224 REPERTORIO AMERICANO ungido con sus lágrimas para la sepultura. no volvió a verla, y de todas las mujeres que halló en su camino, a ninguna amo tanto como a ésta.
VIII No me lloréis a mi El Cirineo habia tomado la cruz de sobre los hombros de Cristo. Cristo se levantó, y siguió andando en el día de sus tinieblas, rodeado por la multitud. Llevaba túnica de grana y bajo sus cabellos corria la sangre, rayando su cara. Ningún hombre, en la multitud, lloraba por El, ni aquellos que lo habían saludado con palmas alegres, y hosannas, a su entrada en Jerusalén. Ninguno de sus discipulos estaba cerca de El, en la hora del espanto.
Pero algunas mujeres le seguian con largo lamento, y le lloraban. como Jesús las oyera, consuelo de dulzura entró en su que Jesús conociera su dolor. Jesús, como desamparo y alivió su congoja. sobre las. la sangre corría sobre sus ojos, no pudo ver cabezas de la multitud vió incorporarse, a la que lo había ungido para la sepultura, también, el lirio resucitado en la casa de a la que más amo.
Jairo.
CARLOS ALBERTO LECMANN, Entre las mujeres que le seguían estaba Maria la de Bethania, hermana de Marta y de Lázaro. Jesús recordó cuando ella, a la hora de la tarde, se sentaba a sus pies para CULTURA VENEZOLANA oirle, mientras el sol bermejo se rompia entre las hojas de la viña y doraba el camiDirector: José Tagliaferro no y el muro de Jerusalén. su piedad por Apartado de Correos 293 ellas fué más fuerte que los espantos de Caracas.
su agonia. Por eso su espiritu las miro en Cultura Venezolana se publica el dia 15 medio de las tinieblas de su hora. les de cada mes en números de 90 a 128 pá No me lloréis a mí, pero llorad por voginas.
En la sección bibliográfica se dará cuenta sotras mismas y por vuestros hijos: de los libros de los cuales se remitan dos entre aquellas mujeres andaba sin levanejemplares.
tar los ojos, la que había roto el alabastro en la casa del fariseo Simón. Pero lloraba Precio de suscrición: sin lamento, porque no se creia digna de En el extranjero: dólares al año, dijo: Balada del mar no visto, ritmada en versos diversos GREGORIO CASTAÑEDA ARAGÓN.
No lic visto el mar. Mis ojos vijias horadantes, fantásticas luciérnagas; mis ojos avizores entre la noche; duenos de la estrellada comba, de los astrales mundos; mis ojos errabundos familiares del hórrido vértigo del abismo; mis ojos acerados de viking, oteantes, mis ojos vagabundos no han visto el mar.
La cántiga ondulosa de su trémula curva no ha mecido mis sueños, ni oi de sus sirenas la erótica qucjumbre, ni aturdió mi retina con el rútilo azoguc que rueda por su dorso.
Sus resonantes trombas, sus silencios, yo nunca pude oir.
sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos, ni su mutismo impavido cuando argentos y oros de los soles y lunas, como perennes lloros diluyen sus riquezas por el glauco zafir. Ni aspiré su perfume!
Yo sé de los aromas de amadas cabelleras.
Yo sé de los perfunies de los cuellos esbeltos y frágiles y tibios, de senos donde esconden sus hálitos las pomas preferidas de Venus!
Yo aspiré las redomas donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos, las zábilas y mirras del mago Zoroastro.
Mas no aspiré las sales ni los ïodos del mar!
Mis labios sitibundos no en sus odres la sed apagaron: no en sus odres accrbos mitigaron la sed.
Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos, labios cogitabundos que amargaron los ayes y gestos iracundos y que unos labios virgenes captaron en su red!
Hermano de las nubes yo soy Hermano de las nubes, de las errantes nubes, de las ilusas del espacio. vagarosos navios que empujan acres soplos anónimos y frios, que impelen recios impetus voltarios y sombrios!
Viajero de las noches yo soy.
Viajero de las noches embriagadoras; nauta de sus golfos ilimites, de sus golfos ilímites, delirantes, vacios. vacios de infinito. vacios. Dúcil nauta yo soy, y mnis sonares derrotados navios.
Derrotados navios, rumbos ignotos, antros de piratas. el mar. Mis ojos vagabundos viajeros insaciados conocen cielos, mundos, conocen noches hondas, ingraves y serenas, conocen noches trágicas, ensucios deliciosos, sueños inverecundos.
Saben de penas únicas, de goces y de llantos, de mitos y de ciencia, del odio y la clemencia, del dolor y el amar. Mis ojos vagabundos, mis ojos infecutudos. no han visto el mar mis ojos, no he visto el mar!
LEON DE GREIFT (Del tomo Tergiversaciones.
Primer mamotreto. 1915. 1922. Bogotá, 1925)
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