52 REPERTORIO AMERICANO ral, cayeron en abusos más inicuos todavia. evocar esos recuerdos ingratos se le queLos libertadores se trocaron en tiranuelos; braba la voz y su gesto era duro, amenalos que ayer proclamaban una honradez sin zante. Se le sentía sufrir e indignarse y pruebas y condenaban errores y faltas de sólo volvía a la calma cuando evocaba el los liberales, convirtieron las funciones de nombre de nuestro amigo comúni, Juan Frángobierno en mercado de cinicos y vergon. cisco Bedregal, muy querido de los dos.
zosos negociados. Gentes sin fortuna y que Yo recogi una impresión penosa porque vivian a expensas de los honestos magna pensé que mi amigo daba importancia extes que imprudentemente fomentaron la re trema a cosas que por ordinarias y feas volución, en menos de dos años de poder deben olvidarse pronto y despreciarse siemvivían en casa propia y gastaban automóvil. pre. era sólo mi egoísmo que me hacía La revolución, decían los revolucionarios, pensar de la suerte. Ah, no poder nunca se había hecho para reconquistar las liber presentir cuándo las almas se encuentran tades violadas. gobernaron con constante realmente desamparadas. No saber exacta estado de sitio, desterrando a todos los mente cuando palabras simples, gestos bonadversarios politicos, violando en correos y dadosos, un cálido apretón de manos potelégrafos la correspondencia privada, su drian ser para un corazón como lluvia para primiendo todos los periódicos de oposi planta que se mustia en un desierto de ción. estas cosas inmundas se hacian bajo arena quemada por el scl. el gobierno de un antiguo universitario, de Porque en verdad, nunca deja de venir un profesor, de un publicista autor de libros la hora, el minuto, en que el hombre, cualsobre la buena manera de gobernar a los quier hombre, ha de tender la mano a otro pueblos.
para que le ayude, y desgraciado de él si Chirveches fué vejado, herido, insultado. su gesto de desamparo no es comprendido. Se le despojó de su correspondencia pri Es que, después de todo, cada uno de vada y se le requisaron sus maletas como nosotros anda metido cuerpo y alma en lo a 11 vulgar contrabandista de opio. Cayo suyo, entregado a sus propios afanes, a sus enfermo, grave; y hubieron de sacarlo en andanzas tras el placer, el dinero, el éxito, tren expreso de La Paz, la ciudad alta de la fama, o lo que sea, y vive solo, eternalos yermos y co. iducirlo a la costa.
mente solo. Pero esa soledad para un homQuedó en Antofagasta varios meses. En bre enfermo como mi amigo, esa soledad tonces esa ciudad del salitre estaba llena en país extraño, entre gentes indiferentes de proscritos políticos, de gentes sin recur y distraídas era enornie y no tenía consos y que malvivian soportando con bella suelo.
heroicidad privaciones de toda clase, mate ¡Cómo mi amigo debiera sentirse asi, solo riales y del alma. Chirveches se mostró re entre gentes con quienes se vive únicamente servado, distante con ellos y se atrajo su la vida de la materia y sin que en ellas despego porque las miserias del exilio siem hallen eco las aspiraciones del espiritu; pre agrían los caracteres y la vida en común, cómo esa alma dolorida debió sangrar y en vez de ligar a los seres, los separa. arrastrarse entre escorias y pedruscos. Chirveches me lo contó él mismo fué no saberlo. no adivinarlo.
un aislado entre proscritos y busco alivio a Contadas eran las personas a quienes sus quebrantos haciendo frecuentes viajes Chirveches veia en París; creo que éramos a la bahía de Mejillones con objeto de sólo dos: el señor Montes, ese gran incomdocumentarse para escribir su novela, la prendido y yo.
Vera del Mar, sarcásticamente dedicada «a Cuando me vine a vivir al campo, hace todos los bolivianos que no conocen Mejiya más de un año, le invitá a visitarme y llones» y que se desarrolla en ese paraje le escribi diciéndole que para sentir menos y a bordo de un viejo barco admirablemente fatiga del viaje se acompañase de dos amidescrito por el novelista. Los connacionales, gos comunes y los dos muy buenos de él.
achacando sus ausencias al deseo de no Su respuesta del 14 de octubre de 1925, me participar de sus aflicciones, inventaron una intranquilizó: infamia para empañar la limpieza de su «Aunque desearía ir a visitarlo a su casa, vida intima y privada, siempre irreprocha ha de ser difícil que lo haga, pues el viaje ble.
supone un madrugón. Además, hace tiempo Lo supo Chirveches y resolvió huir de que no veo, ni hay probabilidades que vea, ese medio envenenado por la suspicacia y a ninguno de los señores con quienes usted la maledicencia, me indica que vaya. Se vino a París; pero traía rota el alma, perdida su fe en los hombres y resuelto a Se nota aqui al escéptico y al desengañado. No emplea la palabra amigo para ver un enemigo en cualquiera que se le aproximara.
designar a sus amigos, los llama, acaso desYa contó mi amigo en la Revue de Amedeñoso, señores.
rique Latine, número de setiembre, las cir Meses después insistí en mi convite y le cunstancias de nuestro primer encuentro en propyse venir en campañía de otras persoParís. Me escribió anunciándome su llegada nas, creyendo que con aquéllas se hallaba y, naturalmente, fui a verle sin perder distanciado. ahora su respuesta fué catetiempo. Le agradó mi diligencia pero no me górica y desolada. Es del 18 de abril de la hizo ver. Al contrario: lo noté reservado, este año: poco expansivo, huraño casi. En lo único «Respecto a mi visita, no obstante el que se detuvo fué en contarme sus mala desco que tengo de conocer su propiedad venturas en La Paz y Antofagasta y al de Cuilly, en la que escribe usted, alejado del mundo, su monumental Historia, creo que habrá que dejarla para cuando su familia esté alli, pues (yo subrayo) no lengo amigo alguno con el que pudiera serme agradable hacerme acompañar. No insisti ya más. Había que dejarlo tranquilo, no importunarlo, pues bien se veia que el contacto con gentes que no fuesen realmente de su aprecio le era insoportable. esta aversión, esta ansia de soledad que en los seres normales indica buen temple de ánimo o es calmante para dolores y quebrantos del espiritu, en un hombre enfermo como Armando sólo mostraba el desequilibrio de su alma, cierta perturbación de todas sus facultades.
Es en esos dias que me envió su nueva novela, Flor del Trópico, sin dedicatoria.
La lei y me pareció floja. Creia que al autor de la Candidatura de Rojas había derecho de exigirle algo mejor. cometi la torpeza de decirselo asi en carta, es decir, cometi una mala acción porque la sinceridad es droga a usarse con infinitas precauciones y quien la prodiga sin discernimiento puede ser tan responsable como el médico que se equivoca en una dosis tóxica y mata a su enfermo.
Chirveches se sintió herido; mas su afecto le hizo disimular el dolor. Me dió su queja, sin embargo. No me sorprende que el libro no le haya gustado, pues, como es usted autor serio, la obra leída de prisa debe haberle parecido frívola. Creo como todo el mundo, que me planté definitivamente en la Candidatura de Rojas. Muy difícil será que viejo y sin energias produzca nada mejor que lo que hice cua ido era joven y cuando mi situación era muy diferente que la que se me ha creado. Viejo a los 45 años. Pero si; estaba viejo, porque se sentía. los años, aun siendo pocos, relativamente, no significan gran cosa cuando él que los lleva los siente pesar, inaguantables, en todo su ser. Así y todo, se le veía bien, fisicamente, es decir, aún joven, porque sólo algunas canas luciau por las sienes y el bigote. Vejez y ruina llevaba por dentro mi amigo.
Al fin vino a esta mi casa campestre.
Era un día de primavera, frío, húmedo y oscuro. Quisimos hacer un paseo por el campo y la lluvia nos obligó a encerrarnos en mi estudio. allí, mientras lloraba el cielo, nos pusimos evocar recuerdos de: juventud.
El viaje no debió parecerle muy largo, como temia, o quizás halló algún alivio en el afecto que se le prodigaba, porque poco después me escribía anunciándome espontáneamente, lo que me grado, una segunda visita. Tengo una sorpresa para usted»añadia en su carta.
La sorpresa era su nuevo libro, la Vera del Mar, mejor, a mi gusto, que el anterior. Tampoco llevaba dedicatoria.
Es a raiz de esta visita que escribió su artículo de la Revue de Amerique Latine en que refería algo de nuestras charlas y sus impresiones del ambiente de esta localidad casi desconocida para los habitantes. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica