrates, el corazón me late con más viono sabe ya de memoria todo el discurso, a no ser que sea de una lencia que a los Coribantes. Sus palabras me hacen derramar extensión excesiva. Se ha ido a las afueras para meditarlo a sus lágrimas, y veo que muchos les sucede lo mismo. Cuando es.
anchas, y encontrando a un desdichado que tenga la pasión furiosa cucho a este Marsias, la vida que paso me ha parecido muchas por los discursos, se ha complacido interiormente en tener la fortuveces insoportable. No negarás, Sócrates, la verdad de lo que voy na de hallar uno a quien comunicar su entusiasmo, y precisarle a diciendo; y conozco que, en este mismo momento, si prestase que le siga. como el encontradizo, llevado de su pasión por oídos a tus discursos, no los resistiria y me conmoverias como discursos, le invita a que se explique, se hace el desdeñoso, y siempre. Este hombre me obliga a convenir en que, faltándome.
como si nada le importara; cuando si no le quisiese oir sería a mí mismo muchas cosas, desprecio mis propios negocios para capaz de obligarle a ello por la fuerza. Asi, pues, mi querido ocuparme en los de los ateniesises. Asi es que me veo obligado Fedro, mejor es hacer por voluntad lo que de todos modos luego habrá de hacerse. a huir de él tapándome los oidos, como quien escapa de las Sirenas. Si no fuera esto, permanecería hasta el fin de mis dias sentado a su lado. Este hombre despierta en mi un sentimiento Pero Fedro se burla tan agradablemente como Sócrade que no se me creería muy capaz, y es el del pudor. Sí, sólo tes; y cuando ve que su amigo se resiste a improvisar Sócrates me hace ruborizarme, porque tengo la conciencia de no un discurso sobre el amor, vuelve contra él sus propoder oponer nada a sus consejos, y sin embargo, después que me separo de él, no me siento con fuerzas para renunciar al pias palabras: favor popular. Yo huyo de él, procuro evitarlo; pero cuando vuelvo a verlo, me avergüenzo en su presencia de haber desmen«No me fuerces a devolverte tus burlas repitiéndolas con las tido mis palabras con mi conducta; y muchas veces preferiria, mismas palabras. Sócrates, si yo no conociese a Sócrates, no me asi lo creo que no existiese; y sin embargo, si esto sucediera, conoceria a mi mismo. ardia en deseos de hablar, pero se hacia estoy convencido de que seria yo aún más desgraciado; de manera el desdeñoso como si no le importara. Ten entendido que no que no sé lo que me pasa con este hombre. saldremos de aquí, sin que hayas dado expansión a tu corazón, que según tú mismo, se desborda. Estamos solos, el sitio es reEsta vacilación de un carácter medio maleado expresa tirado, y soy el más joven y más fuerte de los dos. En fin, ya me entiendes; no me obligues a hacerte violencia, y habla por. en resumen los sentimientos inciertos de un pueblo las buenas. que se balancea entre la sabiduria nueva y la nueva corrupción; pues nunca madre alguna se reconoció meEs admirable esa filosofía tan poco pedante y tan jor en los rasgos de su hijo que la Grecia en los de natural. En ninguna parte se ha visto esa malicia espiAlcibiades.
ritual ni esas sencillas gracias. Se conocía a una vieja Pero hay otros de ellos cuyo excelente natura! pre arrugada, asistente a bibliotecas, con los ojos clavados servó, o a quienes ya cha mordido» la filosofia: Cebes, en amarillentos in folios. Pero hela ahi, joven sonriente, Glauco, Adimanto, Agatón, que sin embargo, gusta mucoronada de flores a orillas del lliso. Por Juno, dice cho de los bellos discursos risueños y floridos, y, en Sócrates, precioso retiro. cuán copudo y elevado es este medio de los razonamientos, se distrae recogiendo flores plátano! este agnocasto iqué magnificencia en su alto tronco. la agradable sonbra que nos da su copa parece como si floreciera con intención para perfumar. Véase el Coloquio IX de La Republica.
Veanse los dialogos El primer Alcibiades o de la Naturaleza humana y El segundo Alcibiades o de la Creación. Véase el dialogo El Banquete o Del Amor. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica