REPERTORIO AMERICANO 263 a carreras de naranjas, margaritas y manzanas por mi sangre la sentia atravesar.
La que vi y me dió el amor a las mañanas. Sonaba nidos. Colgaba frutas. Olia a losas. y unas súbitas nostalgias misteriosas de montar caballos blancos, trepar árboles, nadar.
madrugar todos los dias e irine solo por los campos. verde andariņ. loco andarín!
con mi campana de lejanías y el pecho alegre como un clarín. Rey Salomón. dónde está tu arpa para cantar?
Rey Salomón: ipandero y vino para bailar!
Rey Salomón. qué Sulamita para besar. Parada, un árbol.
echada, un río.
sentada, un alba sentimental. corazón mío!
corazón mío!
nos curaremos de todo mal.
Anlar. Soñar.
Besarla súbitamente loco bajo las parras y las higuerras, cantar. igritar. Zumban abejas. rocío. Hores. nidos. los nidos!
iqué cuchicheo de cuentos de hadas en los oidos. Correr. reir, sentarnos solos junto a los árboles a comer guindas con dedos finos de amor y de cristal. de dónde sube esa serenata de violetas. y hasta algún sa po que a nuestro lado llega tirando sus volteretas de payaso de la luz ¡cubista xicróbata matinal. Oh, vivir juntos. Llorar unidos la misma lágrima y ver, unidos la misma estrella!
Partir con ella en un auto que tira su sangre panorámica a noventa kilómetros por hora, locos de alegría, de claridad (la luna nos sigue corriendo, hermunita. Ya miro la aurora. adios, nube. adios, árbol. adios, pobre luz de allá, sola. locos de alegría, de intimidad, de libertad, de fe li i a La que sólo parecía alimentada con flores.
La que vi, y en una gruta de albaricoques, palomas, racimos de uvas y olores, se quedó como un barquero solitario con la luna a temblar mi corazón. Oh, querida, fresca, fresca, ágil y alegre querida, iqué vergüenza, qué vergüenza, de haberme dejado hacer tan triste por la vida. Maquinistas silenciosos de las noches estrelladas!
La que ví, y sobre mis penas rudas, solas y calladas. oh segadora fina que amó mi alma. pasó cantando sus cantos de inedio dia y pasión, con su risa vendedora de naranjas, con la música crecida de sus senos y las cerezas alegres de su joven corazón. Oh, partir con ella un día. Oir la estrella de las guitarras de las lagunas, ver los caminos, la inetafísica angustia sorda con que los pinos miran las lunas. Pañuelos de las estrellas que llaman mi corazón!
Ya no quiero más amores con las de seda y la luna.
Aquí está la que el espejo de la luz trae en la frente. Ja que vive, sufre, rie, ama, canta, engendra, siente.
la del amor natural, claro, fragante, indistinto, sabor a areanas verdades fuertes de aires y soles, la que ve, y alza el instinto, todo el coro de sus vivos y dramáticos alcoholes.
La que me llenó de rosas y músicas y banderas, la que me dió más resueltas las ideas generosas, la que no enerva, disuelve y mata de lejanía.
la afirmativa, la vegetal. la que es la mía. la que es la mia. la que es la mía!
marcha de frutas, albas y soles, imarcha triunfal. Amuli. Lima Libros y autores hispanoamericanos.
Sobre un Cuestionario Son muchas las dificultades CUESTIONARIO que hay para que un autor hispanoque plantea el Rep. Am. a los americano haga grandes ediciones de escritores de América sus libros. Creo que solamente los Así podría quedar formulada la posible e argentinos pueden ufanarse de ello.
interesante encuesta que a los escritores de América propone nuestro distinguido amigo. Por mucho que que se diga acerca don Alcides Arguedas: del intercambio, creo que ha hecho Por qué no se hacen grandes ediciones de sus libros?
falta en nuestros países que los es2¿No lee el público hispano americano, critores se interesen porque sus libros o no le interesan sus escritores?
se distribuyan lo mejor posible. En En caso de que no le interesen. cuáMéxico, donde hay curiosidad por les son las lecturas, o los autores que tal público prefiere?
conocer todo lo que se publica, el problema editorial merece observarse con cuidado. Las dificultades son de tal al público para que éste a su vez lo magnitud que cada autor apuntaría hiciera con los editores.
una nueva razón para explicarlas. Tal El público de Hispanoamérica vez habría que comenzar educando lce más de lo que se cree y en esto tiene razón Vasconcelos en las primeras páginas de su último libro Inclologia.
Lo que sucede es que se necesita que los escritores le hablen más de nuestra América y que lo obliguen a que no lea gratis. Nuestro público prefiere la lectura de los autores ya prestigiadosme decía hace poco, un bibliotecario de esta capital. y desconfía de los que van llegando; y es que se produce tanto que no hay tiempo para enterarse, ni siquiera por curiosidad bibliográfica, de todo lo nuevo.
RAFAEL HELIODORO VALLE Jéxico, 1927. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica