Enrique Espinoza

Tomo XV REPERTORIO AME RICANO Núm. 12 San José, Costa Rica 1927 Sábado 24 de Setiembre SEMANARIO DE CULTURA DE CULTURA HISPANICA SUMARIO: Soledades, por Pedro Emilio Coll. La patria es el suelo, por Enrique José Varona. Nicaragua intervenida. La diplomacia del dólar, por Camilo Barcia Trelles. Bibliografia titular. El método Decroly, por Gabriela Mistral. Cartas alusivas, por Jaime Torres Bodet También Sacasa. por Torres Rioseco. El Estado y el Pensamiento, por Azorin. El ideal poético de Enrique González Martinez, por Mario Santa Cruz. La novela de un poeta: Margarita de Niebla, por Julio Jiménez Rueda. La décima musa. El humorismo poético de Leopoldo Lugones. por Enrique Espinoza. Mi Don Francisco Giner (5. por Pijoán. La Manifica. Monserrate, por Rubén Coto. Panorama: Chile, Cuba, Bolivia. Gobiernos reaccionarios, por (T. Los indios de Bolivia, por Maitre Renard. Hace algun tiempo que no creo en la justicia de los hombres, por Raquel Adler.
Soledades M: maestro de filosofía. Mira, Jesús María, le en el antiguo Colegio cijo Libro de Oro, que con de la Paz, el doctor Morales ese apodo era conocido en Marcano, apesar de la granCaracas, por la vastedad de dilocuencia de sus discursos, sus conocimientos, y mosnos recomendaba siempre a trando a Morales Marcano sus discípulos un estilo sensu carga literaria.
cillo en la exposición de. Qué es esó, Félix pornuestras mal aprendidas lectentoso? le preguntó el maes. ciones. Del monje seguido tro irónico.
el consejo y no el ejemplo. Una novela que tendrá solía advertirnos socarronacinco tomos.
mente no sólo para iniciar Larga será la aventura nos en el orden de los penque requiere tan copiosa samientos y en la discreta memoria.
concisión, sino para que no tan larga que abarca lo imitáramos cuando, etantos siglos como volúincclinado en el pretil de los nes. El solo título es ya un puentes, sostenía diálogos hallazgo.
con la luna. Porque el docto. ver?
profesor, de las cristalinas. El Palafrén del Monar gafas y los azules ojos, amaca, le contestó con rotunda ba como nadie la quietud voz Libro de Oro.
nocturna de la ciudad y el yo observé a miamigo, vino escanciado en popula. añadía el maestro, para conres copas, bajo el silencio de cluir el apólogo y hacernos la madrugada.
sentir su punzante intenSe acompañaba amenudo, ción didáctica, que El Caen sus horacianas divagaballo del Rey era título más ciones, de un relojero cusencillo y suficiente para manés, paisano suyo y vietan famosa obra y su dilajecillo de limpio porte y de tada celebridad entre lectan atildada urbanidad que tores no contagiados de culno le abandonaba ni aún Don Luis de Góngora teranismo gongorino.
cuando los vapores de la ¿Qué hubiera dicho mi uva ponían en continuo mo alguna hebra rubia, después y, con ese fin, acudía a una maestro de filosofía, cuyas vimiento más sus de colocar su sombrero de ocurrencia, quizás de su inadmirables lecciones y conque sus labios. Pues el buen pelo negro sobre el banco vención, a manera de pauta sejos con frecuencia olvidé, Martínez, que así se llamaba del paseo, no sin antes lim clásica para nosotros, quie si vie hubiera sorprendido y en santa gloria repose su piarlo meticulosamente con nes la acogíamos con mal ahora leyendo precisamente alma candida, era con rit su pañuelo de batista, in disimuladas risas sin pe las Soledailes, de Don Luis de micos ademanes sin pala terrogaba la placidez de las netrar en fondo de sit ense Góngora y aún deleitándobras como entonces se di estrellas, sin tampoco ente ñanza, como bisoños y perc me en ellas, con motivo del rigía a los hombres y a la rarse de las mímicas cavi zosos aprendices que éramos. tercer centenario de la muernaturaleza, prefiriendo su laciones de Martínez.
Con sorna nos referia el te del grande y discutido callado soliloquio a toda Ello es que nuestro maes maestro que un compañero poeta cordobés del siglo xvi, conversación, fuese ésta tan tro, de la casona de ladri de sus años, a quien encon por unos comparado a Hosabia como la de su amigo, llos, en su cátedra no per tró en la calle, llevaba bajo mero y por otros tildado quicn, entre tanto, con los initia que nuestra retórica el brazo un monstruoso por: de Príncipe de las Tinicblancos cabellos al viento, infantil abrumase los ins tafolio hinchado de manus blas?
en los que flotaba todavía genuos silogismos de Balmes critos.
Suelo sonreir, en verdad, DER manos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica