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REPERTORIO AMERICANO 267 Marinetti Oralismo y literatura Hevido al Sri Marinetti en el Circulo de Bellas Artes, y, la verdad, no me ha parecido tan terrible como pudiera juzgarse por los manifiestos futuristas.
Desde estos documentos han pasado bastantes años, en los cuales el Sr. Marinetti no ha destruído a Venecia, ni ha incendiado biblioteca ni Museo alguno. Ramón Gómez de la Serna ha contado que cuando se tradujo al español uno de los manifiestos futuristas se pidieron ocho años de presidio para el traductor. Ignoro la autenticidad del dato. Admitida, indicaria que el ministerio fiscal creyó habérselas con un tremendo anarquista, quizá por falta de experiencia de estas explosiones literarias, que casi siempre se quedan en literatura, y, por lo general, en mediana literatura. No se sigue de ahí que yo disculpe, ni menos apruebe, la bárbara doctrina de la destrucción de las bibliotecas, los museos y los monumentos artísticos. No se debe jugar con estas cosas. Aunque tales soflamas no sean más que figuras literarias, pueden despertar malos pensamientos en algún cerebro excitable y obscuro.
No hay que suscitar Erostratos.
En Londres se dió el caso de una sufragista que, para demostrar su disconformidad con el sistema electoral, infirió lesiones, por fortuna menos graves, a la Venus del espejo, de Velázquez que se conserva, en la National Gallery. Los cuadros, que son inocentes de la politica, han pagado más de una vez la cólera de los disidentes.
Marinetti Dibujo de Sancha. que no se reduce a un momentáneo efecto emocional, vago y confuso, sino que pretende cierta racionalidad y entra en conversación con la inteligencia.
Los conatos poéticos de balbuceo, que al declarar la guerra a la Retórica presumen de muy innovadores caen en el más lejano primitivismo, en la onomatopeya y en la incoherencia emocional. No son literatura, que supone forma, selección y concordia en la expresión. So pretexto de subjetivismo, de expresión pura e inmediata, confunden la obra con los materiales. Un montón de ladrillos no es un edificio.
Tuvimos en el siglo pasado un precursor de estas licencias poéticas, cuya sombra, en vista de lo que sucede en el patio de las Musas, está reclamando a voces una rehabilitación. Era un poetastro llamado Estrada, sino recuerdo mal, que publicaba un periodiquito titulado El Pistón. Hacia de todo: acústicos, onomatopeyas, una gran variedad de ruidos poéticos. Poetas.
tro he dicho atendiendo a la opinión en que le tuvieron sus contemporáneos. Pero ¿quién sa.
be si era un genio desconocido, a quien no comprendió un público prosaico o pervertido por a epistola de Horacio a los Pisones? Es muy probable que otro gallo le cantara a Estrada si hubiera nacido lustros después, en los días de la anarquía poética.
El Sr. Marinetti explicó con modestia el sentido del futurismo como un movimiento animador y una exaltación de los valores juveniles. Giovinezza, cantan los fascistas, de quienes Marinetti fué el precursor, el Bautista, usando de esta comparación tan desproporcionada, como las usahan nuestros autores del siglo XVII, mezclando lo humano y lo divino en imágenes familiares, que no tenían intención de irreverencia. Juventud, divino tesoro, dijo Rubén.
Pero la juventud no es un mé.
rito; es una ventaja, una estación agradable y brillante de la vida, y los disparates no tienen edad, ni cambian de naturaleza porque los profieren labios juveniles. lo sumo, pueden alcanzar algunas indulgencias.
locidad, su oratoria tiene este mérito. Ha habido una época en que el hacer sudar a los taquigrafos con una palabra torrencial, que daba muchos litros de elocuencia por minuto, se consideraba como una de las más concluyentes demostraciones del mérito oratorio. En una de estas carreras de velocidad, el Sr. Marinetti no se quedaría atrás. Hay que reconocer, en justicia, que aunque partidario de las palabras en libertad, en sus conferencias respeta a la sintaxis más que a los museos en sus manifiestos. La insurrección de las palabras las deja para la poesía.
