encima cipitaron ate a un barca quedó quieta, bajo el oro due y rigides o Ponto oyó en cubierta un diálogo que se retiró haciendo sonar a hueco, con las botas, la 352 REPERTORIO AMERICANO La autoridad Del libro Lon Egoistas y otros cuentos.
BABEL. Buenos Aires. 1927. Ta bien, replicó el marinero a quier no le inla mañana al muelle de San Fernando, después de teresaba mayormente aquella barca destartalada. una pesca fructuosa en la costa del Uruguay. Era se marchó.
una embarcación de reducidas proporciones cuya Ciriaco se dirigió entonces al indio que, desde arboladura se componia de la entena de tacuara desde la proa se alzaba en el aire, quedando sujeta que el suelo, se quejaba de un tobillo: por la mitad al extremo del mástil. Con ella, la bar Pa que siás zonzo otra vez. la autorida ca adquiria el aspecto agresivo que da al cardenal hay que acatarla. Si te dicen que ta bien, ta bien; que ta mal, ta mal nomás. si te dicen que fonsu penacho rojo y agudo. como la embarcación era pequeña y sucia, aquella apariencia de hostilidad diés en otro lao, fondiás. Pa eso es autorida, po.
era todo lo cómico que puede serlo el aire de un Terminada la admonición, el correntino volvió pilluelo irritado.
al sollado a reanudar la interrumpida tarea, seguido Su dueño se llamaba Ciriaco. Era un correnpenosamente del indio. Empezó por echar el pescado tino enjuto de carnes, de cara color de tierra y en canastos de mimbre antes de limpiarlo y de ojillos negros, velados por una continua cautela. Un pronto levantó del montón, por la branquia, un corindiecito de la frontera brasileña lo ayudaba en las pulento pejerrey. Con evidente orgullo profesional sencillas maniobras de abordo.
quedó mirando aquella lonja de carne sabrosa, marTerminada la operación de arrollar la vela rocada en los flancos por un galón de plata.
jiza contra la enteng el indio tomó el botador para El correntino dijo con satisfacción: arrimar la barca al muelle, entanto que el patrón, de Es lindo de veras. Lo menos tráimos diez, pie en la popa, mantenia el rumbo con la caña del como éste. Caro los va a pagar el que se los lleve.
timón entre los tobillos. Una última vez la larga pértiga se hundió oblicuamente en el agua y ya Dijo esto sin sombra de codicia, a pesar de lo ya hu cual no dejaba de haber en sus palabras un dejo de do, siguió el estrépito de los eslabones que se prejactancia, que bien podria traducirse por amor prode una de las bordas pio de pescador y orgullo de sentirse inflexible en cuanto al precio de su mercaderia.
sol, sobre los lamparones atornasolados Alla arriba, en el muelle, se oyó nuevamente reverberación cuya la voz del marinero: tejía en uno de los flancos Je la Fortuna una malla temblona de reflejos. Ah, los del Fortuna.
Ciriaco bajó al sollado. Alí estaba el fruto de Ciriaco asomo la cabeza por la escotilla.
su en montones azulencos de cuerpos planos El jefe que si le venden unos pejerreyes, que despedian el olor repugnante del pes dijo el marinero cado, por fresco que sea. Más que nada, habia El correntino fijó esta vez sus ojos en las pugrandes bagres, de piel floja y lisa semejante a una gamuza plomiza. y esbeltos pejerreyes que tenian la pilas de su interlocutor y contestó sin vacilar. Pejerreyes no tráimos. Pescamos unos chicos boca rajada fué retirado jada y sangrienta por la premura con que y los comimos a bordo. Si quiere bagres.
Ciriaco se disponia ya a clasificar el pescado. Bagres, no, replicó el marinero vivamente. cuando de lo interesó vivamente.
tablazón del muelle.
Un marinero de la prefectura había venido a Ciriaco, de pie en la cubierta lo mira alejarse, informarse respecto al cargamento de la barca y mientras echa atrás uina pierna tanteando el terreno decia al indio que se encontraba en cubierta: en busca de la escotilla. Pero no baja. Ante si, acaba de encontrar los ojos atónitos del indio cuya imaginación hace esfuerzos heroicos para compren dY la cana, ande la esconden?
der aquella sucesión de actitudes tan contrarias: el Nao tem caninha. Nao sou contrabandista. respetuoso acatamiento primero, la tranquila mentira El marinero replicó con languidez criolla: después. Todo su estupor cristaliza en esta frase No has de trair. Conozco yo estos cachafaces. silbante: El indio se sintió amoscado. Ora isto. Contrabandista vocé, cachafaz voce e ainda El correntino clava en el sus ojillos, donde arde mais.
lentamente la malicia. explica: Indudablemente se preparaba a hacer la alusión más rotunda de todos los idiomas, pero no pudo la autoridá no se le puede vender pejerreyes; hay que regalárselos. Pa eso es autorida.
conseguir su propósito. De un salto el correntino Pero como también es un crimen regalar pejerreyes estuvo a su lado y lo echó a rodar sobre la concatan lindos, lo mejor es decirle que no hay. Pa eso va cubierta. Luego se quitó el sombrero, bajó la vis es autorida, po.
ta y para que el desagravio fuera completo, buen cuidado tuvo de correrse de canto hasta el sitio Luego, como comprende que no puede hablar mncho tiempo sin comprometerse, el correntino vuelocupado anteriormente por el indio; antes de contestar humildemente: ve a su mutismo habitual, tan completo, que se diría un retazo de los vastos silencios del estuario. Solo tráimos pescao. Si quiere pasar a verlo.
Guillermo Estrella. Pescao.
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