166 REPERTORIO AMERICANO Página lírica Los Peregrinos Ananké Escojo la composición intitulada Los Peregrinos, en la cual sigo algo libremente un relato de San Lucas; la elijo, no por preferirla, que me parece un poco floja, sino por cuanto ella da pleno testimonio de cierta técnica, que vengo ensayando como estudio de eufonía y de léxico. No hay alli ripios, ni repetida ninguna vocal acentuada tónica u ortográficamente en el mismo verso, ni rimas de adjetivos con otros, ni de inflexiones verbales entre sí, ni reiteración de palabras, excepto de particulas, por supuesto. Quevedo dijo con razón. mudar de vocablos es limpieza. y yo agregarė: y gallardia. nadie aconsejo esta MANERA, que a veces esteriliza, y que no debe incluir sacrificios de imágenes e ideas, mas antes inspirarlas: guardome de erigirla en dogma: no por ardua, que de vencer dificultades la belleza resulta, como Teófilo Gautier y Paul Verlaine afirmaban, sino a causa de consideraciones de peso, ajenas al propósito de evitar empañaduras en el esplendor de la sonoridad, al par que indicios de flaqueza. Núñez de Arce cultivo hasta donde pudo no siempre, naturalmente. semejante modo de factura.
Para BERTA SINGERMAN, la sensitiva Qué crudo invierno, madre, que crudo invierno el mio, sin ansias, ni deseos y ajeno a toda gloria, qué crudo invierno, madre.
Qué triste y desolado me siento, madre mia, en este atardecer apático y brumoso, qué triste y desolado!
Ni un rayo de esperanza se cierne en mi horizonte, ni un gesto, ni un recuerdo que halague lo que fué.
Ni un rayo de esperanza!
Tu nombre, sólo a veces, errando en mis delirios me hiere en lo más hondo del pobre corazón.
Tu nombre, sólo a veces. Qué extraña hechicería preside mi destino, qué culpa, ajena acaso, gravita en mi existencia. Qué extraña hechiceria. De noche en mis insomnios evoco en mis recuerdos las ruinas del pasado, incierto y quejumbroso, de noche en mis insomnios. al alba, cuando apenas, la luz de la mañana se infiltra clarineando su diana de colores, y al alba, cuando apenas tu nombre yo muy quedo repito suplicante, la fiebre me adormece inútil musitando tu nombre yo, muy quedo.
Oscar NELSON San José de Costa Rica.
El canto de mi amor Ambos justos recorren la campiña serena, y van por el camino conducente a Emaús.
Encórvanse agobiados por una misma pena: el desastre del Gólgota, la muerte de Jesús.
El soplo de la tarde perfuma y acaricia; y aquellos transeuntes hablan de la Pasión. en cada tosco pecho, desnudo de malicia, se ve saltar la túnica, latir el corazón. los cautos discipulos la fe insegura enoja; y los miseros dudan, como Pedro en el mar.
Ocurre que aun los buenos olvidan de congoja que la virtud estriba en creer y esperar.
Cadena de monticulos, cuadros de sembradura, y sangrando en la hierba la lis y el ababol; y entre filas de sauces de pródiga verdura, la vía que serpea, encharcada de sol, La pareja trasuda, compungida y huraña, en la impudica gloria de tan pérfido abril; y el susurro que suena en las hojas, amana siseos cual de turba profanadora y vil.
Los pobres compañeros se rinden al quebranto; y de súbito miran a su lado al Señor.
Pero los ojos, turbios al arbitrio del Santo, se confunden, no aciertan, a pesar del amor!
El Maestro, venido en sazón oportuna, acrimina y exhorta, más dulce que cruel; y enseñando cautiva, pues en la voz aduna armonia y fragancia y resplandor y miel! pregunta y responde a la gente sencilla.
Marcha rizos al viento y razona la Cruz.
El pie bulle y se torna; y la planta le brilla, como al remo la pala, que surgida es de luz!
Los andantes arriban al villorrio indolente, que salubre y bucólico huele a mistica paz; y las mozas, que acuden al pretil de la fuente, los acogen con risas de indiscreto solaz. los tres se introducen en humilde casona. en la rústica mesa, la Sagrada Persona parte, bendice y gusta la caliente borona.
y disipase luego, como el humo fugaz!
SALVADOR Diaz MIRÓN. El Universal, México, He de cantarte. amor, y tu sonrisa!
He de cantarte, amor, que asi me llenas. me doblo al peso fiel de tus caricias me arrobo al escuchar de tus promesas. en el ensueño azul mi sueño mismo: canto de adoración y oración.
lo dije al bosque y se volvió suspiro lo dije al agua y se volvió licor.
El canto de mi amor llegó a tu oido como música mágica de encanto; el canto de mi amor licor ha sido, tú lo bebiste amante y te ha enibriagado!
AURA ROSTAND (Maria de la Selva de Ibarra)
León, Nicaragua, Enero, 1927.
Lo que flota Sut Majestad el Oro gozaba; porque el coro de las lisonjas era la música del Oro.
Suya la Tierra. Todo cuanto se oye y se ve!
Estaba en sus dominios donde ponía el pié.
Llevábanlo en sus alas los canarios cantores; se anidaba entre el rubio corazón de las flores, y encendia los mantos de los emperadores; se enrollaba en el áspid del anillo nupcial; vibraba en la campana mayor de Catedral; y era divino en el báculo episcopal. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica