Tomo XVII REPERTORIO AMERICANO Núm. 11.
San José, Costa Rica 1928 Sábado 15 de Settembre SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA SUMARIO El canto de las provincias El Uruguay en la Diplomacia internacional.
Al partir el tren Jose Eguren: Sus mejores poesias (3)
El terror en Venezuela (1)
Diario de viaje de un filósofo Las maletas de Keyserling, América: vocación de crisol.
Leopoldo Lugones Oscar Cosco Montaldo Albertazzi Avendaño Isidro Fabela Rafael Cardona Giménez Caballero Jorge Manach «El hombre que parecía un caballo, Resurreción de Arévalo Martinez.
La protesta de Haya Delatorre Un estado de espiritu continental.
Compañeros Mensaje a La Sierra «De la entrañar Tablero Porfetö Baba Jacob Fedesco de Sapir Canon Esteban Paoletich Guillermo Gucoara Carma Rodriguez de cornick El canto a las provincias LAS provincias Unidas! Propóncomo si asi las fuera estrechando. De La Leyenda. Buenos Aires una por una también, sobre mi pecho de argentino. es, primera, Jujuy, elevada con eminencia de. bandera en su alto balcón andino; la pequeña Jujuy, cetrina y grave como un halcón de la cumbre. me parece que vuelvo a ver en los tiempos su valiente montonera de la patria, que parte al trote largo para el Alto Perú, perdiéndose en la inmensidad de los cerros y po niéndoles sobre la rispida frente su pequeña polvareda que el sol doraba como un penacho glorioso. Salta, la de Güemes, que. pareció de cretarle estatua ecuestre para la eternidad, en aquella carta a Belgrano, pidiéndole caballos para la guerra gaucha: Ya verá el empeño de mi provincia en viéndose montada. Tucuman, a la cual es necesario conservarle sú leyenda de sepulcro de la tirania y cuna de la libertad, por lo bien que supo ganarsela; Tucumán, que es todavia capital de la belleza patria, encarnada en la criolla pálida, romántica como sus tardes y tierna como la carne de sus diamelas.
Porque fue desde entonces regalo de héroes el merecimiento de vivir y de morir bajo la caricia de unos ojos tucumanos. Santiago, que el otro dia no más, nos revelaba la estética gaucha con sus rústicos cantores y sus bailarines que parecían reconquistarnos el suelo a golpe de positivo talón. Santiago, cuyo. simbolo eficaz es el árbol formidable de su selva, de, corazón fácil para que le llegue hasta el fondo la abejilla de la miel, pero que para derribarlo Sarmiento hay que ponerle hacha un dia entero. Catamarca, la vieja tierra de la raza San Juan, que recordando la desgarrade bronce que dejó como desoladas acró. dura del movimiento plutónico en que revierte polis donde se lamenta el huracán de los la tierra con entrañable conmoción las subspáramos, aquellos pucaraos calchaquíes tancias preciosas y útiles, engendra a Sardesde los cuales parece dilatarse a la in miento, como quien pare una montana.
mensidad su luto heroico, en ala de los cóndores, rebramada de fuerza. Mendoza, la predilecta de San Martin, que volvería a hallarla igual para el empeño la sobria Rioja, que por la dulzura de como cuando inició el paso sin parangón, la indole, habia cantado; la noble Rioja de abriendo a la libertad el camino de las nala tradición y del parral, recostada al pie ciones. Porque todo se dió para eso a la de su excelso Famatina, que parece remony patria, desde la dama ilustre hasta el pobre tarle sus sueños en blancura de nieve altivisima, desvanecido ya en el azul, de punta al cielo como un inmenso diamante, Leopoldo Lugones hegro cuyano, tair inocente todavia por su recién abandonada esclavitud, que el ingenioso capitán lo exaltaba, recomendándole que sableara bien, porque si caia prisionero, los godos lo cam. biarían por azúcar. iQue sableara bien. quiénes se lo había dicho! He aqui que salen por el filo de la cumbre y que se precipitan por la cuesta, de cara a la inmensidad, arrebatados en la punta de la carga. Una rayada. Un relainpago. Un grito. Toma pa ashuca, godo viejo. alli, rodaba, partido en dos, el maturrango.
San Luis, la de Pringles, el paladin que repitió en nuestra historia aquello que los romanos tenián, por más alto que el triunfo mismo: el. gloria a los vencidos, conquistado por su heroica desesperación cuando se le acaba la tierra y, se tira a las ondas en su caballo de: pelea, y cun ellas revuelto, parece que le reempluma el abollado. morrión, volcada en, vivas per. las la hervida espuma del mar. Corrientes, para la cual el heroismo es cualidad gentilicia y. que por eso seria cuna de quien fue, como dormida en el canto ya tropical en el ronco arrullo de torcaz silvestre con que parece que jarse, amoroso, y gutural, el guaraní.
y la valiente Entre Rios, que, como resumiendo la historia patria, inicia la dolorosa reconstrucción sobre las ruinas coloniales, con el episodio romántico de Ramírez y la Delfina, para cerrarlo con la austera página en que el ilustre guerrero derriba la tirapia y con la misma espada firma la Constitución. Santa Fe la laboriosa, que con el oro del trigal maduro nos asegura la prosperidad de la patria presente y con la esmeralda del verde trigal, la esperanza de la patria futura. Buenos Aires, la ilustre, la que nos inauguró la patria en. Mayo y por primera vez nos dió, en vez de una, dos grandezas. Córdoba, que había ido dejando hasta ahora, como se deja a la madre, para el fin, por modestia y por ternura; Cordoba la universitaria, de quien podria decir tanto, a la que quiero solamente rendir aquella intin a florecilla del sentimiento que al inclinarse bajo el viento del otoño es, precisamente, más perfumada y más bella, pero Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica