228 REPERTORIO AMERICANO Página lírica. de Edmundo Velásquez Musa ingenua Tu risa la punta de tu dardo envenedado que vida y muerte da tras su ardimento.
Risa cascabelera, risa buena; Vive muriendo el corazón cobarde; risa en los ojos y en los labios risa; risa llena de sol, dulce sonrisa; por ti se torna la color quebrada; risa que pone fin a toda pena.
al triunfar, de tristeza haces alarde.
Risa que és un clavel en llama plena; Cual un nocturno ladronzuelo vienes risa que te envidiara Monna Lisa; a herirmie traicionero en mi morada: risa, celeste don, triunfal divisa. imi señor Don Amor, como me tienes!
risa digna de ti, dulce morena.
Pastorela Tu ser despide aroma de manzana; tu aliento al sonreir es de reseda. Zagala, zagalilla, sea contigo si te ríes, tu aliento es mejorana.
mi amor y sea la paz con tus corderos; pensando en tu boca, real tesoro, hablemos del rebaño, soy tu amigo una herida con risa ella remeda y busco la quietud de estos senderos.
o un rasgado rubi fresco y sonoro. Alabado sea Dios! me llamo Eulalia; cuido mis vacas de ubres temblorosas; Trazo me azota el rabadán y en represalia le cuento a las estrellas esas cosas Como el arrullo de paloma en celo tienes la voz; perfecta la cadera Deja por ini a ese ogro. Un capotillo anforina bajo la cabellera te daré y unas lindas almadrenas; uberrima y oscura. Extraño duelo tocaré en tu loor mi caramillo; Fulge en tus ojos; tu mirar evoca cuando tengas sed, cual un hermano, el mirar de un cordero en agonía; yo te daré agua fresca de las peñas hay en tu boca la sabiduria en el rosado cuenco de mi mano.
honda de un beso y de una risa loca.
Reminiscencia Tus breves manos son lirios nevados; y en la apoteosis de tu seno hermoso Eu aquel viejo caserón aldeano que pican dos rubies ensangrentados, te vi por vez primera, flor humilde, Culmina altivo, tal en ciertas pomas, y no sé si tu nombre era un arcano ese tono de múrice glorioso Carmen, Cordelia, Salomé o Matilde.
donde Eros degolló dos mil palomas.
Mi amor se ha acrecentado a la distancia; el paisaje nativo se ilumina Inquietud con el sol provincial y la fragancia conservo de la huerta campesina.
Este amor que nació como una radiante y que me incendia y enloquece, Al despedirme, del dolor opreso, de una tarde de lluvia que fenece en mis brazos te dí el último beso, acendra la fruición conturbadora.
el beso acostumbrado en las mananas Grávido mal que crece hora tras hora, Nupciales, y al decirte adiós, de hinojos, que cobra impulso y nunca desfallece, arrasados en llanto eran tus ojos es vértigo abismal que prevalece como dos florecillas franciscanas.
y en su atracción mortal ayuda implora.
Miedo Si oigo tu voz de seda, dulce y lenta Yo no sé qué inquietud trénula y vaga, que me nombra y hechiza, honda saudade sobrecoge mi espíritu y lo alienta.
qué impreciso temor mi ánima apura, cuando estrecho tu niano blanca y pura percibo del alma en lo inseguro, que bien por mal caritativa paga.
esa arcana iuquietud que nos invade Siento ante tu cariño que no apaga al sondear la agua negra del futuro.
mi tristeza otoñal, como la obscura conciencia de quien viaja a la ventura DO amor y tiene fe de que jamás naufraga.
Ruego y rogando crece mi tormento; Pero ante la evidencia de la vida, huyo de ti y me sigues despiadado, de verte asi tan buena y tan rendida matas al que más quieres; enconado de noble afán, me asalta ese precario, te burlas del humano sufrimiento.
Temor del niño que perdió el denuedo Es más mi pena cuanto más violento y al cruzar un camino solitario es tu rigor, y beso enajenado canta para ahuyentar su propio miedo. urora Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica