Democracy

REPERTORIO AMERICANO 85 un.
tina e ¿Es tan mala la Universiinmensa gloria lusitana de Aquella tarde, como en las me dijo ballarse perfectadad?
Pacheco.
cuatro visitas que le hice en muente. Luego ine añadió: Gonzilez Prada hojeo un año, me despidió finamente Me voy porque no sé qué le poco el libro que yo le había en el corredor.
Hice una segunda, uma terha pasado a mi mujer. No ha traido y luego, con el entre Yo salía cada vez más atraido cera y una cuarta fisita a venido a buscarme a la Bibliosus manos blancas y finas, me por vález Prada Pero no González Prada. Siempre le teca.
dijo, mirándone con sus ojos hallaba en la Biblioteca y ya le comprendis aún. Era muy Le estreché las manos. Se claros: fuerte el ambiente de la Unicharlaba sin miedo con él. Una marchó lentamente. Le vi irse versidad y de la frivolidad li Tan mala, tan mala que vez le llevé a iin amigo y coyine subía saltos las escaleras ya no tenemos juventud. mo se trataba de una persona meña. Hasta 1918. yo saludaba de la casa. Siempre que hablaLi serenidad, la sencillez ile más importante que yo, nos reverencialmente a los prohom ba con González Prada me debres nacionales, tenía un res2011el viejo erguido y fuerte, invitó a pasar al salón de la jaba una impresión tal de frés.
me dió mucho valor. Recuerdo dirección y ahí se sentó Gon. peto infinito, por los «sabios cura, de fuerza, que tenía maestros de la Universidad; que pudle decirle ya, como a un zález Prada en una silla cediengrandes ganas de correr, coino camaraila: do la que a él le correspondia, estaba saturado por la adjeti después de un. luño. vación del diarismo nacional Però en provincias tenemos yule jamás ocupó, a mi amigo.
No le ví más. Si, le vi merEn todas estas visitas González y creía, naturalmente, que entre uma juventud.
to, tendido en su caja, con su Prada hablaba de temas genenuestros viejos políticos había González Prada me dijo inl ostro de mármol.
hombres cultos y honrados.
mediatamente: rales, de la Biblioteca, de la en el mes que siguió a su Apenas salía de la nebulosa. Es verdad.
prensa provinciana y de asıınmuerte, yo senti hambre por tos sin importancia. Yo no era primera vez y comencé a comLiego me imencionó nombres un compañero para charlar Yo nunca había visto a Gonde jóvenes ile Arequipa y me prender el dolor de los otros.
con él, sin duda alguna y me zález Prada con sombrero. Solo ¡Cuántas veces en mis amarhabló de Urquieta, de Percy soportaba más por bondad que Gibson y recordó a Orrego vez le había encontrado gos días de soledad y de pripor otra cosa.
fuera de la Biblioteca en un vación surgin el recuerdo de entre los nuevos de Trujillo.
Termine mi visita. Yo Sin embargo, un din de mil banco de la Plaza de Lima, nel viejo amigo, el único que yo de 1918, no sé por qué, le sentado con su esposa, con el cilerio que le dije ya en la yo tuve, sin que él supiera cije: sombrero en la mano. No podía quizá, en la época en que puerta del correilor donde él Detesto a Piérola.
me lespillió: pensar en él sin recordar su alumbró en mí la fe de una don Manuel no hizo sino frente luminosa y sus cabellos meva vida. Cuántas veces. Déjeme Ud. venir a verle, preguntarme lo lógico, dentro blancos y sedosos Pero unos señor González Prada. Soy muy Londres, 1923.
de la lógica nacional: cuantos días antes de su inuermuchacho pero quiero ser su. Es Ud. civilista?
te, muy pocos sin duda, le TAI) 1! de julio último (1928)
amigo. Señor, yo los detesto tam encontré en la calle de Plate se cumplieron ocho años de la inuer Venga Ul. Venga Ud. te de Manuel González Prada, bién porque me parecen malos ros de San Agustín, a nte la kran acusador, González Prada es siempre. mi casa está en la todos.
casa donde yo tenía mi habi. el precursor el movimiento actual Puerta Falsa del Teatro; vaya Don Manuel abrió los ojos tación. No le reconocí, pero él ile la juventud peruana y uno les Ud. alla, me dijo.
con ilna leye sonrisa se acercó hacia mí y ine salı los kraniles hornbres de América.
Le estreché calurosamente interrogó: do mencionando mi nombre.
Combatiilo, atacaclo, calumninilo y rodeado, por último, le silencio, 1: la mano y sali nerviosamente. con quién se quelaria Me descubrí turbado y él hizo tigara el más erinmute hombre del Aquella tarde, comencé a pen Ud. Muerto Piérola no han lo mismo con aquella bondad Perú ha siilo casi desconocido en sar en que los trajes bien cor quedado sino los civilistas. tan natural, tan insospechable, continente. La mevn ginpración do talos de nuestros grandes Yo no atiné a responder. entre esa gente limena que ese pais, quloy sufre la persecución hombres y sus guantes caros, Don Manuel siguió sonrienilo cniconada de la tiranin civilistacle estamos acostumbralos a ver kuin, bat impuesto nominatie sus gestos de gomina, eran un y yo le dije por salir del paso: y a tratar. Aquel último diaGonzález Prula. En 1922 Nu il de 1: poco sospechosos. Comparé a No sé, señor, pero los de logo fué breve; Torre pidió los estudiantes y obrGonzález Prada con aquellas testo a todos.
ros que forman las Universiilnelig. Perilóneme, señor on Wicelebridades que trompetean los Populares panas darles el nonGonzález Prada, qué bien nuel, lo dije, no lo loc reconobra del npóstol. Desilentonces Grote diarios limeios y; sin llegar lo recierilo aliora. jutó sus cilo.
zálon Prunt li landarat de relor ninguna conclusión, recordé minos, aſirinándolas sobre la. Estoy muy viejo? me pre lión el frenta único il trabajadores que una noche en Trujillo nantl. intelectuales que luclia mesa y me dijo: guntó sonriente.
por la renovarion Im virjo pueblo cuando tuve una época de im. Tiene Ud. razón, son ma. No, señor, está 02. con le los Tenix, sometido deosele. Bare petus literarios, liabía oído leer los; muy malos, tan malos que sombrero y yo jamás le vi así, cien miros a 110191 silersjón de ople0a Antenor Orrego en mi ce han hundido y seguirán bunle repuse.
náculo de aficionados la carta diendo al país. El pueblo del Exacto, me dijo. Sagitario. La Plata.
de Fradique Menilez sobre la Perú es un pueblo desgraciado. Le interrogné por su salud Rep. Argentina. me.
lex, Los dictadores y los estudiantes El señor Leguia, Presidente del Perú, esca bió en una mala hora su contestación al telegrama con que los estudiantes de Cuba lo expresaron su inconformidail con lil deportación de algunos universitarios peruanos. No prestamos atención a las estúpidas protestas de ustedes. dice el sejor Leguia, personaje que ha dado a quienes lo conocen personalinente una impresión del todo contraria a la que lirolucen esiis palabras descorteses. Hoibre de una delicada educación, de exquisita maneras y de uma ciertil cordialidad caballeresca, en el señor Presidente peruano sólo se explica aquella contestación por la marcarla, la instintiva aversión de los dictadores, especialınente de los dictadores hispanoamericanos, a la juventud estudiosa. Saben ellos que dentro del republicanismo de estos países en todo muchacho que estudis hay un probable, talvez un seguro enemigo de las formas autocráticas y antiliberales.
Un libro y una cabeza joven que se inclina sobre sus páginas, son para las dictaduras un símbolo de adversidad, una silenciosa amenaza de revolución. En las inasas universitarias están las más puras reservas.
de la democracia latinoamericana. El absolutismo así lo sabe o así lo presiente, y eso es lo que lleva algunos gobernantes a asumir como tales ante la juventud de las anlas actitudes que talvez no asumirin jamás como individuos.
De El Tirupro. Bogoti Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica