261 tismo no balsa No es cuento de querer o no aquella hora el campo palpite rebaie cuatro árboles de pan; de los REPERTORIO AMERICANO en el menor de sus gestos y pala La señora ordenó a Eva se aco llina, no aderezaría mejor una cordon bras; que casi marchaba sobre la gen modara con ella en el bote. La mu bleu; ni San José con su bullicio cite pobre como sobre terrones; con es chachita se sentó cerca de la proa. vilizado de gentes afanadas, tranvías cudo, pedigree, pelos en la cara y voz Se notaba que se había puesto su y automóviles; sus parques y retretas, ronqueta; que recorría sus fincas con mejor traje: una falda larga de za iglesias y ceremonias.
briches y botas altas; que montaba raza color chocolate y una blusa de No habían podido vestirla más de caballo sin ayuda y salvaba los pa un salmón encendido en la cabeza, acuerdo con la moda ni calzarla. Toda sos difíciles sin permitir que los hom su pobre sombrero de paja y en el la dialéctica de la señora, todas sus. regazo, el el hatillo de sus trapitos. órdenes se estrellaban contra el muEva la miró sin comprender. Susa Pocas veces en mi vida he visto una de la chiquilla.
se volvió a su hija con sonrisa me figura humana que me conmueva más. Daba no sé qué verla deslizarse por drosa y le preguntó. Vos querés, Se había hecho un puñito. toda su la casa, la cabeza inquieta y alerta.
Eva?
vida parecia concentrada en sus ojos todo el cuerpo contraido en una actique miraban con salvaje ansiedad en tud de desconfianza.
la señora. Se irá conmigo. torno suyo.
qué más puede querer esta mucha Atrás quedaban Susa y los hermaHabían transcurrido cuatro meses.
cha? continuó dirigiéndose a noso nitos agarrados de la falda materna, tros Salir de este retiro, hacerse gen inmóviles, viendo alejarse a la muchaUn día al entrar, me dijo la señora: te, conocer San José y ganar. chita. El techo de hojas de suita de la Venga conmigo, Juan. me llevó mny adentro, a las haYo repuse con sorna: Si, Eva, Ud. choza asomaba bajo la sombra grata bitaciones de los criados.
puede imaginar hacia qué lugar la de los árboles de pan.
lleva su destino.
Río arriba. Río arriba.
Allí, en una camita limpia y en un cente, bien distinto de la piecuarto decente, San José, el Teatro Nacional, pa La vegetación monótona de las riza oscura y sucia en donde dormía recido a la Opera de París; sus da beras: caña brava, gamalote, árboles mas cursilonas y bien vestidas en el de en torno de los cuales las seallá en su casa de San Carlos, estaba Recreo de los domingos; sus cines millas de peluza dorada hacían pensar taba que nada desentonara en su casa acostada Eva. la señora no le guscon jazz band como en las grandes en enjambres de abejas volando al rede ciudades: su misa de diez o de doce, dor del panal; de cuando de San José, y era una de les cosas también los domingos. No pierda, el tronco bronceado de esos árboles palco de platea en la gloria de Dios, en cuando por las cuales creia haberse ganado su criatura, la oportunidad de conocer una de las maravillas del mundo mo dio, y tan acertadamente bautizados dos que la servían en su casa de la: que evocan el torso desnudo de un in está de tener bien alojados a los criaderno.
por el pueblo con el nombre de indio capital. Rafael dijo servil: Si, aqué más pelao; o la alegría dorada de los altos Estaba la muchachita vestida con.
puede querer Eva? Susa, que ni an Grecia conoce ¡Y así a gusto como veranos, maravilla de esas llanuras en aquella su falda de color chocolate y irá Eva, qué mamada!
donde se levantan como cúpulas de su blusa salmón, prendas bien conodestenidas a oro de templos magníficos. En los reEsa noche yo no podía dormir.
fuerza del el uso y relampagueo escamas Sentía escalofrios de miedo al oír los de los bobos, róbalos y guapotes, se lado, sobre la cama, su pobre sombre chillidos de los murciélagos pendien confundía con el cabrillear de la luz rito de paja y su hatillo de ropa. Nuntes en racimos del techo o ca la señora había conseguido que al sentir pasar entre las sombras su vuelo levantaban de los playones nubes de siempre a la vista, a pesar de lo feas en el agua. Al acercarse los botes, se guardara esas cosas; había de tenerlas pegajoso.
mariposas oscuras o blancas, o se veía Muy tarde percibí unos sollozos. desaparecer algún lagarto.
que se veíarı. Hay gentes que no entienden!
Me incorporó y atisbé con el oído: venían del rincón en donde dormía Tenía el rostro de un pálido verdola muchachita. Oh. muchachita esa! Ninguna de so, hundido en los pómulos y se no(Tal vez sea bueno explicar que los las magnificencias de la casa logró taba en todo el cuerpo una lasitud huéspedes de la señora dormíamos en apartar su pensainiento de todo aquello infinita.
Cuando entramos no abrió los ojos la misma pieza con la familia del juzgado como vulgar o insignificante mandador. por la señora y la la familia: de ay Susa ni se movió.
de sus hermanitos: del río San La llamé: Eva, muchachita!
tan manso y silencioso en los veranog No contestó. Le temblaron los párOtro dia madrugamos. Había que y salvaje y mugiente cual un toro en pados y dos lágrimas se le echaron a salir muy temprano para librarnos los inviernos; de la casita sombreada rodar por las mejillas.
del sol.
de ganado de Nicaragua que Quiere volver a San Carlos, muchachita, donde Susa, donde ba con timidez, como una mariposa manitos y ver el rio?
que acaba de abandonar el capullo. Pado; de ins phantarrones en busca del Entreabrió los ojos y me miró llena encendia en de los maizales en donde se arrenaqsa de esperanza. No conseguimos otra el agua luminarias rosadas. Ahora el el viento.
cosa. Hablé con el médico, un viejerío, al sentir la caricia del dia sobre Nada pudo hacerla olvidar: loscillo inteligente. Le expliqué la vida su lomo ondulante, corria con magnificos muebles, ni los cortinajes, de la chiquilla y aconsejó la volvieran murmurar plácido.
ni las alfombras, corredores de mosaico, a su tierra.
La flotilla compuesta de dos cayu árbol genealógico, escudo, gobelinos asi hicieron.
cos y un bote, abandonó el puerto. auténticos traidos por el abuelo de Eu Rafael vino por ella. Una mañana De los canaletes saltaban gotas como ropa, estatuas, ídolos orientales, biblio la vi salir tras él, con su falda larga chispas; las riberas crepitaban; por teca con ejemplares raros, colección de y plegada color chocolate, su blusa el aire brillante volaban parejas de miniaturas, conversaciones trascenden salmón, la cabeza protegida por el loras bulliciosas y montada adentro, tales de arte, ciencia, politica europea: inseparable sombrero de paja, roto y las pavas oscuras de copete amarillo platos que, como decia la señora po ajado. Llevala al cuadril ens haberes armaban sus algarabias.
niendo los labios como un fusil de ga en un tootetillo. Marchaba tras su pacidas para mí y ya las lavadas. su mansos de las esco Carlos, sus herun Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica