280 REPERTORIO AMERICANO El rosal da flores, el arroyo es caricia que fertiliza, el pájaro canta, Doreen Vanston pinta. En ella el arte es acción natural.
Doreen Vanston, no trata de superarse a sí inisma maltratando su personalidad, no lleva por móvil sorprender a nadie. Simplemente la naturaleza graba en la tela tamizada por su claro espiritu. Pablo Picasso, ha agregado su personalidad. El éxito de sus cuadros cubistas estriba en el amor; de ahi su brillante resultado.
Para la pintura moderna deberia existir una medida de la sinceridad, que en Doreen marcaria el máximum.
En ella el arte es pasión.
Sus cuadros gozan de la felicidad de no ser buscados a fuerza de mucho retocar, y ello es loable cualidad, Doreen Vanston sultado sin nada que agregar. Me hace gracia pensar en algunos cuadros que habiendo sido dejados por terminar, hubiesen seguido trabajando por sí mismos. ese es el caso de las obras no llevadas hasta un cxagerado fin; a más de su frescura, dan origen a cierto trabajo de parte del espectador inteligente, y el arte asi en cada individuo llega a ser. motivo de creación.
Una vez hablé a Doreen de hacer una exposición, y se ruborizó, porque Doreen no persigue halago a su vanidad; es, en ella cada cuadro muestra de su alma potente por desnifila: así, tal como ella es.
Autorretrato No menciono cada una de sus telas, porpues recuerdo que el tener más importancia que ellas son hijas del maestro Reynal decía, la gestación que un re árbol que me ocupo Max. Jiménez de él, tales frutos.
Tierra de jaguares don Eduardo Labougle, con motivo de una nueva ley Argenti Na ex pratitud por el envío de la reciente novela de Hugo Wast.
Por el bosque profundo marcha el rubio extranjero.
Si el paisaje contempla, no es con ojos de artista: se diria que observa, sigiloso, una pista.
Cazador del Petróleo, busca el hondo venero.
El exótico empaque del ávido minero nuncio de expoliaciones es disfraz de conquista.
Mas le sale al encuentro la verdad imprevista, porque un jaguar magnífico lo ataja en sendero.
De un salto lo derriba cual miserable cosa. En el cuello le clava la garra poderosa y con la cola rítmica se azota los ijares.
Arboles sikenciosos. Las manos de mi madre. Madre, la madre mía, de manos olorosas a Jesús, cómo huelen, cómo huelen sus manos.
Buen olor azucenas, y buen olor de rosas, desd unos encantados paraisos lejanos, vinieron a mi casa, vinieron y mi casa, barco de velas blancas, por los mares del mundo.
bogaba y en la vida ordinaria que pasa.
era todo sencillo, era todo profundo.
Ciervos recién lavados que vuelven de la fuente, árboles silenciosos y estrellas pensativas, la mañana con ojos dormidos, de durmiente, nos mira, y una sombra de lámparas votivas, muy dulce, nos cobija. Manos más olorosas.
las manos de mi madre. cómo huelen sus manos!
Buen olor azucenas y buen olor de rosas, desd unos encantados paraísos lejanos. Pallais, Pbro.
Pleno de ágiles ímpetus, con qué fiero decoro cuida los yacimientos del nativo tesoro, fiel guardián de su América, que es tierra de jaguares!
Alfredo Arvelo Larriva México, setiembre, 1827.
Leon, Nic. Octubre de 1927. Este documento propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica