46 REPERTORIO AMERICANO para llera caracoleada. en medio de ese desorden y con esos rasgos africanos era interesante y noble. La cabeza viril, levantada, y los ojos desdeñosos y dominadores lucían una nobleza lejana, dilatada desde la noche de la historia.
El almirante llamó aparte a su esposa y le dijo gravemente, cuando su hija hubo salido. Ese canalla que acabo de expulsar de mi casa. Joao Cándido. Si. Ha venido a pedirme la mano de Albertina. ella o el Brasil. ine hardicho. 10 ella o el Brasil. Santo, cielo! exclamó la señora y corrió en pos de su hija como para sentirla muy cerca, consciente del peligro grave que la rodeaba.
Las razas diversas se encuentran como esas quinalmente. De pronto clavó las agujas corrientes marinas que forman imponentes en el brazo de la silla y dijo. remolinos. Qué te pasa, nena mía?
Vamos a la narración de los hechos. No se, madre. Nada.
crueles.
Albertina volvió a suspirar. El celaje Il solitario avanzaba y avanzaba por el cielo como una noticia cerrada quien La casa del Almirante Sampaio Sestío sabe quién.
estaba situada en la rua das Laranjeiras Algo te pasa. Dime. Qué me acultas?
frente a esa plaza de Alencar, tan llena. La verdad, dijo Albertina. Estoy inde sombra y misterio, donde la vida de la quieta por la partida de Manoel.
ciudad parece disminuir en una tregun Era su novio el teniente Manoel Alves urbanizada, de arboledas, jardinillos, y vie de Sousa, del «Sao Paolo. cuyo viaje a jos bancos. inarmóreos de la época imperial.
Bahía, en maniobras, estaba anunciado en. La casa de los Sampaio es conocida en todos los periódicos.
Río con el nombre de Janellas rermelhas, Atardecía. El rumor de los insectos o ventanas coloradas, por cuanto ese color nocturnos, adormecidos por el sol y desestá obligado por tradición en las persia pertados por el vespero, se elevaba por el nas de la fachada por el lado de la plaza. jardín en la penumbra dowda. No hay Hacia la calle muestra un jardín y corre descanso en la fábrica inmensa de la nadores, decorados con flores a la manera turaleza.
portuguesa. La mansión fue construida Terminados los trabajos del día empie.
ni más ni menos que por el Duque de zan los de la noche con una sonoridad de Caxias, ilustre antepasado, Los pilares música bajo la bóveda inefable. Hondo, son de piedra de Braga, y los azulejos argusto y Frave, escuchábase ese rumor provienen de la fábrica, ya extinta, de que precede a la noche y que viene a Evora, en Portugal. Por la parte de atrás comprobarnos la eterna e incansable evomuere la inontaña circundante a la capi lución de todo.
tal y se ve el Corcovado como si se vi Las pestañas de Albertina, como alitas niera encima, monstruoso, atabacado, con del pájaro Perereca, temblaban en vetas de un verde violento en las vertien ansia de cerrarse para soñar.
tes. El jardín es húmedo y encierra un Una sombra pasó por el jardín, y a poperfume fuerte de helechos y grandes Ho. co se escuchó una discusión terrible en res inverosímiles, cuyos nomibres nunca los aposentos del almirante.
supe. Mariposas como aeroplanos de fan Los gritos eran, ora sordos, llenos de tasía revolotean en el aire cálido, encogida rabia, ora estridentes como pis Natureza superba, dijo el almirante, toletazos o golpes de foete.
mirando por el corredor. Mulato. Infame. Mulato! Se ogó Un solo celaje pasaba por el cielo de que gritaba el almirante Sampaio.
color añil como mensajero del Infinito. Albertina corrió a los brazos de su maAlbertina suspiro tímidamente. Tenía dre con los ojos grandemente abiertos, sus ambarinas manos afiladas encima de cual esas madonas aterrorizadas a la visun libro de Balzac que acabara de leer. ta del madero sangriento.
Un traje vaporoso, de color verde pálido, Tres lombres pasaron por el corredor.
marcaba suavemente sú busto y se dete Pudo verse claramente la cara impávida nía a la altura de los tobillos dejando ver del marinero Joao Cándido. Tenía la gael pie torneado en las babuchas finamente llardia y el color de esos portadores de trabajadas con lentejuelas e hilo de platapalanquines de Cleopatra; los labios avanSu madre, en otra, silla, permanecía con zados como estigma de la lujuria racial; la vista fija sobre su labor, tejiendo ma los ojos de esclerótica amarillosa; la cabeເt)
III Al siguiente día los diarios anunciaron que la escuadra brasileña, consistente en dos acorazados poderosos, se había sublevado al mando del marinero Joao Cándido.
Esto ocurrió en 23 de novieinbre de 1910.
El día era tan herinoso como lo fue en Pas, rís el de agosto de 1914, probándonos.
que el Sol, amo y señor de la vida, es indiferente a los dramas del género humano.
Era, sin duda, una fiesta para los ojos, la vista de esos potentes artefactos guerrel os, con sus torres de combate y sus cofas, desafiando a la ciudad, corriendo de un lado para otro entre los arrecifes, islotes y angosturas múltiples de esa bahía que es sin duda el broche maravilloso que cerró los siete días de trabajo del Creador.
Esos acorazados, sólidamente anclados, labían llegado a formar una parte del decorado suntuoso de la capital; eran el complemento de esa bahía con islotes como lomos de ballenas. De pronto se colocaron un penacho rojo y echaron a evolucionar probando que eran la parte móvil, advenediza del paisaje.
Toda la ciudad se estremeció como un proscenio en el momento que cambian una gruesa decoración, y el Palacio de Cattete se hizo el centro de los riunores más alarinantes.
El general Hermes da onseca, el Presidente, hombre sólido, chiquito y de color ladrillo, como general francés de Alger, declaró enfáticamente que no trasladaría la capital a Sao Paolo. Meu lugar e aqui.
pronunció, prolongando esa cosa de parodia que tiene nuestra historia americana. No es parecido al jy suis s reste de Thiers.
El Barao de Rio Branco, potente Bismarck de jipijapa, tal como lo ví entonces, tenía un cráneo poderoso. De levita y pantalón blanco, se encerró en Itamaraty. iQué rergonha de incidente! El hombre que había agrandado al Brasil en miles de kilómetros cuadrados maldijo a ese marinero que le daba el conflicto más yrave de su vida. Qué quería Joao Cándilo? Posiblemente el único que podria responder era el Almirante Sampaio. Esa revuelta sorila se marineros de color alentaba in informe desco de revancha e igualdad. Pedian la abolición Quien habla de la se refiure a uan empresa en su género, singular en Costa Rica. Su larga experiencia la coloca al nivel de las fábricas análogas más adelantadas del mundo.
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SAN JOSE COSTA RICA Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica