164 REPERTORIO AMERICANO José Eguren: Sus mejores poesías Véanse las entregas y del tomo en curso. Tomadas y corregidas, del Boletin Bibliográfico de la Biblioteca de la Universidad Mayor de San Marcos. Lima. Entrega correspondiente a diciembre de 1924. De La canción de las figuras (Lima, 1916)
La niña de la lámpara azul que tiene tanto de ti.
Ha caido la tarde sobre el musgo En el pasadizo nebuloso del cerco inglés, cual mágico sueño de Estambul, con aire de otro tiempo musical.
su perfil presenta destelloso El murmurio de la última fiesta la niña de la lámpara azul, ha dejado colores tristes y suaves Ágil y risueña se insinúa, cual de primaveras obscuras y listones perlinos.
y su llama seductora brilla, las dolidas notas tiembla en su cabello la garua han traído melancolia de la playa de la maravilla.
de las sombras galantes Con voz infantil y melodiosa al dar sus adioses sobre la playa.
en fresco aroma de abedul La celestia de tus ojos dulces habla de una vida milagrosa tiene un pesar de canto, la niña de la lámpara azul.
que el alma nunca olvidará.
El ángel de los sueños te ha besado Con cálidos ojos de dulzura para dejarte amor sentido y musical y besos de amor matutino, y cuyos sones de tristeza me ofrece la bella criatura llegan al alma mía, un mágico. y celeste camino.
como celestes miradas en esta niebla de profunda soledad.
De encantación en un derroche. Es la canción simbólica hiende leda, vaporoso tul; como un jazmín de sueño, y me guia a través de la noche que tuviera tus ojos y tu corazón!
la niña de la lámpara azul. Yo quisiera dar vida a esta canción!
fué dichosa; recorriste, por la senda coloreada, todo un sueño en esta vida que es tan triste, todo un sueño en esta vida inconsolada.
Infantil y reidora, noche nunca presintiera, en el sueño tu alma aurora; ifué tu senda encantadora. itu balada tempranera. y hoy en noche aridecida siento gasos jay, tus pasos. ay, tus pasos! después la puna helada te vió enferma, nacarada; y tus risas matinales se volvieron tristes notas musicales; y de Schumau vibraciones de Chopin tribulaciones diste al piano, con azules lloros lasos, como suenan las canciones de tus pasos, de tus pasos. en tu pálida agonia, me dijiste que vendría tu alma a ver la mi esperanza que fenece en la muda libreria donde Sirio se obscurece; tu alma a ver mi desventura, mi ventana, la ciudad de la locura; y en la noche quemadora de la mente, sólo llegan, tristemente, jay, tus pasos. jay, tus pasos!
Los ángeles tranquilos Pasó el vendabal; ahora con perlas y berilos, cantan la soledad aurora los ángeles tranquilos.
Modulan canciones santas en dulces bandolines; viendo caidas las hojosas plantas de campos y jardines.
Mientras sol en la neblina vibra sus oropeles. besan la muerte blanquecina en los Saharas crueles.
Se alejan de madrugada, con perlas y berilos, y con la luz del cielo en la mirada los ángeles tranquilos.
La sangre El mustio peregrino vió en el monte una huella de sangre; la sigue pensativo en los recuerdos claros de su tarde.
El triste, paso a paso, la ve en la ciudad dormida, blanca, junto a los cadalsos, y al morir de ciegas atalayas.
El curvo peregrino transita por bosques adorantes y los reinos malditos; y siempre mira las rojas señales.
Abrumado le mueven tempestades y Lunas pontinas, yimas, alli, transparentes y dolorosas las huellas titilan. salva estremecido la región de las nieves sagradas; no vislumbra al herido, sólo las huellas que nunca se acaban.
Peregrín cazador de figuras En el mirador de la fantasia, al brillar del perfume tembloroso de harmonia; en la noche que llamas consume; cuando duerme el ánade implume, los órficos insectos se abruman y luciérnagas fuman; cuando lucen los silfos galones, entorcha y vuelan mariposas de corcho o los rubios vampiros cecean, o las firmes jorobas campean; por la noche de los matices, de ojos muertos y largas narices; en el mirador distante, por las llanuras; Peregrin cazador de figuras, con ojos de diamante mira desde las ciegas alturas.
Avatara Resonaban los dulces orfeones.
pintó el farolero, violeta lucero, y vimos tristeza clara en los balcones.
En la mística muerte del dia se brumó la Luna, con tinte sagrado, y senti de la almea sombría esos ojos que nunca han amado.
Nubes de antaño ¡Nubes de antaño!
que vagaban sobre los quintanares y encendian el estaño de agujas y tejares. de la plazuela, dulce grama, donde las niñas antiguas jugaban en el panorama de las tardes exiguas. traéis del oriente ensueños distantes o la dormida forma clarescente en las tardes galantes. Nubes de antaño!
que llenáis de dulces amores y del goce extraño de las hetairas flores.
Con las nacarinas alas nos traéis al bosque del engaño. Son noche de la noche vuestras galas nubes de antaño!
Noche Es la noche de amargura. qué callada, que dormida!
la ciudad de la locura; la ciudad de los fanales clamorosos, de las vías funerales, la mansión de las señales.
En mi estancia denegrida, mustia, ronca, pavorida, donde duermen los estantes; ciegos libros ignorantes, de la muerte con la esencia están los vasos; y ora vienen, oran riman, ora lentos se aproximan unos pasos, unos pasos. Triste noche. baja bruma de arrecida sensación el alma llena; es la hora que me abruma con el vivo despertar de mi honda pena; son las doce, la inserena.
Luna llora; viene aquí la muerta mia, a la estancia de los tristes cielos rasos. cómo llegan con letal melancolia. jay, sus pasos. ay, sus pasos!
Fué de luz tu madrugada, En el hondo cantar zahareno, del canal perlino en la nube salobre, me decía lugares de ensueño, con las rubias monedas de cobre.
Al brillar de la luz veneciana, fatal de la feria galante ha reido; es la blonda, es la negra indostana de los ojos que siempre han dormido.
Hoy es implacable la desconocida.
el azul hirviente nubló las mamparas, la feria en idida. Ay, las avataras. Ay, aquellos ojos nocturnos, sin vida!
Lied La canción del adormido cielo dejó dulces pesares; yo quisiera dar vida a esa canción El dios cansado Plomizo, carminado y con la barba verde, el ritmo pierde el dios cansado. va con tristes ojos, por los desiertos rojos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica