REPERTORIO AMERICANO 157 un recomo Mañana te traeré otros más bo Recibí el paquete y me apresuré Es que yo le he visto. llevando nitos y más sabrosos decía la tía a desempeñar mi comisión.
del brazo a esa mujer, a quien prebesándome tiernamente. Ya verás, ya Como no hallara a Paz en el cuar senta como esposa. verás: con sus trajes colorados y sus to de la costura, fuí a buscarla a la Lo sé, lo sé. dijo Paz con bonetes verdes. Todos de turrón y cocina, pero tampoco allí la encontré: hilo de voz.
almendra, riquísimos, asi de gran y ya iba a salir al huerto, cuando la Aquello me pareció tan misterioso des.
oí que hablaba con alguien en la sa y extraño, que juzgué fuera de caso. Yo quiero éstos! respondía mo la. Quién podía ser? Paz nunca mi presencia en ese sitio. Me levantó viendo enérgicamente la cabeza. Yo cibía visitas en aquella habitación; resueltamente, deseosa de irme a jugar; quiero éstos. siempre las llevaba al cuarto de la cos poro Paz me cogió fuerteinente una mis lágrimas rodaban en perlas tura para conversar allí mientras co mano y me dijo: enormes, y los sollozos me quitaban. sía. Por qué había ido entonces a la No. Florita, quiero darte un enla respiración.
sala? Entré precipitadamente, y quedó cargo. Espera un poco.
Repentinamente se oyó una voz quo sorprendida.
El silencio volvió a reinar. Se hacía gritaba. fuego fuego.
En uno de los sillones estaba sen de noche. La sala comenzaba a aneMi madre y mi tía, aterradas, co tado un hombre; tenía éste la cabeza garso en sombras. El tic tac del reloj rricron hacia la cocina; y yo calmada entre las inanios. como si estuviera que estaba sobrc la mesa, se oía discomo por encanto, me enjugué los sollozando y en el asiento frontero tintamente; parecía un animalillo que ojos con mi vestidillo azul y me fui Paz le dirigía la palabra suavemente. ancaba.
tras de ellas, despacio, sin perder del con voz calmada. Quien engaña, inerece ser engatodo mi dignidad. Al llegar a la co Al entrar yo, el hombre cambió de ñado murmuró el hombre, sordamente.
cina, vimos que mi hermano Luis y actitud; se irguió, levantó la cabeza, Paz no respondió, pero sentí que su sus amigos, armados de palos untados y se llevó una de las manos al bol mano, fría como granizo, temblaba con brea y encendidos por la punta, sillo de la americana. Entonces pude entre las mías.
jugaban al incendio. La vista de la ver bien su rostro. Tenía los ojos ne. Debo, pues, marcharine cocina era inaravillosa; en el fondo gros, muy grandes, y unas pestañas sienipre? dijo aquel hombre después oscuro, las flamas que despedían los tan espesas, que parecían alas de ma de una pausa y en un tono angustioso.
palos parecían farolillos rojos en agi riposa. La palidez de sus mejillas me Si. como siempre. respondió tación fantástica. Yo, absorta, fascinada llamó la atención. Que tendría, que Paz casi en secreto.
por aquella visión deslumbradora, estaba tan pálido. Como para inqui En ese momento oí que ini hermaolvidé ini pena y hasta mi dignidad, rirlo, me volví hacia Paz, y entonces no me llamaba desde casa.
y me puse a dar saltos y palmadas ví que el rostro de ella estaba más. Me voy, me voy dije dando un uniendo mi alegría a la de mi her pálido aún que el del visitante. salto y corriendo hacia la puerta. mano y sus amigos.
Le entregué el regalo, y después Luis me llama. Fuera de aquí! gritaba mi ina de explicarle que mi tía se lo envia No dijo. Paz resueltamente, dedre, indignada ¡Al patio. Al patio. ba, me despedi para retirarme; pero teniéndome al vuelo y cogiendomo La turba de chiquillos salió en con entonces Paz me dijo: por la mano. Te irás después.
fusión, y yo me uní a, ella gloriosa No te vayas, Florita. Siéntate El hombre me dirigió una mirada.
mente, orgullosa de formar entre aquel aqui a ini lado; cuéntame algo del severa, que me hizo recordar el ceño pelotón de valientes que se atrevían Brujito.
de mi padre cuando nos reprendía hasta con el fuego. Pero mi madre, Más aquella visita me cohibía, y por alguna grave falta; y tras un largo que juzgaba absurdo el divertimiento, nada quise contar.
silencio, lanzó un suspiro, se apoyo había salido tras. de nosotros, y ayılUn silencio solemne reinó en la en los brazos del sillón, se irguió dada por la tía Isaura y por la cocine sala. El hombre bajó la cabeza, y Paz violentamente, y se puso en pié.
ra, despojaba de sus lachones a los comenzó a acariciar mis manos. Des Paz se levantó también y, teniéndo. muchachos, dejándolos bien pronto pués de aquel prolongado silencio, el me consigo, le alargó el sombrero que con las manos vacías y con los hom hombre levantó los ojos y vió larga estaba sobre una silla. El lo tomó sin bros encogidos por el disgusto. mente a Paz; pero ésta no alzó los alzar los ojos, le dió algunas vueltas Yo, al verlos fumillados y tristes, suyos. Entonces él habló y dijo así. entre las manos, y quedó en pić inacordé de nis muîccos rotos, con voz temblorosa y apagada: móvil, con la cabeza baja.
pero. francamente, ya no tenía deseos de llorar, así me cuide de volver a la Quien habla de la se refiere a uan emsala. donde mi dignidad me hubiera presa en su género, singular en. Costa obligado a derramar pucras lágrimas Rica. Su Targa experiencia la colosobre los nuñecos. y abandonando ca al nivel de las fábricas análogas más adelantadas del mundo.
la compañía de los inuchachos, quiePosee una planta completa: más de cuatro manzanas ocupa, en las que caben todas sus dependencias: nes yå sin sus hacliones no tenían CERVECERÍA, REFRESQUERÍA, OFICINAS, PLANTA ELÉCTRICA, TALLER MECÁNICO, Establo.
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la puerta, y corrí hacia allá.
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lo manda tu tía Isaura. He guardado SAN JOSE COSTA RICA aquí los tuyos.
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