5000 REPERTORIO AMERICANO de las cucurbitáceas, o de las marcas de fuego que se ponían en los cueros. De esta inanera nace y crece, por consiguiente, la industria cerámica. tan importante todavía.
J, PIJOAX (Historia del Mundo. Tomo Barcelona. son La invención de la hoz ni la modesta carretilla de mano, de la que no tenían tampoco noción los indios americanos.
Es muy, posible que la idea de hacer vasijas de cerámica se ocurriese naturalmente de la vieja práctica de revestir las obras de cestería con arcilla para hacerlas impermeables. Algunos de los pueblos primitivos actuales fabrican obras de paja tejida que casino dejan atravesar el agua; nuestros sombreros panamás una prueba de la habilidad con que todavía consiguen tejer las fibras los descendientes de los indios americanos. Pero, además, es táctica habitual y común de muchos de los pueblos salvajes revestir los cestos con una pasta de arcilla fina y dejarlos secar al sol para hacerlos imperineables. De este cesto cubierto de arcilla a la cerámica, ya no hay más que un paso. Pronto se debió suprimir el alına del tejido de mimbre, del todo innecesaria para fabricar el cesto solamente con arcilla. El cesto sería, pues, el predecesor de la vasija: una vasija no es inás que un cesto de barro. Lo más probable también es que fueran las mujeres pre históricas las que, por este camino, inventaron el arte de hacer vasijas, de incalculables consecuencias para la humanidad. Mientras el hombre inventaba y perfeccionaba sus armas de piedra, la mujer, a la puerta de su choza. tejía las fibras de esparto y la paja, para hacer cestos.
Ella, la, mujer misma seguramente. liizo dar este primer gran paso a la industria humana, recubriendo de barro los cestos y descubriendo que la arcilla.
después de cocida. no sólo se endurece y se hace. impermeable, sino que ya no puede desleirse, más con. cl agua.
El invento era tan trascendental que los hombres se apoderaron pronto de él y fueron ellos los alfareros, quedando las mujeres relegadas a la cestería.
En un principio las vasijas se fabricaron con las mismas formas que tenían los cestos, y no sólo se repitió aquella forma con el barro. sino que se modelaron todos los detalles del trenzado de la paja en la materia blanda y pastosa de la arcilla. Con sorprendente paciencia se modelaron una por una todas las fibras, y el tejido regular de la obra de cestería se reprodujo en el barro. Los progresos de esta industria de la ceráinica, emancipándose gradualmente de las formas del cestero, se ven claros en las vasijas de los indios americanos, pero en las cerámicas prehistóricas europeas encontramos muy amenudo reminiscencias del trabajo preliminar de cestería.
Claro está que, una vez descubierto el secreto de dlar dureza e impermeabilidad a la arcilla, cociéndola o dejándola secar al sol, pronto se imitaron con barro, no sólo los cestos, sino todos los demás recipientes usados por el hombre primitivo. así se repitieron en cerámica las formas de los grandes frutos de corteza dura, como las calabazas y cocos, que todavía sirven de vasijas en muchos países y que debieron usarse también desde los tiempos pre históricos en Europa. Se repitieron así mismo en cerámica las formas de los odres, cueros, estómagos, vejigas y otros recipientes de membranas animales. De manera que puede afirnarse que en las formas tradicionales de las vasijas de nuestro ajuar, si se observan bien, se notará que reflejan uno de estos tres tipos primitivos: el cesto de mimbre, la cáscara de fruto o de odre de cuero. Lo mismo podríamos decir de su decoración: los relieves que decoran las cerámicas, o las pinturas que se aplican después, provienen de los entrelazados de tejidos de mimbres de diversos colores, o de los dibujos que se hacían en las cortezas Además del inartillo, del punzón, del rascador y de otros antiguos útiles de piedra. que se funden también de bronce cuando este metal se va haciendo familiar. aparece otro instrumento que tenía, que cambiar con el tiempo la vida humana y que tanpoco hubiera podido nunca fabricarse de piedra: éste es la hoz o la guadaña para cortar los cereales. Ya hemos visto que en los últimos días de la edad de piedra, los granos, que constituyen la base de la agricultura, se entrodujeron en Europa. Es probable que los últimos pueblos cazadores europeos abandonaron a la mujer el cultivo de los cereales, en un claro del bosque cerca de la caverna o de la choza, como todavía hoy el campesino europeo, por atavismo, abandona a su hijo, así que puede, el cuidado de los campos para convertirse él, a la vejez, en cazador.
Los granos debieron plantarse en un principio valiéndose de un bastón con un círculo o rodela, para impedir que penetrara demasiado en la tierra, tal.
como lo empleaban los indios americanos y como se usa todavía. en Suecia, mas para segar las espigas hacía falta un instrumento especial. El cuchillo de piedra era de lentitud desesperante. Tenía que cortar uno por uno cada tallo de avena o de trigo, y aunque durante el período neolítico se había ingéniado una hoz rudimentaria, clavando varios cuchillos de silex en um tronco de árbol, sólo de metal podía construirse el cuchillo curvado que recoge, al cortarlos, los tallos de las plantas, formando un mazo de ellos, a cada golpe. Los griegos representaron a Ceres, la diosa de los campos, con una hoz en la mano, porque, sin la hoz, la agricultura no hubiera sido posible. La höz era un instrumento sagrado para los celtas, que lo veneraban lo mismo que antes habían venerado el hacha de piedra. Los druidas o sacerdotes celtas llevaban como distintivo una segur de plata. cuán maravillosos cambios no se han originado de este cuchillo singular, que ha permitido el cultivo de los cereales en grandes extensiones! Por él pueblan la tierra multitudes inmensas, que no hubieran podido alimentar, las selvas vírgenes. Pues éste es también un resultado inmediato del empleo de los metales.
Los demás útiles del agricultor no son de ningún modo tan preciosos como la hoz; el arado no era tan necesario en aquellos campos de tierra, rica de mantillo, de la Europa pre histórica. Con seguridad lurbieron de emplearlo, pero debía ser un simple tronco de árbol con una recia rama que se clavaba en el suelo. Los lapones, que con los vascos son acaso los únicos descendientes de las poblaciones primitivas europeas, tienen para el arado la palabra kara, que designa a la vez arado y rama. En sánscrito, spandana quiere decir a la vez arado y árbol.
José PIJOAX (Ilintori de Mundo. Tonio Borcelonn. Imprenta y Libreria Alsina. San José de Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica