26 REPERTORIO AMERICANO Página lírica de Adolfo Milanés Anima aquæ Sobre el lecho arenoso de las fuentes exhaustas rezo, iquién lo creyera!
por el alma del agua. el gran Nazareno erguido entre la albura de las sábanas sintió el cansancio del triunfo como un artista de mi raza.
Las fuentes se dumieron rumorosas y mansas. Qué sentirán los cántaros.
por las fuentes exhaustas?
Fragmento Arrebujada en la silla contra el marco de la puerta In abuelita amostazada recose la saya vieja, ya sii lado el nietezuelo lee, para que oiga la abuela.
en in raído libraco vida de santos. Empieza a languidecer el día con una cálma suprema.
En mi espíritu enfernid una tristeza canta. Qué soñarán los misgos por las fuentes exhaustas? en mi interior una tristeza llora y canta, una tristeza ingenua.
eserá el alma del agua. Lied En la barda un gallo entona su único canto. En la éra un gato está hipnotizando a una lírica oropéndola, y en el soto confundidos entre arbustos y malezas un asno coine tranquilo y una vaca rumia y piensa.
Los hombres nos vamos y las cosas quedan, queda lo insensible, queda la materia.
la noche como una esponja va borrando la acuarela. se esfumn la célula activa que piensa, y se desbarata el cordaje divino que vibra y que sueña, y desaparece la lengua que canta y el ojo yle vela.
Egloga Los hombres se van y no vuelven nunca, mas las cosas nedan.
Los hombres vivimos unos pocos soles siglos y siglos periuran las piedras.
Señor. Por qué viven menos las cosas que viven Spor qué más viven las cosas ya muertas?
En la mañana azul toilo era blanco: blanca la nieve errátil que envolvía la tranquila hereclad; blanca la leche que de la abre ilibia de la vaca exprimía tu mano de alabastro en la vasija rústica. Más blanco era tu delantal de tela blanca, II Linila mujercita que el ámbito obscuro de mi vida alegras, dame pronto el licor que del labio es miel que se acendra, porque yo me voy. me voy y no vuelvo, las cosas quelan.
Llornban sus viudeces las palomas sobre las altas copas de los árboles, cuando llegaste al pozo tarareando a llenar la botija de agua fresen, menos fresca quizii que tus mejillas que tienen la frescura de las hojas en los amaneceres montañeros, Resurrexit III Lleno de magnificencia coino im príncipe de mi raza, se irguió Jesús sobre la piedra, sobre la lura piedra blanca.
Parlaban sus amores los zagales mientras astillaban con el hacha ruda el yil seco arrayán, cabe la puerta de la cocina vienoliente a troje, tú molías en la piedra clásica el menudo maiz recién cogido para con él hacer la blanca arepa, no tan blanca quizás en su blancura como tu lelantal de tela blanca.
Triste la luna se escondía con fulguración extrain; como una mujer enferma la media noche tiritaba.
IV Silenciosos los tamarindos en la ciudad de las granjas lentas las ramas movían como si se persignaran.
Corrían por el patio los becerros, cantaban las perdices en las lomas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica