Enrique Espinoza

186 REPERTORIO AMERICANO La décima musa De Emoción aldeana Con sonora mordedura, Raia mi fértil mejilla la navaja, Mientras, sonriendo anécdotas en voz baja El liberal barbero me hablaba inal del cura. la plática ajeno, Preguntábale yo, superior y sereno. Bien que con cierta inquietud de celibato)
Por sus dos hijas, Filiberta y Antonia; Cuando, de pronto, deleito mi olfato Una ráfaga de agua de colonia.
El humorismo poético de Leopoldo Lugones Desde la ya remotas páginas de Las Montañas del Oro hasta los recientes y no compaginados Poemas solariegos, Leopoldo Lugones ha hecho gala de un fino humorismo de poeta. más intelectual que lírico. Puede decirse que superó el mandato de Dario. Cuando una musa, te dé un hijo queden las otras ocho en cinta. El fecundó también a la décima musa, la más moderna y la menos rendida de los poetas de América.
El esprit de Lugones aparece mezclado, como en Heine, al sentimiento romántico del amor. En una cuarteta de El libro fiel hace conscientemente su definición: Mas yo he preferido con mi obra de amante, Dar aquella cosa pequeña y total, Que es el cristalino primor del diamante, La chispa sabrosa del grano de sal.
Para certificarlo, he acquí aigunos ejemplos extraídos de sus libros. No obstante su brevedad, estos versos ofrecen, en conjunto, una idea clara del humorismo lugoniano, presente, como dijimos. en toda su obra poética.
ENRIQUE ESPINOZA Era la primogénita, doncella preclara, Chisporroteada en pecas bajos rulos de cobre.
Mas, en ese momento, con presteza avara, Rociábame el maestro su vinagre a la cara, En insípido aroma de prailera pobre.
Harto esponjada en sus percales, La joven apareció, un tanto incierta, pesar de las lisonjas locales.
Por la puerta, Asomaron racimos de glicinas, llegó de la huerta Un maternal escándalo de gallinas.
Lector, este ramillete Que mi candor te destina, Con permiso de tu usina perdón de tu bufete; Cuando, con fútil prisa, Hacia la bella volví, mi faz más grata, Su púdico saludo respondió a mi sonrisa. ante el sufragio de mi amor pirata, la flamante lozanía de mis carrillos, Vi abrirse enormemente sus ojos de gata, Fritos en rubor como dos huevecillos.
Del mismo libro No significa en ninguna Forma, un anárquico juego, un desordenado apego Por las cosas de la luna. De la oda los ganados y a las mieses Pasatiempo singular Tal vez, aunque harto inocente, Como escupir desde un puente hacerse crucificar; Epopeya baladí Qué, por lógico resorte, Quizá sirva a tu consorte Para su five o clock tea.
Del Prefacio de Los crepúsculos del jardín De El solterón Ahora, una vaga espina Le punza en el corazón, Si su coqueta vecina Saca la breve botina Por los hierros del balcón; Algún claro domingo van al pueblo Con los chiquillos, en volanta propia.
El padre, en su chaleco desprendido, La cadena de plata ostenta airosa.
Su mujer lleva un rebosillo verdė, va en sus seis enaguas muy sonora.
La niña que ya tiene costurera, Luce un vestido azul con volado «en forma. De granadina negra, cinto de hule, Zapatos blancos y peinado de onda.
Al estribo saluda el comisario Muy orondo, atusándose la mosca, Con su golilla negra y su chambergo Agachado en visera presuntuosa.
El colono, torcido en el pescante, Ayuda a la consorte sofocona, Que reprende a un hirsuto rubiecillo contiene a otros dos con mano pronta. Cómo ra, amigo Pietri. Eh, don Ramirez Cosi. cosi. usté mi doña Rosa. ustė Beppina?
La muchacha que a esto Va bajando, responde un tanto corta. Yo, bien no más. Proprio come la mamma, Completa el viejo, y ella, coquetona, Rie al saltar, pues sabe que el tunante Por mirarle las piernas se desoja. si con voz pura y tersa, La niña del arrabal En su malicia perversa, Temas picantes conversa Con el canario jovial; Surge aquel triste percance De tragedia baladi: La novia. la flor. el lance.
Veinte años cuenta el romance.
Turguenef tiene uno así.
Del mismo libro.
De Odas seculares 11 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica