24 REPERTORIO AMERICANO Qué hora es. EYENDO las páginas llenas de vación del tiño que nos ha dado Georges Duhamel en Los placeres y los juegos, yo me acuerdo de la eficacia, tan olvidada en las mecánicas y mecanizadoras Escuelas Normales, de los libros complementarios.
Cada vez que salgo de una de estas lecturas fertilizadoras del corazón y que excitan a los actos inmediatos de bien, yo deseo hacer lo de antes: juntar al grupo de maestras que, si no lee, puede oír leer y comentar, o que lee y gusta de confrontar lecturas por goce de la vivificante frotadura de las opiniones de donde salta la buena llama. Ya no tengo esc grupo con nombres precisos y domicilio escolar conocido; pero me queda otro para el que escribo la mitad por lo menos de mis articulejos, que no pasa de diez compañeros, que anda repartido y me cuesta juntar, alguno en Colombia, alguno en el Uruguay y el doble en Chile probablemente.
Muchas veces hablaba yo al otro que ya no tengo, de los libros complementarios. De los de texto no tenia para que hablarles: bien se los sabian y bien los manejaban.
En estos alimenté yo toda la juventud; de ellos saqué lo que los libros de texto no me supieron dar: la pasión de la tierra, el entusiasmo un poco mistico como de rama de magia de la química: el fervor que me ha calentado toda la juventud, de las vidas heroicas; la fiesta de la geografia en que, sin saberlo, me preparaba al errantismo.
Se siente en los maestros nuevos una acción violenta con.
tra el libro de texto, por amojamado y antidinámico. El niño lo lee con fastidio, dicen: escrito en definiciones y fórmulas, casi es la segmentación del código: no le punza la imaginación, no le da impulso de búsqueda ni le ofrece goce.
Yo creo que la reacción va lejos. El libro de texto botanica, zoologia, geografia o pedagogía cumple su oficio de proporcionador de sintesis, de ordenador de los conocimientos, de socorro para exámenes laboriosos y muchas veces de rellenador de los huecos de descuido que deja en su materia el maestro, aún el bueno. Unicamente que administrado solo, tiene las propiedades astringentes de la corteza de la granada. O, en lenguaje de médico naturista, no nutren, a la manera de los alimentos desagradables, porque no excitan el paladar y no han sido largamente gozados por la lengua como el alimento deleitoso.
El libro de texto, que puede resolverse en un cuadro sinoptico, sirve para clasificar y jerarquizar. Lo que él no da debe estar en la clase, y si el maestro como el caso abunda fuese solamente un parto seco del mismo texto seco, no hay más refugio para el pobre niño que ha caido entre Caribdis y Scilla, vera, por un camino rural o una playa no urbanizada, es puerilidad pura y da, sin embargo, una mente jovial para el dia entero, cura la ictericia Lecturas para maestros: Nuevos hechos, nuevas Ideas, sugestiones, del ojo hastiado y afloja la boca apretada del fariseo.
ejemplos, Inc taciones, perspectivas, noticias, revisiones.
Yo deseo ahora hablar solamente de un grupo de libros, que podria arrimarse al texto de pedagogia para bien suyo e Libros escolares complementarios higiene mental de los estudiantes envenenados de abstraccioDe El Mercurio. Santiago de Chile nes. los dieciséis años edad de que los libros complementarios. lista nació en las fábulas de su entrada a las Normales una Si se hiciera a sabios y a abuela analfabeta. Los niños de niña no entiende la pedagogia patrones de empresa una encues hoy se desquitan en Favre, el escolástica: los niños son para ta sin obligación de respuestas perfecto contador de la tierra ellas se lo he oído a variasfirmadas, que se rehuyen por de sepulcros que suele caer una bestiecita saltona, sucia e cortesía al maestro B. de la boca de su maestro de impertinente. Las mejores, cuansobre cómo despuntó su voca escuela.
do han tenido hermanos pequeción y en qué clase fué alimen Deben hacerse, pues, y bien ños, saben jugar con eso que tada y regalada, se tendrían poco cuesta, en torno del libro brinca y grita sin sentido. De sorpresas. El explorador fue de texto, unos veinte articulos este modo la psicologia abstracmal alumno de geografía y de lectura fertilizante. Muchos ta, de sentencias o de experiencontró en Mayne Reid su de esos libros pertenecen a mentación presuntuosa que le excitador de hazaña. El natu aquellos que los enjutos direcralista se dormía y tenía hasta sueños con alegoria sobre el tores de Normal llaman pueri que ella ha visto. Recibiria mebanco y un pobre Buffon de habria que conversarles de las psicologia anecdótica, especie tres pesetas ie puso la brasa cosas pueriles de que se vive.
de cinta viviente de los gestos de su pasión futura. Tal nove Un paseo al buen sol de primay las actitudes del niño. Por otra parte, las Normales caen directamente en la observación chistosa y veridica de Wilde. Se quiere amoblar el alma del escolar antes de que este tenga alma: es decir, se busca amoblar el vacío. interesa el niño como conocimiento puro, a muchachas excepcionales en que exista de modo natural la curiosidad cientifica, o puede interesar a casi todas como objeto de afección.
Yo creo que las mujeres empezamos por querer a los chiquitos y acabamos por entenderlos, o no los entendemos nunca, pero los servimos por amor. Luego, las Normales que no han de olvidarse de que están haciendo mujeres antes que callados buzos de introspección, han de ponerse a crear la pasión del niño en las mujercitas que van a manejar criaturas durante el día entero, niños de escuela primaria, sacados, como quien dice, de las rodillas de la madre.
Yo siento una repugnancia que me crece con los años, por el técnico de las escuelas que aprendió a marcar las lineas de la fatiga en el escolar, y que no sabe ni quiere inventarie un juego ni servirle con la sencillez humillada y divina de las viejas comadres criollas.
Los libros complementarios de la estudiante de pedagogía (no se me escandalicen las profesothe ras puritanas. son las novelas sobre la infancia. La literatura se nos ha llenado, y en buena hora, de ellas.
Renán escribió sus minuciosos y algo secos Recuerdos de Infancia. Anatole France, que llevó su don Omnipresente de gracia a tanta bellaquería sucia, dejó dos libros donosos con las imágenes de sus siete anos.
Romain Rolland ha hecho en El Alba la novela de infancia que yo me releo cada tres anos. Pasa a la página 30)
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