Es adeinas un gran recitador o declamador. Se podría decir que representa sus poesias como los antiguos aedas, tal el lon, de Sócrates. Da mocho relieve a la onomatopeya, por lo cual recuerda a los imitadores y parodistas de voces humanas o del reino zoológico que amenizan con su talento particular los espectáculos públicos. Entre una poesia de Marinetti declamada por el autor y la misma poesia leida hay la diferencia del dia a la noche. Recitada la poesía, adquiere cierta vitalidad momentánea, no exenta de efectos cómicos, pero que entretiene al oyente; lejda, se parece a los monstruos de las zarzuelas, a la letra incoherente que solían improvisar los autores del libreto para retener el compás de la música, sin perjuicio de substituir el texto informe. por un cantable que significara algo o por un monstruo menor que tuviese cierta apariencia de lenguaje humano.
El Sr. Marinetti parece un hombre cordial y simpático. Confieso que le he hallado cierto aire de comisionista de comercio; pero ésta es una impresión subjetiva, en que no hay intención de ofensa ni para el futurista ni para los viajantes. Me ha parecido un sujeto expansivo, suelto de palabra y de ademanes, muy apto para la propaganda de cualquier articulo, sea poético o comercial.
El Sr. Marinetti es orador.
Habla muy bien en italiano y en francés y no escatima el ademán oratorio. Apologista de la veEs la diferencia entre el oralismo y la literatura. El oralismo es una expresión primitiva, sensible, ligada a la audición.
La literatura es letra, expresión que aspira a la permanencia, Andrenio (La Voz. Madrid. MARINETTI ha pasado por Es.
paña; y tras él, como último destello de una pirotecnia ocasional, su futurismo. Parábola descendente de un cohete, la palabra que en sus labios quiso ser grito de rebelión ha acabado por agacharse, sumisa como un perro, a los pies del domador más típico de la hora fugaz en que vivimos: Mussolini. El fuego de artificio, la pirueta del acrobata y del clown, el látigo del domador. pesar de las apariencias, la asociación de esas imágenes es lógica, aunque se trate del sumo ilogismo. Pero conviene señalar la ironica suerte de algunas estridencias: se comienza por Los dos futurismos De La Libertad. Madrid.
lanzar, después del son agudo como al de una virgen por desde la trompeta anunciadora, una florar, acude al reclamo con proclama estrepitosa que deje generosa ilusión. Suenan los estupefacto al buen burgués. manifiestos como clarines. AbaContra el tópico de las admi jo las tradiciones. Al fuego los raciones consagradas se esgri museos. Paso a la belleza nueme el fácil antitópico que derri va!
be aquellos ídolos. Cómoda Pero tras ese hombre va creinversión de valores. Estallan ciendo, en su patria, una juvenlas negaciones como tracas; tud peligrosamente ávida de exbrillan las metáforas nuevas co tranas inquietudes. Marinetti no mo ruedas de fuego, vuelan al pertenece a ella; pero el vino cielo las imágenes impre de su copa carnavalesca puede vistas que se deshacen luego embriagarla. Marinetti és el en cintajos de luz multicolor. escritor de Le Roi Bombance, Una juventud, ansiosa de renue ágilmente formado en el marivo, al husmeo de la originalidad, poseo de Paris. Allá lejos queda su Italia, que no quiere ya ser el eterno museo, ofrecido a la trivial admiración de turistas y pedantes. Una generación propicia a esas fiebres de aparente rebelión iba formándose. La guerra fué para ella a manera de un gimnasio de profunda deformación espiritual. Después, la sentimentalidad pueril y aparatosa del nacionalismo aprove.
chó esas mocedades para lan.
zarlas a la lucha social contra Ja irrupción prematura de los obreros. vino el condottiero, que supo poner al servicio de una obra destructora de la gran herencia romántica y libertadora aquel frenesi de mozalbetes. Si Gabriel Annunzio Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica