REPERTORIO AMERICANO 343 lejos, al pasar, y que si de cerca mi tentarán su presencia mayor núinero quedando cubierto de sonrisas de amor.
ran, se hallan siempre muy lejos. de días, vistosas y grandes, sobre la ¿En dónde encontraron las vetas de Manos hábiles confeccionaron estas existencia de las otras, de las que dulce alegría para sus corolas, la mirosas la una blanca, la otra encen agotaron su vida en un ensueño ma núscula gota de miel que va buscando dida y rosada la tercera vistosas y ravilloso de perfumes y de colores aquella pequeñita abeja campesina y grandes las tres, pero nada más. para encanto de los ojos que saben la aterciopelada esperanza para sus más no alcanza la gracia de estas mirar con amor.
hojas?
tres flores que nunca supieron de los Ha sido entre la tierra oscura. Su misteriosos laboratorios en los cuales Las verbenas optimismo sutil las hizo saber apodeson obreros activos las lluvias y el rarse de la hebra de luz que el sol dejó sol ¿y por qué no también alguna Caricia amorosa que se tiende sobre enredada en cada grạnillo de polvo.
estrella lejana. y en donde raíces el terreno amigo: sonrisas rosadas, li Son para la mirada lo que para el y hojas trabajan silenciosamente la las azules, encendidas y blancas Avan oído el gorgeo de los comemaíces en mara villa que es sonrisa y alegría, zan lentamente adheridas en todos la mañanita.
caricia e ilusión.
sentidos a la tierra próvida que las RUBÉN Coto Sin embargo, estas rosas de papel sustenta; y el terrón, los desechos, San Jose se mantendrán durante más tiempo, os los despojos, las putrefacciones, todo va Costa Rica Página lírica de Antonio Machado De los tomos Puesiat. ompletax (1849 1917. Publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Madrid. 1917: y Páginas Escogidns. Editorial Calleja. Madrid. 1917.
En el entierro de un amigo todo el campo in momento se queda, mudo y sombrio, meditando. Suena el viento en los álamos del río.
tú no verás caer la última gota que en la clepsidra tiembla.
Dormirás muchas horas todavía sobre la orilla vieja, y encontrarás una mañana pura amarrada tu barca a otra ribera.
La tarde más se obscurece, y el camino, que serpea y débilmente blanquea, se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a planir: Aguda espina dorada, iquién te pudiera sentir en el corazón clavadar!
Tierra le dieron una tarde horrible del mes de Julio, bajo el sol de fuego. un paso de la abierta sepultura, había rosas de podridos pétalos, entre geranios de aspera fragancia y roja flor. El cielo puro y azul. Corría un aire fuerte y seco.
De los gruesos cordeles suspendido, pesadamente, desceniler hicieron el ataúd, al fondo de la fosa, los dos sepultureros. al reposar sonó con recio golpe, solemne, en el silencio.
Un golpe de ataúd en tierra es algo perfectamente serio.
Sobre la negra caja se rompían los pesados terrones polvorientos.
El aire se llevaba de la honda fosa el blanquecino aliento. tú, sin sombra ya, duerine y reposa; larga paz a tus huesos.
Definitivamente, duerme un sueño tranquilo y verdadero.
Desde el umbral de un sueño me llamaron.
Desde el umbral de un siteño me llamaron.
Era la buena voz, la voz querida. Dine: rendrás conmigo a ver el alma. Llegó a mi corazón una caricia. Contigo siempre. avancé en mi sueño por uma larga, escueta galerín, sintiendo el roce de la veste pura y el palpitar suave de la inano amiga. Cante hondo Yo meditaba absorto, devanando los hilos del hastío y la tristeza, cuando llegó a mi oído, por la ventana de mi estancia, abierta a una caliente noche de verano, el planir de una copla soñolienta, quebrada por los trémolos sombríos de las músicas magas de mi tierra. era el Amor, como una roja llama. Nerviosa mano en la vibrante cuerda ponia un largo suspirar de oro que se trocaba en surtidor de estrellas. era la Muerte, al hombro la cuchilla, el paso largo, torva y esquelética.
Hoy buscarás en vano.
Hoy buscarás en vano a tu dolor consuelo.
Lleváronse tus hadas el lino de tus sueños.
Yo voy soñando caminos. Tal cuando yo era nicio le soiaba. Yo voy soñando caminos de la tarde. Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas. Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero. La tarde cayendo está.
En el corazón teni la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazon en la guitarra, resonante y trémula, la brusca mano, al golpear, fingia el reposar de un ataúd en tierra. era un plañido solitario el soplo que el polvo barre y la ceniza aventa. Daba el reloj las doce.
Daba el reloj las doce. eran doce golpes de azada en tierra. Mi hora. grité. El silencio me respondió. No temas; Está la fuente muda, y está marchito el huerto.
Hoy sólo quedan lágrimas para llorar. No hay que llorar, jsilencio!
Campo La tarde está muriendo, como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes, quedan algunas brasas. ese árbol roto en el camino blanco hace llorar de lástima. Dos ramas en el tronco herido, y una hoja marchita y negra en cada rama. Lloras. Entre los álamos de oro, lejos, la sombra del amor te aguarda. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica