REPERTORIO AMERICANO Hibre una mesa cubierta con Juancho tar una mano traslúcida y acuriciar la frente del niño. Tomo un pano negro y a su vez cuéste la mano con dulzura e inbrian el ataúd brazadas de gran.
Cuento clinando la cara emocionada, des crisantemos desgrenados.
De Social. Habana empezó a besarla.
Seis velas parpadeaban humean. La vas a cansar. advirtió tes, chorreando de cerote los Por conducto de Mariblanca Sabas Alomá nos envia, desde la abuela. Vámonos.
candelabros de plata. Apenas Santiago de Chile, nuestra distingulda colaboradora, la poetisa No, mamá no se cansa cone si a su luz livida se perfilaban Maria Monvėl, estas páginas emocionantes y deliciosas de la migo. Verdad, mamá?
el hombre y la anciana que, junto joven cuentista chilena Marta Brunet. Damos con verdadero re No, mi hijito querido. Quic.
al catafalco, parecian extáticos gocijo cabida en las columnas de Social al envio de la intere.
date.
en sus dolorosas sensaciones, sante compatriota de Gabriela Mistral, seguros de proporcio como ella cerrara los grauAl niño, acurrucado en su es nar asi solaz espiritual a los devotos del dificil género litera des ojos claros, abuela insistió.
condité, ma sola idea lo tor rio en que Alfonso Hernández Catá, Javier de Viana, Horacio Ya la has fa igado bastante. turaba. por qué habian acostado Quiroga y Valentin Garcia Saiz son amenisimos maestros. Ves? Quiere dormir.
a su madre dormida en aquella Marta Brunet, aunque muy joven, tiene ya realizada una vasta Que duerma, pues, yo le caja negra y por qué a pesar labor, que le asegura uno de los puestos más altos entre la haré tuto.
de las protestas enloquecidas. intelectualidad chilena.
Entonces, muy bajito, empezó de su padre unos hombres la a canturrear la canción de cuna habian tapado, dejándola encerrada, cuando Sí, mi hijo querido. Ve a descansar, um con que ella misma lo durmiera de pequeño: de un momento a otro podria despertar? poco que sea. Hace tuto guagua.
Con una nitidez que lo hacía respirar No quiero.
Un grito desgarrador cortó la frase. La jadeante recordaba el niño su propia agonia. No seas porfiado, mi pobrecitu. Nece madre se alzó sobre los almohadones excuando, el ano anterior, se quedara sorpre sitas de todas tus fuerzas para manana. Yo tendiendo los brazos al niño y ainbos, un sivamente encerrado en el gran arcón del velaré con la Tato. Ya, ven. No ves que largo rato, sollozaron besándose y murmuvestibulo. Recordaba su aturdimiento al te estás matando? Hazlo por tu hijo.
rando palabras incoherentes.
sentir cómo caia la tapa cerrando de golpe El hombre se puso de pie tambaleándose. Mama. Mamacita querida. Mi mamá.
la chapa mecánica, sus vanos esfuerzos por y ambos, apoyado uno en otro, abandonaron levantarla, su miedo a lo negro que se le. Hijo mío. Mi Juancho. Al fin. como la sala.
entraba por los ojos muy abiertos, sus gri Entonces el niño separó las cortinas que antes! Déjame besarte. Mi hijo mío, mio!
tos que le llenaban los oídos de un rumor lo ocultaban. No le parecia razonable aqueSe interrumpió ahogada por la tos y algo de océano, su ahogo al sentir la atmósfera Ila insistencia de la abuela porque su padre rojo y tibio alcanzó a humedecer las manos densa e irrespirable, la atonia que empezó de Juancho que trataba de sostenerla. La se acostara, cuando la madrecita podía des por cosquillearle en las extremidades para abuela se interpuso rudamente, entregando pertar de pronto y. entonces ¿quién iba a el nlio medio loco a la vieja Tato.
luego dormirselas, la sensación de diluirse destapar la caja? La abuela había dicho que en algo que parecía aceite, en algo húmedo, para mañana necesitaba su padre de todas. Qué tiene. Qué le pasó?
espeso y pegajoso. Después. Después? sus fuerzas. Mañana ¿qué iria a pasar ma Nada contestó la sirvienta al par que Nada. El despertar en los brazos de su Nana. Sería entonces cuando habría que lavaba con alcohol las manecitas ensangreni.
madre com un atroz dolor en los huesos, destapar la caja. ría ella a despertar matadas. Es que se cansa tosiendo. Tome, lleno el espíritu de mil fantasmagorias que ñana? la dejaban sola. Sola? No, sola chupe esta pastilla, no la vaya a botar. hicieron por mucho tiempo pavorosos sus no, puesto que él, Juancho, estaba allí. Pero ver, déjeme cambiarle la ropa.
sueños.
si ella llamaba ¿qué haría?
La tarde de ese día se llevaron a la casa ¿E iba ahora su madre a sufrir semejante El niño quedóse largo rato meditativo, del quintero sus muebles, sus juguetes y sus martirio. Por qué su padre dejó que los con los puños apretados y todos los músculos libros. Comía alli en una mesita puesta en hombres cerraran la caja. Por qué abuelita de su cuerpecillo en tensión por el esfuerzo el corredor. sus preguntas, en sus cortas repetía obstinada. Hay que resignarse. mental. Revivía con una precisión que llevisitas, abuelita contestaba que la mamá ¿Qué era aquello: resignarse. Por qué gaba a hacerle daño, los últimos tiempos seguia enferma, siempre con tos y deseos contestaba su padre entre sollozo y sollozo: pasados en la quinta.
de dormir y que para no molestarla se le. Sí. Si. Entonces, a pesar de sus pro La madrecita, siempre enferma, siempre tenía allí, con la Rosalia y Pedro que tanto testas, queria el que la madrecita estuviera tosiendo, un dia en pie, otro en cama; el le querian.
encerrada?
padre preocupado; la abuela silenciosa y. el papá?
Con la cara sumida entre las manos, de triste. él, desde que la mamá se enfer. Está bien, hijito. No viene a verte porrodillas junto al ataúd; trataba de coordinar mara, sólo dos veces al dia lo dejaban ver. que tiene mucho que hacer.
el hombre sus ideas: mas huian estas como la: una en la mañana, otra en la noche Abuelita: déjeme ver a la mamá ¿quiere?
engañosos fuegos fatuos, dejándole sólo el antes de acostarse. El paréntesis abierto Le prometo que la miraré no más. Pobre dolor que lo desgarraba.
entre esas dos visitas transcurria para el mamacita. No pregunta por mi. La anciana, caidas las manos en el re en la casa de los quinteros, en el fondo de Si, hijito. Te encarga que seas muy gazo, repasaba entre sus dedos exangües de la arboleda. Después se le dejó verla obediente y muy bueno y te manda muchos las cuentas benditas de un rosario. Su do una sola vez, luego dia por medio y ulti besitos.
lor era manso: habíale enseñado la vida a mamente pasaba días y días sin lograr ver. Por qué no me los das, abuelita? Anrecibir con humildad al purificador de al satisfecha su ansia de estar con ella. Abuetes todos me besaban. Hace tanto tiempo mas.
lita, a sus tímidas preguntas, contestaba que no me besa nadie. Hijo murmuró alzándose tras de besar que la madrecita dormía o que la madrecita Mi pobre hijito!
la cruz. Hijo ¿por qué no te acuestas un estaba muy cansada para recibir visitas. Él Abuelita es que ya no me quieren?
rato?
senta una pena muy honda, los sollozos. No, hijito, no es eso. No te atormentes La cara del hombre se mostró desnuda y hurgaban en su garganta e inclinando la asi, no pienses más en eso. Todos te quedesolada, envejecida por surcos profundos cabeza, iba silenciosamente a esconderse en remos mucho y porque es tan grande nuesque abrillantaban las lágrimas.
algún rincón, dando alli libertad a su antro cariño te tenemos aquí. Ven insistió la anciana. Te acuestas gustia. No entiendo.
un rato y luego puedes volver.
Por fin una mañana se le dejó verla. La No quiero balbuceo hosco.
madrecita logró con grande esfuerzo levau(Pasa a la página 10) Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica