138 REPERTORIO AMERICANO.
Mi Don Francisco Giner (1906. 1910) El Abuelo Duno uno haber sido yo el primero en llamarle con el No se extrañe si he mencionado, esto de la dulce nombre de Abuelo. Creo que así le llamaban limpieza. Aquí estamos estudiando ahora las ideas de las hijas de Cossío, y así empecé a llamarle, yo también. Platón sobre el derecho natural. Ya hace tres meses El decía que eran sus hijos los hombres de la genera que comentamos sus escritos, y como no hay duda que ción anterior a la nuestra. Si ellos eran sus hijos, nos si hemos estudiado con fervor sus ideas, Platón estará otros debíamos ser sus nietos. a decir verdad, teníamos ya aquí entre nosotros; 10 podemos presentarnos en esta abuelo, pero no teníamos padre espiritual.
clase sin toda la limpieza moral y material posible.
La primera generación del siglo, se resiente de esta Qué vergüenza, si Platón entrara ahora y descubriese falta de férula de un padre que la llevara a creer y a a uno de Vds. con los zapatos sucios, o a alguien con obedecer. Don Francisco nos inimaba como un abuelo, el pésimo vicio de roerse las uñas. y esto no lo dice nos sacudía con caricias fuertes, impaciente por vernos el Abuelo, pero el recién llegado forastero, se roe las desarrollar en estatura espiritual, como decía San Pablo, uñas con furor. No se acuerdan Vds. de cuando hacían pero no podía suministrarnos aquella dosis cuotidiana sus ejercicios de doctrina cristiana en el colegio de de entendimiento, que nos hubiera dado un padre. Su Jesuitas? porque todos Vds. se les ve a la legua, han prole era demasiado grande para regirla con disciplina. sido educados en un convento de jesuitas no se acuerDesgraciadamente, los hombres de la generación in dan que les decían que debían tener el alma siempre mediatainente anterior a la nuestra, estaban demnasiado pura y limpia, dispuesta para acercarse a la presencia ocupados o preocupados para poder pensar en nosotros. de Dios. No se acuerdan de aquel tétrico, será hoy, Unos, después del desastre de 1898, quedaron de tal seri miñana. anunciando la muerte como la única mamanera sobrecogidos por el problema nacional, que no nera de ver a Dios? Esto estaba bien para niños; esta hicieron discípulos, o si los hicieron, debieron ser muy idea de ver a Dios, limpio, puro, y que para verle es malos. Otros, después del fracaso de las tentativas de necesario morirse! Pero Vds. ya son hombres, y saben regeneración, redoblaron su actividad personal, y por un no sólo que pueden ir a Dios a todas horas, sino que elevado patriotismo se récluyeron a intensificar su tra Dios puede venir a verlos, y vendrá si solamente estubajo, con el objeto de probar al mundo qué si España vieren Vds. limpios y dispuestos! Pero contentémonos había decaído políticamente, tenía aún el alma sana y con ser dignos de recibir a Platón, y no tener que averera capaz de producción científica.
gonzarnos si él se presentara. Él fué como nosotros un El Abuelo era el único que cuidaba de nosotros. Se simple mortal.
interesaba en nuestro progreso moral, vigilaba nuestras Vamos, continue señor Quiroga, su discurso de caídas. Hasta los que vivíamos lejos de Madrid, íbamos ayer, para aclarar la distinción entre el noumenos y la allí a menudo, no sólo a recibir sus consejos sino tam cosa en sí.
bién en busca de cariño. En seguida de instalarnos en El estudiante interpelado empieza lo que el Abuelo una pésima casa de huéspedes (no había entonces aún ha llamado sit discurso, balbuceando a pesar de unas Residencia. de Estudiantes. corríamos a buscarlo im cuantas notas que tiene delante. Pronto, sin embargo, pacientes de verle y oirle, de abrazarle y de que nos una hábil intervención del maestro pone las cosas por abrazara. Él ya no dejaba al forastero en toda la jornada. buen camino y al fin se establece una conversación geneA veces se quejaba con socarronería: Qué absorbentes ral. Los estudiantes se interrogan unos a otros, comenVils. los provincianos! Se imaginan que nosotros tando lo que se ha dicho; el Abuelo los observa discutir antes de llegar Vds. no hacíamos más que esperarlos. con alegría. veces interrampe, preparándoles. con Pero cuando el forastero pretendía dejarle (acaso artificio un engaño dialéctico, haciéndoles caer en una porque estaba también cansado del traqueteo espiritual contradicción aparente, para que discurran, y con método de aquella conversación) reaparecía el. Abuelo, y casi traten de salir del peligro. Cuando se atascan, él los sollozando replicaba: levanta con unas cuantas frases ideales que dan nuevos. Oh, ino, no, demasiado pronto que se nos irá ánimos. La hora pasa; nadie se acuerda de que es tiemCuando pienso que no va a estar aquí más que tres po. El Abuelo dice. Qué lástima, pero hay que maro cuatro días, se me hiela el alma! Venga, venga charse! Qué van a decir, si nos ven estar así, más tieinacompáñeme venga conmigo mi clase. Claro que po del debido en la clase de esta Universidad. nada aprenderal alli riun hombre como pero salen. todos rodeándole. Con qué cariño le llevan!
verá estos chicos, y ellos se alegrarán de verlo a Qué orgullosos están de tenerlo! Es el único hombre que Ya en la clase, no dejaba de presentar al forastero han encontrado en su vida que les haya dado el pan más o menos en esta forina. Vds. me dispensarán, pero espiritual tan deseado. En el portal de la Universidad me ha caído este hombre de Galicia (o Cataluña, o de se cruzan con otros estudiantes, otros profesores. Pasa donde fuera) cuando yo salía de casa. Qué regalo, eh! saludando, con su chistera reluciente, Santamaría de Ya desde entonces no ha parado de hablar. las cosas Paredes, que marcha a palacio a dar su campanuda lecque he tenido que oir. Aquí donde le ven Vds. ha ción de derecho público al joven ley. Los que rodean traducido a B, ha escrito un libro sobre P, y es el que a Don Francisco y que recuerdan las clases de Santasabe más en el mundo de o la prueba es que maría, sonríen al verlo pasar. Uno hace una alusión al le han hecho ya secretario del ateneo de su pueblo, joven monarca, condenado a, no escuchar otras lecciones cargo que desempeña honorablemente. Sólo que hasta que las del gran Santamaria de Paredes, el padre hace poco no sabía lavarse, y tuve que enseñarle a lim y el general piarse la tinta de los dedos con sal de acederas.
El Abuelo reprueba la chanza; no gusta de chismes, El forastero que oía este extraño elogio sonriendo y y menos los chismes de esta clase.
viendo sonreir a los discípulos, como que conoce toda Se equivocan, dice, al juzgar a Santamaría en esta la bondad del Abuelo, sigue. la broma haciendo una forma. Es un hombre que sabe muchísimo. Por lo menos, reverencia.
no es peor que los otros; 10 es peor que yo, sólo que Don Francisco prosigue dirigiéndose al forastero: tiene otro método de enseñar. No es a él, ni a mi, ni son Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica