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29 REPERTORIO AMERICANO Baldomero Sanín Cano (l iene de la página 24)
ollayeo en 11n esta época de Lenín, son diversos de los acariciarlo solamente, ya para desfiorarlo que él 1150, los medios materiales de difua veces para penetrarlo hasta la médışión de las ideas.
la. Refutar una tontería es mucho más ex. Era Montaigne. De ali le vino el estilo pinoso que hacerlo con una idea seria y alerto y familiar, la viva gracia, la fuerbien cimentada, porque no se sabe como za incisiva tomarse con ella sin cnredarse en su proEstas consideraciones, naturalmente lipia ridiculez. difundida tontería en ciervianas, estarían de más si no existiese la to mundillo de perlantes es sic finchado plúmbea Casta de los perlantes, que repurlesdén hacia los periodistas, nombre que dian solemnemente la vastedad de horizontes repica en sus labios con retintín. El pe del periodismo y la superficialidad que le rio lisino es concretación, decisión, acción; ella stiele derivarse. Especialistas que enes literatura viviente: épocas periodísticas vían una recensión o wa ficha de los han sido así las de fecunda agitación de páginas a cualquier anuario científico los espíritus; periodisticos fueron el 11 se apresuran luego a reproilucirla, para manismo, el erasınismo, la reforma, el en que sea conocida urbi et orbe, en un folleciclopedismo, todas las épocas críticas. to de diez y seis, contanilo las en blanco, pantletarias. En qué órgano de la prensa mal conciben esii universalidai.
actual habría publicado Pascal Las Procin Son dos temperamentos, dos oficios, dos ciales. Nadie niega a Voltaire la no igualada hombres opuestos: los dos caben el virtud de genial periodista. De haber tenido mundo. conste que no hablo del sabio a su disposición los cotidianos actuales de auténtico y de sus prejuicios, que ya tieParís y de Londres, ciertainente habría nen alguna justificación. En verdad, el escrito, áparte de sus opúsculos, menos de periodista de raza. curioso de todo, de cosuis tantas admirables cartas particulares sas, de honbres, de libros, errabundo viámás «correspondencias. Aquel activo y jero, incansable enqueteur, a la vez artismagnífico carteo de Europa del siglo XVII ta, crítico, político, sociólogo, filósofo, era periodismo. Periodista fué en España, causeur, tal vez más empírico que teórico, entonces, como pudo, el valiente padre más impresionista, que sistemático; nos Feijóo. Antes de él lo había sido Quevedo.
ofrece en los tiempos modernos la imagen Periodista fué Lessing. Estoy. pensando aproximada, incompleta cuanto parezca, que a Montaigne le hubiera convenido padel renacentista versado en numerosas arra sus desorilenados ensayos, una buena tes y ciencias, o del enciclopedista a la revista acogedora. Precisamente el ensayo manera de Diderot.
suele ser un género periodístico. Otros gé Escribiendo sobre Quevedo, ha dicho alneros lo son por naturaleza, la critica, la fonso Reyes: Al desarrollarse el panal sátira: humano, la obrado la división del trabaRecurrir a ejemplos del siglo xix, el jo por todas partes; uno de los rasgos distintivos de nuestra civilización del periodismo. me avergilenza. Ese Sainte Berive, obligado a cocinar un artículo pafuerza de especialidad: mal hemos abierto ra cada lunes!
los ojos, cuando ya estamos condenados al pulir determinada cabeza de alfiler; y ¿Tendré que recordar que el acumulo es genuina obra de periodista, como periosiempre está la pedanteria moderna tratando a los escritores de usurpación, por distas fueron Alberili Mitre? con la extensión enorme que ha aclpoco que se desvíen de su oficio reconocidlo. Así, se ha venido desestimando un quirido la prensa en todos sus aspectos. qué escritor contemporáneo se resiste a poco la profesión general del liombre, y el sueño del enciclopedlista nos parece sólo acudir a ella, en procura de pan, o de más un sueño dorado. Aun las libertades de la vasta resonancia?
conversación londe es costumbre hablar Lo sé, el periodismo és improvisación de lo que no ejercemos parecen ilícitas a precipitación. Ello es seguro la mayoría de nuestros técnicos. La gente necesiilad las veces, lo que en fin de cuentas leja de saber, ahoya el derecho de opinar, y in excelente rendimiento de labor asentada. Así y todo, pronto como la percepción se nos repite con la serpiente de la fábula, y lal itsociación de islens, como el pensaque lo importante y raro 110. ntender op tale, miento dialéctico y polémico, como lit visino ser liestroll ago.
da inisma, admitimos sus fallas naturales, pero también ligámonos que no siem El día en que sólo a los profesionales pre es discreto excederse en la madura de la pintura se consintiera ponderar las ción: cenasiado tiempo en la planta, el excelencins ile in paisaje o. lavagnelad ligo languidece y se seca.
de un crepúsculo. habrir llc emprender Recuerdo nuevamente a Montaigne, cuan una guerra para la reconquista del almari do escribe: Elijo a la ventura el argia Esa profesión general de liombre, cura mento; toilos para mí son igualmente bue desestimin deplora el talentoso erudito nos, nunca formo el designio de agotar literato, es la que en todo tiempo ha ejerlos asuntos, pres ninguno se ofrece por cido Sauín Cano. Periodista de ideas, entero a mi consideración. De los cien como a sí mismo se hit llamarlo Wells, carices de lus cosas, escojo uno ya para qué remotos se veu de tales alturas, el gacetillero gúrrulo e ignorante el editorialista machacón y en brollador! Tan lejos están de él como el poeta inspirado del rimador de barrio, como el gran dor del gritón de esquina.
Aunque ne duela reconocerlo. no entre los actuales periodistas argentinos quien pueda comparásele por la extensión de su información y curiosidad, y el rigor dialéctico. Algunos tenemos estimaLles, pero. o más superficiales o más circunscritos a nuestras cosas, o bien al libro, con preferencia a la vida múltiple. Grandinontagne, argentino a medias, perteneció a ese linaje; ahora su horizonte se ha estrewliado. Prefiero remontarme con el pensamiento a Lucío López, a Cané, a Groussac, Pero la obra de periodista de Sanin, corre:quonsal de grandes diarios en algún alto observatorio social, de donde se putede atalayar el panorama humano, ha sido más prolongada. persistente, profesional, diré, que la de aquéllos, y también más alarcadora. Apenas una mínima parte de esa labor, dispersada a través de los años, ha sido recopilada en un volumen, recientemente en Buenos Aires, por culto editor. Er ungue leonem. Son veintiún artículos y ensayos, escogidos entre quien sabe cuantos centenares de mérito noi in. ferior. Con la sola producción suya que yo conozco, leida en las columnas de La Nación, o en las de Hispania, la sustanciosa revista que en el anteguerra dirigía en Londres Santiago Pérez Triana, y de la cual Sanín era activisimo redactor, me atrevería a formar varios volúmenes más, que no serían indignos hermanos del pliulicado, ni menos «actuales. Porque, por más que él nos diga en el prólogo que «algunos de los temas tratados tuvieron actnalidad antes de ser materia de comento; toilo fué aparecer en letras de molde y la. perdieron» la afirmación debe acogerse con reservas. Pasó el hecho, pasó el hombre ejecutor; pero acaso vivil para nosotros la vibración intelectual que otro motivaron en el espectador, cuando él se llama Sanin Cano. Un censo arroja en la Gran Bretaña in exceso de población femenina. Siguiendo el bilo de la controversia suscitada por la comprobacjón, discute el periodista con gran acopio de lechos biológicos, psicolóxicos sociales, el tremendo problema del contlicto quo se origina entre los humanos por aver juntamiento con fembra plasentera. como decía el regocijado Juan Ruiz, parnfraseando a Aristóteles; y lo que fue una noticia estadística se convierte en un en. sayo sobre el seco y lu equidad social, de interés duradero y cuyas conclusiones son inquietantes buceos en las tinieblas del porvenir. Mussolini anula la libertad de prensa. Es un ninúsculo episodio le la inagotable historia de la violencia politica.
Sanín Cano le picn una curiosidad (son sus palabras. averiguar qué parte de la obra poética de Carducci, por ejemplo, la1 es la 11110 118 Lu. icilización Munnel y otros must yos. Ellitorial Bubel. Buenos Aires, 1920. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica