52 REPERTORIO AMERICANO Traición y escepticismo del doctor Núñez nete (que se colgaba del arzón de la silla y Milán; y, sin que los dos esposos abrieran el diablo le habían dado por compañera so lo substituía durante la marcha por un la boca para protestar, se coló en la cama aquella noche.
alto gorro de lana negra. bajó de la mon al lado de Sancha, desnudo como las figu Cuando el tropel del caballo se hubo aletura, a tó las riendas a una argolla de bron. ras iluminadas de Adán que lucen, sobre jado en el camino lleno de sol, Sancha se ce soldada en la gruesa sillería de la pared, fondos de oro bruñido, en los negros lisentó de golpe en el lecho, y llena de inapoyó la lanza junto a la puerta, y entró bros medievales.
lignación, fingida o verdadera, increpó al en la casa del labrador golpeando con los marido.
borceguíes de hierro los ladrillos del piso. Testarudo, siuvergüenza. De modo que «Con este barullo sel dijo por fuerza han la madrugada, cuando ya coinenzaba has consentido que un honıbre durmiese de despertar. Cuál no fué, sin enıbargo, su a azularse el cielo y se iban apagando una tocla una noche junto a mi. Al fin! gritó Pedro con la mayor seasoinbro cuando al acercarse al lecho vió a ma las estrellas, cuando el caballero vió a un hombre y a una mujer acostados de que era hora de seguir viaje, se levantó la puerta!
renidad del mundo. Hablaste, ve a cerrar espaldas, inınóviles, con los ojos abiertos, del lecho donde había dormido al lado de y tan despiertos como él mismo.
aquellos dos entes mudos e insensibles como El cuento es viejo. También Anatole Fran Por la Santísima Virgen, si estáis des ias figuras de piedra de una catedral. Se ce contó muchas veces antiguas historias piertos por qué no me respondéis?
vistió la cota, se arrodilló frente al orato para darles una moraleja nueva. Yo apenas Pedro y Sancha lo miraron; después se rio para rezar las oraciones de la mañana, he querido decir que los hombres, casi miraron el uno al otro; volvieron a mirar llevóse a la boca un cántaro de cobre lleno siempre injustos, no tienen razón cuando al caballero, y permanecieron silenciosos. de vino que encontró junto a la chimenea, llaman caprichosas a las mujeres; porque, En la quietud profunda de la noche, sólo vistióse de armas, tomó la lanza y salió, en realidad, son ilin más obstinados que ellas.
se oia afuera, en los bosquecillos, el canto no sin antes haber besado una vez más a Julio DANTAS de los ruiseñores. Cada vez más admirado la hermosa y silenciosa mujer que Dios, o Lisboa, abril de 1927.
el hombre de armas, pensando que los habitantes de aquella casa eran ambos mudos, se aproximó más a la cama y les grito en los oídos con toda la fuerza de sus pulmones. Amigos. cuál es el mejor camino para ir, al castillo?
Sancha volvió a mirar a Pedro; Pedro y ense el número pursado, volvió a mirar a Sancha; miraron otra vez los dos al caballero, y permanecieron mu VIN Imos en el artículo anterior que el libe crates, cuando decía que todo su saber se dos, impasibles, como si nada hubiese en ralismo político del doctor Núñez dife reducía a nada, palabras parecidas a las ellos. De pie junto al catre, con los brazos ría muy poco o no difería nada del libera del Eclesiastés, y derivada del cúmulo de cruzados, con el gorjal y las brafoneras de lismo político del partido cons onservador, ignorancias que por doquiera agobian al hierro reluciendo con la llama del candil, como él mismo lo sentía cuando escribió: entendimiento.
el hombre de armas también los miraba, Juzgamos practicable la organización de Otra duda es la de Montaigne, expresin saber qué pensar de aquellas dos sinun partido numeroso que tenga por objesada en la fórinula «Qué sé yo. análoga gulares criaturas, inmóviles y silenciosas tivo inmediato la reforina de la Constitua la duda socrática, pero mezclada con como las estatuas yacentes de un túmulo. ción, no sólo porque esa reforına es hoy una especie de desaliento, o de cierto in¿Serían sordos. Serían mudos. Serían lo reconocida urgencia generalmente, sino diferentismo lírico, aunque no renida con cos. Estarían burlándose de él? Le pasó porque en los puntos fundamentales no la fe católica, una vez que puede compropor la cabeza, como un relámpago, la idea hay, en nuestro concepto, divergencias in barse que Montaigne no abandonó la inisde blandir la espada sobre la cabeza de conciliables. Ese partido numeroso fue, ambos para ver si el temor de la muerte. como lo vimos antes, el partido nacional otra duda, de um orden muy diferenles hacía hablar. Advirtiendo mejor, sin a cuyo cargo estuvo la reconstitución de te, es aquella que parece subir de la capa embargo, la belleza y la juventud de la la Repúblicn.
de hieles que depositan en el corazón las mujer, que seguía mirándolo con una son Vamos a ver ahora el proceso de rectipesadumbres y los desengaños, estado que risa a la vez inquieta y graciosa, como la ficación ideológica de esa poderosa mentaalguno expresó diciendo que el hombre es de la Virgen dorada de Amiéns, pensó que lidad que fue el doctor Núñez. Pero antes lobo para el hombre, pero que el cristiano había una manera más Sgradable de arran digainos que el llamado escepticismo del adoba con el bálsamo de la cariilad, dicarla a su obstinada mudez, e inclinándose doctor Núñez no consistía en la negación ciendo. Sigamos el viaje hacia la muerte, amando a los hombres, pero sin confiar sobre el lecho, la besó en la cabeza. Pero de las verdades superiores ni en la afirma: demasiado en su amistad; porque los homjoh asombro. la mujer y el hombre no se ción de la imposibilidad de alcanzar el bres se van, regresan y vuelven a partir. inovieron, ni sus labios se abrieron para conocimiento de ellas. El doctor Núñez mirémoslos como pluma que flota en el decir una sola palabra. Al beso en la cabeza dudaba talvez; pero dudar es ya reconoaire, y no veamos sino a solo Dios en lo siguió un beso en la cara. Y, al beso en cer en cierto modo la existencia de aqueellos, la cara, la inisına inmovilidad y el mismo llo de que se duda y einpezar la posibiliSi se atiende bien el ponderado escerinexplicable silencio.
dad de alcanzarlo. Nadie, a menos de ser ticismo del doctor Núñez, puede talvez Oh, sí. eh. No queréis hablar? Pues. in insensato, busca lo que da por sabido compararse a la duda socrática o a la dusi he de ir en busca de otra posada, prefie que no existe o que no hay medio de desda de Montaigne y en este caso no se conro pasar la noche en vuestra cama.
cubrirlo. Pero es mejor oir a un consumafunde con la rebeldia mental de los incréMarido y mujer se miraron una vez más do maestro sobre la duda en general y lil dulos. sino con el cansancio espiritual el uno al otro, y se mantuvieron mudos. particular el doctor Núñez: ile quien ha estudiado mucho los honbres Entretanto, el caballero, hombre joven y. Hay varias clases de duda. Una es la y conteinplado muy largo los problemas vigoroso, a quien la aventura ya empezaba que llamó metódica Renato Descartes cuandentro de los cuales se desenvuelve la a interesar, comenzó con el mayor desen do prescindió ficticiainente del saber de historia y se agitan las agrupaciones pofado a quitarse las armas y las ropas. Se todos los conocimientos humanos, a fin de líticas!
liberto de los rebrazos y avambrazos reful buscarles un fundamento universal, que gentes; descalzóse las pesadas balugas de Descartes creyó haber lallado. Sueros de Luciano Pulgur. pág 218 hierro, sacose la fuerte cota de mallas de Otra duda o escepticismo es el de Só 249, de reco mia fe. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica