156 REPERTORIO AMERICANO Paz me fuí con. ac. quitos parecían gentes de verdad. qué caras. Algunos sonreían malicio Mamá dije mientras vestía yo a había saboreado despacio todo aquello, samente, apretando la boca; otros, reían mi muñeca. Paz, nuestra vecina, no lo levanté en mis brazos, y a carcajadas, mostrando sus dos filas tiene cara de viuda.
de blanquísimos dientes. Las cejas pesado tesoro a casa de ¿Por qué lo dices? preguntó ini Paz, nuestra vecina: desempeñaban papel muy importante madre: Allí estaba ella, como siempre, deen los rostros de los muñecos; unas. Porque las viudas son viejas. lante de su eran en arco, lo cual les daba un asmesa de costura, hilvale respondí con toda la sencillez denando. cortando, cosiendo pecto de adiniración tal, que provodescomis siete años. y Paz se parece a caban el asombro; otras eran rectas y siendo.
la virgen que tienes arriba de tu me Nunca te cansas, Paz le pregando al muñeco a guardar una estaban muy cerca de los ojos, oblisa, es muy bonita.
gunté mientras me sentaba en la oriNi madre sourió dulcemente sa lla del tapete y depositaba sobre el titud graciosísima de enfado y deslió del comedor, Yo, entouses, poconfianza. Los había bizcos, pero ni suelo mi querida carga.
niendo la muñeca a mi lado. me veces no, a veces si. me resestos eran feos, porque bien se veía extendí en el canapé y me quedé pondió, pensativa.
que extraviaban la mirada para hacer pensando en Paz. Qué bonita era! Sólo. Yo quisiera, cuando fuese persona reir, cumpliendo así con su misión de porque tenía los ojos tan tristes, no payasos. Yo estaba encantada. Estenmayor, ser tan seria como tú le dije. di en el suelo el papel azul con que se parecía a la Hada Azul que figura Querría vivir en una casa así; tener ba en el cuento del Pajaro encantavenían envueltos, y sobre él comencé una mesita como la tuya, y estar codo. Esa hada llevaba eternamente la a formarlos. Bamboleaban al principio se y cose, como tú.
sonrisa en la boca, y Paz no: siempre y no querían ponerse en pié; pero con Paz levantó de la tela sus tristes paciencia y voluntad se logra todo, estaba callada y seria, a veces, hasta ojos, y abarcándome en una larga parecía que iba a llorar. Pero tenía mirada, me dijo: y yo estaba decidida a forinarlos en orden de batalla.
la misma cabellera dorada del hada. No, hijita mía. no lo desees. Verás, Brujito, verás. decía yo y la misina luz. en la frente. Después, ensartó la aguja en una en íntima charla con el gato, hacienUn ruido estrepitoso tiró al suelo liebra de hilo rojo, marcó fuertemente do esfuerzos por ordenar aquel esel castillo de inis pensamientos. Puse con el lápiz una línea sobre la tela cuadrón de rebeldes, y mordisqueando a un lado la muñeca, salté del canapé blanca. y empezó a dar puntadas, al mismo tiempo la cabeza o los pies y corri hacia el jardín para ver qué siguiendo aquella línea.
ocurría. Mi hermano Luis y sus amide algunos de ellos.
El gato, con sus grandes ojos color La tía Isaura y ni madre habían gos, con kepis de papel y sables de de uva, miraba a atentamente subir y ido sentarse hacia el fondo de la hoja de lata, acababan de entrar de bajar la mano de Paz.
sala, y en el centro del estrado conla calle en persecución del gato de. Mira qué gato tan juicioso. dije. versaban íntimamente sin cuidarse de la tía Rita, un gato negro que era a la vecina. Parece que quiere aprenmi persona. Yo, interesada en formar mi favorito y al que yo guardaba der a coser.
los muñecos, no me curaba tampoco diariamente la parte mejor de mis Florita. me gritó mi madre desde ellas; pero de pronto una exclama. golosinas, de la puerta de casa, Ven pronto, que ción dolorosa de mi madre une obligó Como un valiente general que se aquí está tu tía Isaura, y quiere verte. a darme cuenta de sus palabras.
pone al frente de las balas, abrí los Vamos, Brujito dije levantándo. Qué infamia! había dicho. No brazos y. detuve con un grito a toda me del suelo y cargando al gato. le parece bastaute el teuerla abandoesa multitud ebria de combato. Entre Ya volveremos después a conyersar nada en este pueblo, sin mandarle tanto, el gato ganaba terreno y entra con Paz. Dile adiós a la señora.
jamás un céntimo, y ahora se presenta ba a ocultarse debajo del canapé. moviendo la manecita suave dei allá con la mujerzuela. haciéndola. Nadie lo toque. Nadie lo toque! gato en señal de despedida, salí a lá pasar como su esposa. Qué vileza. grité. Es mi favorito, y lo defenderé púerta, crucé la calle y entré en mues¡Y esta pobre, aquí, llevando vida de con la vida.
tra casa.
monja y dejando el pulmón en la Aquella multitud leyó seguramente Mi madre y la tía Isaura desenvol aguja. Que infamia. en inis ojos la verdad y resolución vían paquetes: eran panecillos y dulMi madre, habitualmente tan dulce, de mis palabras, porque se alejó me ces que la tía nos traía.
se exaltaba, poniendo en su voz vidrosa, aunque sonriendo con cierta. Este es para Florita; tiene mubraciones que yo nunca le había oído.
sorna. quizá para ocultar su derrota nequillos de coco y almendra; y ésto ¿De quien hablarían. Qué significaría humillante. decía mi tía, endulzando la voz. todo aquello.
Yo, entonces, corrí hacia el canapé, es para la pobrecita de Paz.
No tuve tiempo de inquirirlo. pory dirigiendo al gato inis más dulces ¡La pobrecita de Paz. Por qué la que en aquel mismo instante una palabras para prestarle confianza y llamarían pobrecita, siendo tan bonita gran mariposa amarilla entró por la ánimo, me incliné, metí las manos como era. Quizás por ser ya viuda.
ventana, y el gato, ávido, con los ojos entre los flecos de la pasamanería, Abracé a la tía Isaura, recibí albollameantes. saltó sobre ella y cayó palpé en el fondo oscuro, y saqué. rozada el paquete de muñequitos de sobre mis muñecos.
arrastrando aquel fardo de seda negra coco, y con él y con Brujito, fuí a Un grito inío y un golpe de lágrique era el gato de la tía Rita. sentarme junto a la ventana. Ven acá, Brujito mío le dije Por la calle bajaban grandes carremas, puso en confusión la sala entera.
Mi madre y la tía Isaura corrieron a cuando ya estuvo a la vista, asustado tas arrastradas por bueyes, y a sui y tembloroso. Ven a comer tus pas paso, las gallinas se dispersaban, co prestarme auxilio. Aquello era um ciclón, un diluvio. Nada podía calınarme.
teles y tu pan con mantequilla; lioyrriendo hacia las aceras.
vas a regalarte como un rey, si, señor. Siéntate aquí, Brujito. y vamos. Mis muñecos, mis muñecos gricomo un rey, mientras esos malvados lo que nos ha traído la tía taba yo en el colmo de la desesperamatar a otros bichos menos Isaura.
ción, tapándome la cara con una mano lindos que tú. Ven acá, ven acá. Coloqué al gatu en wa silla, me y señalando con la otra aquel campo Lo llevé a un rincón de la cocina; instalé en otra, y abrí el paquete. de batalla donde no había sino muerna maravilla; los muñe tos.
le di pan, leche y pasteles, y ya que Aquello era ver van Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica