198 REPERTORIO AMERICANO Página lírica Noches de la prisión Para VISITACIÓN PADILLA, alma patricia Es media noche y alguien a las rejas toca de mi prisión, y se advierte en la mano que golpea angustioso temor.
En el lecho de un salto me incorporo, y, con inquieta voz. Quién vá? pregunto y sólo me responde un timido rumor.
Que ese soldado de tan vil aspecto, y ojos de azul feroz, a pesar de la sangre de sus uñas, su abuso del licor, sus hazañas de pillaje y ruina, y estupro, y violación, y de incendios, martirios y hetacombes por doquiera pasó, Es, oh, pálida luna, el super hombre que Wilson destino, con paternal cariño, a enseñarnos su nueva religión De paz y de concordia entre los hombres de una y otra nación, y que el Estado fuerte contra el débil se erija en Protector.
En cambio, el débil colmará del fuerte la muy justa ambición, entregándole al par hacienda y vida, y además el honor!
Tan leve como el beso de una boca exangüe en una flor; o el pie fugaz de casta virgen trémula en cita de pasión. ese rumor alza en mi celda el vuelo de una loca ilusión; se hace lirio el ambiente, y las tinieblas se incendian de fulgor.
Ay! tus latidos insensatos calla, ardiente corazón, que ella, la que en secreto adoras, nunca se acercó a tu dolor. en garantia de este noble pacto, de protección y amor, cualquier disputa quedará tranzada por la ley del cañón.
Vete, luna, y proclama nuestra suerte, y cuánto fué tu error al pretender juzgar por un soldado ebrio, ruin y feroz, esta cumbre gigante de progreso y civilización, tan ideal joh luna! que hasta ahora nadie nunca la vio!
FABIO FIALLO No; no es ella quien llega, si bien tiene de ella aquel esplendor que fluye de su cuerpo, cual si fuera de su cuerpo el olor.
Sino la blanca luna en su argentino y diáfano albornoz, que avanza en mi prisión bajo la angustia de un pánico temblor.
Oh, luna, la más linda de la tierra. qué insólito pavor te embarga el alma y pone en tu semblante tan hórrida expresión?
Con un largo ademán el astro livido su indice alumbrador, calladamente saca por las rejas de mi torva prisión. lo extiende mostrándome a lo lejos el siniestro fulgor de aguda bayoneta que en la sombra asecha mi evasión.
Medioeval la ilustre poetisa ALPONSINA STORNI ¡Cuán otra de la altiva castellana Que en justas, caza y fiestas de salón, Mostraba al mundo su arrogante ceño, Aparece en su alcoba doña Sol! Y al par me enseña el indice radiante la cínica expresión del ruin soldado que en mi celda atisba con ojo azul, feroz.
La frente obtusa, los cabellos rojos, y el labio en contracción. con ese rictus de crueldad estúpida que imprime el alcohol.
Un ribete de sangre le festona las uñas en redor: cobardes uñas, garras tal vez de hiena, no zarpas de león.
Oh, dulce compañera de mis noches de cárcel y dolor, blanca luna, la paz recobra y vence tu candida emoción.
La frente humilde y pavorida el alma Por un fatal presagio de dolor, La ve a sus piés la misma dulce Virgen Que de niña amparaba su oración, Súbito, un hondo y lúgubre silbido Parte el silencio de la noche en dos. una estridente carcajada vibra, Que al propio infierno diérale pavor.
Oyese un jay! profundo y lastimero, Al par de queja es un postrer adiós!
Aulla un can cuyo angustioso acento Entre mil distinguiera doña Sol.
Se hincha el jardín con un tropel de gente Que vienen, van y en misteriosa voz.
Un suceso comentan. Un suceso Que causa a todos invencible horror.
Huella un paso altanero la antecámara.
Ponese en pie de un salto dona Sol. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica