2001 REPERTORIO AMERICANO 47 LA EDAD DE ORO Lecturas para niños (Suplemento al Repertorio Americano. hecho la mejor parte de la historia de ese mundo. Para qué citarlos, si todos los días se habla de ellos en las escuelas de los niños? Si nos contara Amundsen los sueños que el tenía de niño, sus sueños y sus devaneos y sus éxtasis. La ilusión permanente y dominadora de la vasta región blanca y helada del mundo.
Lo que más alienta de estą lección que implica la personalidad de Amundsen, es ese poder directivo y soberano de una idea que a los quince años concibe un niño y se arraiga vigorosamente en su espíritu.
El parece que dá así el secreto de la vida activa del hombre, en un docunento viviente y verídico: si cuando el niño tiene quince años se ha logrado determinar su conducta, es de creer que se ha creado su destino como una realidad de la vida, lo contrario, es lo trágico de esa vida: el hecho de que un hombre traspase los límites de su adolescencia y no pueda precisar bien los objetivos de su porvenir. los quince años, este hombre era ya un poder constituído definitivamente. Qué podía desviarlo de su camino? Al contrario, todo está supeditado a su fuerza; todo está a su servicio: el hielo del polo se endurecerá bajo sus plantas; las tempestades árticas plegarán sumisamente sus alas ante la presencia majestuosa de su dominador, y la aurora boreal alentará sus ensueños cuando la empresa parezca más difícil.
Este liombre ha podido vivir lo bastante para aprovechar las conquistas que otros varones como él, perseguidores de lo imposible y lo maravilloso, han logrado llevar a cabo, para terminar o para, realizar plenamente su sueño infantil. El mundo vive de estas imaginaciones fébriles de niños: unos quisieron volar como pájaros; otros quisieron ir bajo el mar conio en los cuentos del novelista profético; otros quisieron hablar de un extremo al otro de la tierra sin el uso de alambres o de cables.
La victoria no ha sido infiel con ninguno de ellos.
La victoria no es infiel con ninguna idea que adquiere una forma definitiva y vigorosa cu el pensamiento de un hombre, y mejor que de un hombre, en el pensamiento de un niño. Hay algo, también, que vale ser admirado en el el silencio inmenso del vasto desierto polar le lia enseñado a apreciar el valor de las palabras. es tan difícil alcanzar este justo valor de las palabras! Pensamiento de niño En los Estados Unidos asedian los periodistas a las personas que tienen algo que decir al público que lo pueden hacer, como aquí entre nosotros. Algunas veces lo que se tiene que decir es mucho y bueno, otras veces es poco y excelente, y no falta ocasión en que los reporteados nada tengan que decir y llenen.
sin embargo, una plana del periódico con declaraciones insipidas. Acaso suceda esto menos en Estados Unidos que entre nosotros, en donde, aquí, el hombre se levanta y comienza a vivir su día sin un pensamiento en la cabeza.
Recientemente fué reporteado el descubridor de los polos, Amundsen, por los periódicos de Nueva York, mientras él estaba de paso para su propio país en donde va a descansar definitivamente, de sus aventuras, coronadas todas ellas por un glorioso éxito. Lo que dijo Amundsen quizás haya parecido indiferente a los periódicos neoyorkinos: se concretó el grande hombre del siglo a hacer, en primer lugar, un recuerdo de infancia. Hace cuarenta y un años, es decir, cuando apenas tenía quince años, ya sabía yo lo que quería hacer durante mi vida: visitar los dos polos. Ahora los he visto y mi obra está terminada. Amundsen acabó su reportaje con estas palabras. No habrá más discursos ni más expediciones; ésto ha terminado. Es éste, en los anales del periodismo, uno de los reportajes más breves y al mismo tiempo, uno de los inas fecundos en lección. No debe ignorarse, por lo demás, que los diplomáticos y los políticos, han dado modelos de declaraciones públicas extremadamente lacónicas, por ejemplo, cuando están obligados a replegarse en su propia alma para guardarse un secreto que no debe trascender. sucede, entonces, que cuando menos tienen que decir es cuando más hablan.
Las breves palabras de Amundsen producen una impresión de grandeza: resumen ellas la totalidad de una vida completa, de una vida que se ha desarrolla lo de acuerdo con un programa sabiante previsto y que comprende la infancia de un hombre Ese programa.
formulado hace cuarenta y un años, pudo ser para el mayor número una obra imposible de realizarse por hombre alguno. Aquel niño de quince anos no podía menos de soñar; semejante pensamiento de una empreza irrealizable le era perdonable a él, niño maravillosamente imaginativo. He aquí que él se había puesto enfrente de lo imposible. Lo imposible iba a constituir en adelante el objeto primordial de su vida. Sin embargo, téngase entendido, que para él, lo imposible no existe. Este simple o terrible modo de ver las cosas es nuestro y de los otros y no de él: para él no existe la magnitud de la empresa, ni los peligros del hielo; ni el temor de las tempestades magnéticas; ni la idea de la muerte. Todo esto es de los débiles. El pertenece a la raza de los fuertes. Todas esas suposiciones son de los indiferentes a cuanto empeño de hombre que signifique idealidad. o ensueño. El es sencillamente de la raza fecunda de los visionarios. Todos esos cálculos son de los hombres de negocios o de los hombres eminentemente prácticos, como tantos que hay en el mundo. El pertenece a la legión de los locos que han Ronilo TOVAR La invención de la tierra cocida Después del fuego y de los útiles de piedra, el invento que les sigue en importancia es la tierra cocia da, con la que el hombre podrá hacer vasijas, cambiar su régimen de vida y así alimentarse de manjares menos duros; reducir, por lo tanto, sus mandíbulas y darle al cráneo mayor capacidad para el cerebro. EI arte de cocer la arcilla, que, cambiando su naturaleza, después de tostada ya no se diluya nuevamente en el agua, es uno de los más trascendentales descubrimientos de la humanidad. No sabemos dónde ni cuándo empezó a usarse la cerámica, que era ya conocida en Oriente millares de años antes que en Europa. En un principio se decoró solamente con trenzas de barro, o cenefas hechas con auxilio de las uñas o de los dedos. Hasta más tarde no supieron darle color, como no fuese rellenando las marcas con una arcilla blanca.
Las vasijas neolíticas están hechas a mano, no se ve nunca que se moldearan con el torno, y esto hace pensar que no conociendo los hombres neolíticos el torno, no conocieron tampoco la rueda ni los carros. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica