REPERTORIO AMERICANO 101 Mas, al llegar a este punto, Pierrot despierta aturdido y de las alturas baja: a su cara de difunto y a su aspecto de mortaja Jadra un can despavorido.
Después del largo rodeo que ha dado para venir, en un banco del paseo Pierrot se acuesta a dormir.
Este artista callejero que usa flotantes corbatas, un exótico sombrero, blusa de dril y alpargatas, es un pálido extranjero que mientras toca y camina su afilador arrastrando, nunca, al pasar, adivina que ese són que va tocando es un són que me asesina.
En otras calles hermosas más suerte pudiera hallar.
En el mercado de rosas las tijeras de podar preciso es que estén filosas. allá en las callejas bajas, en tiendas y prenderías llenas de curros y majas que riñen todos los días, siempre hay que afilar navajas.
Mas aquí, en esta escondida callejuela silenciosa, donde la yerba crecida se mece triste y polvosa. Quién puede ganar la vida. Ya es demasiado su empeño en pasar junto a mi reja!
hasta en medio de mi sueño oigo la burlona queja de su airecillo risueño.
La noche estrellada es una tibia cámara nupcial, y en aquella hora oportuna ise entrega a Pierrot la Luna en un abrazo inmortal!
Enrique González Martínez, de quien ya apuntamos el nombre entre los seis poetas mayores, realiza la curva ascensional de su lírica que va de Gutiérrez Nájera y Othón, pasando por las aguas milagrosas de Francia, hasta convertirse en nuestro maestro simbolista y crear, al fin, huyendo de todo regionalismo su manera personal, humana y por lo mismo universal.
Tan asombrosa fué la influencia de este poeta, que hacia 1918 pudo hacer decir a Manuel Toussaint que la nueva generación declaraba orgullosa. la poesía de González Martínez es nuestra poesia. De su obra admirable entresacamos este poema: Irás sobre la vida de las cosas.
Ya viene el afilador tocando su caramillo. Ay! decidle, por favor, que afile pronto un cuchillo con que matar mi dolor. a Samuel Ruiz Cabañas, delicado cantor de Pierrot: Conjunción La noche es diáfana. Son «las doce y sereno. (ido, re, mi, fa, sol, la, si. canta su vieja canción el parroquial carillón.
Un vecino se despierta, y echa el cerrojo a la puerta.
Ladra un can. Un gallo, alerta, canta. Grita una lechuza. por la plaza desierta Pierrot, sonámbulo cruza.
La súbita aparición tiene una gracia oportuna. une al blanco de la luna el blanco de su ropón!
Entre la noche adelanta posando. apenas, la planta: iparece que no gravita, por la virtud infinita que su espiritu suscita y su carne solivianta!
Y, al hacer un ademán simple, de desperezarse, sus brazos abiertos van como alas, a remontarsel Irás sobre la vida de las cosas con noble lentitud; que todo lleve a tu sensorio luz: blancor de nieve, azul de linfas o rubor de rosas.
Que todo deje en ti como una huella misteriosa grabada intensamente; lo mismo el soliloquio de la fuente que el flébil parpadeo de la estrella.
Que asciendas a las cumbres solitarias y allí como arpa eólica, te azoten los borrascosos vientos, y que broten de tus cuerdas rugidos y plegarias.
Que esquives lo que ofusca y lo que asombra al humano redil que abajo queda, y que afines tu alma hasta que pueda escuchar el silencio y ver la sombra.
Que te ames en ti mismo, de tal modo compendiando tu sér cielo y abismo, que sin desviar los ojos de ti mismo, puedan tus ojos contemplarlo todo. que llegues, por fin, a la escondida playa con tu minúsculo universo, y que logres oir tu propio verso en que palpita el alma de la vida, Desprendido de México hacia 1920, en el desempeño de misiones diplomáticas, su cercano influjo se ha mermado, pero su prestigio poético se mantiene a la altura en que lo coloca su obra: como el primer poeta mexicano en producción. Su último libro, Las señales furtivas, tiene dentro de las características de su poesia, no sé qué inquieta modernidad, qué vago anhelo de superación o qué sombra de ironia al demostrar que quien ha llegado a la cumbre por los senderos ocultos puede recorrer a su placer todos los atajos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica