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REPERTORIO AMËRICANO su voz vibraba cuando tal liacia, con maco, volaria a la Esqueria y pediria a car nada que tuviesc la belleza y cl valor scento en que temblaban la pasión y la Alcinoo le diera su hija por esposa!
de aquel peplo. Telémaco tuvo pena al pentristeza, y Nausicaa le pedía al terminar, La voz de Penélope la fiel, lo sacó de su sar que su padre prefiriese a una mujer se acercase para besar su cabeza encane ensueño: que no iba a ser su esposa, pero nada dijo.
cida. Ulises, esposo mio muy amado, cacaso Ulises llamó de sus servidores, a los más Para que abriese los ojos y sonriera, ya estás triste y echas de menos tus aventuras? queridos entre los más apuestos y sabios cabian su madre y sus esclavas que bastaba El rey de Itaca suspiró y dió una última para que llevasen el saludo y los presentes llamar al aeda.
mirada al álamo que mecia su follaje sobre a los reyes de la isla Esqueria. Uno de los Cuando fué tiempo del retorno de la nave el oro de la tarde.
hijos de Dolio, muy amado de su señor y que llevó a Ulises, Nausicaa preguntó a la a quien los dioses concedieron un pensar hija de Dimante por ella. Esta quiso evilleno de sabiduría, era el que mandaba la tarle una pena y le ocultó su trágico fin.
expedición. la mañana siguiente habló a su hijo y éste llamó Ulises aparte antes de ema Penélope de equipar una hermosa nave barcarse.
En tanto, Ulises había arribado a las pla con ricos presentes y enviarla con un saludo Di a la princesa Nausicaa, cuando no yas ansiadas. Los cortejadores de Penélope a sus huéspedes feacios. Buscaron entre muertos y los sacrificios prometidos hechos, sus tesoros lo mejor que poseían: dos trihaya oídos cerca, que el rey de Itaca, el no quedaba sino descansar tranquilo en el podes de bronce labrados por mano maesextranjero protegido por ella, desea su dihogar, y contemplar los rostros amados de tra y admirados por todos aquellos a quiecha. Que le ofrece un peplo tejido por manos inmortales, para que lo vista el dia de su esposa, de Telémaco y del viejo padre nes eran mostrados; suaves tapices en los sus bodas, si es que aún no las ha celeLaertes.
que se veían bordadas con arte exquisito, brado. Dile también, si la miras triste, que Experimentaba su cuerpo una tranquilidad escenas divinas: el juicio de Paris, el nacitu señor envidia al mancebo que ha de que rebelaba su pensamiento de aventurero, miento de Atenea, Apolo al ser desterrado vivir a su lado. dile que me has visto cuando oía fuera bramar el huracán y él se del Olimpo y Apolo comiendo el pan y cuimiraba junto al hogar y sentia que el calor dando los rebaños de Admeto: una crátera llorando sin querer enjugar el llanto, al recordarla.
de las llamas le lamia las manos cual un de oro ornada por un artifice de genio con perro fiel y cariñoso.
una vid cuyos frutos eran piedras preciosas, mas que fueron a perderse entre la negra Por las mejillas del héroe rodaron lágriEntonces, con el cuerpo y el espíritu colcofres de sándalo traidos de la India lejana, barba que tanto deseaba Nausica sentir somados de bienestar, y mientras Penélope y cuya madera habia sido convertida en enbre su frente.
sus mujeres movian las lanzaderas, y la caje maravilloso. Para los hijos de Alcinoo, El hijo de Dolio comprendió y partió rueca llenaba la estancia con su canción de Penélope envió clámides y mantos tejien silencio.
paz, y Laertes y Telémaco lo miraban con dos por sus manos y Ulises, lanzas y escuternura y admiración, el referia sus aven dos que, un gran rey hubiera deseado para turas y todos quedaban suspensos.
si; un escabel y un sitial de oro y marfil, En una ocasión, ya habían pasado unos una rueca y una arca de oro esculpidas con Se embarcaron una mañana en que el cuantos meses desde su regreso, vió mo primor, se destinaron para la reina Aretea. cielo estaba azul y el mar tranquilo.
verse un álamo en la cima de un collado Ulises pidió se buscase lo más bello y pre Ulises, mejor que con todas aquellas ri. vecino. Era una tarde dorada y el árbol cioso alli guardado, para la princesa Nau quezas, hubiera equipado la hermosa nave gentil que balanceaba sus ramas sobre el sicaa. Él mismo escogió un velo sutil y con una parte de la ternura en que se fondo del cielo en el que flotaba un polvo resplandeciente que hubiérase dicho tejido fundia su corazón al contacto de la blanca blondo, le hizo pensar en la hija del rey con rayos de luna; un cinturón y un broche memoria de la princesa feacia.
feacio, tal como la viera el día en que arribó de oro usados allá en Illion por la casta ¿Los anos al pasar no habían helado en a aquel país, guiando el carro en que iban esposa de Héctor, en las grandes festivi su sangre el sentimiento amoroso. No corolas ropas ya lavadas por ella y por sus esa dades.
naba la cima de su vida, fría tranquilidad, clavas. Records la blanca y linda faz lige Mas todo aquello no satisfacía a Ulises. como la nieve la cumbre de elevado monte?
ramente nacarada por la aurora; sus dora Él deseaba para la hija de Alcinoo, algo ¿No había trasformado el tiempo su antiguo das trenzas, el velo y los pliegues de la infinitamente delicado, algo que no pudiera fuego, en el sereno cariño que ahora sentia túnica color de plata flotando alrededor de encontrarse repetido sobre la tierra. El he al lado de Penélope. Olvidaba que su hijo su cuerpo flexible, tal como se agitaba en roe meditó un buen rato ante sus riquezas. desposaria en breve a alguna de las jóveese momento el follaje evanescente en torAl fin encontro el peplo regalado por Henes que se ruborizaban cuando el mancebo no del tronco del álamo.
lena a Telémaco para la doncella que es pasaba? Pronto sus nietecillos jugarían con Nausicaa, Nausicaa, pensó el héroe. Qué cogiese por esposa. el peplo muy amplio sus corderos aún no nacidos. qué, pues, ha sido de ti, doncella la más blanca y suave y resplandeciente cual una estrella. tejido estos ensueños? sin embargo, he aqui que que miraron mis ojos de peregrino? Segu y bordado por las manos femeninas más la primavera habia tornado a él, y sus briramente un mancebo de noble cuna y her bellas del mundo, por las manos de la bella sas enervantes derretian en su interior el moso cual tú mereces, te ha llevado consigo mujer con que Venus premio a Paris su hielo.
y te ha hecho su esposa. Feliz quien estre juicio.
Miró alejarse las velas con un dolor semeche en sus brazos tu cuerpo ondulante y El rey de Itaca habló a su hijo de esta jante al de Nausiacaa cuando la nave que, bese tus trenzas perfumadas!
guisa: lo traía a su país se alejó de la costa de Tuvo también la ilusión de oir en su in Telémaco, hijo mío, quiero enviar a la isla Esqueria.
terior la voz que en una ocasión hizo cari Nausicaa algo digno de su gracia y de su Al regresar lentamente del puerto a la aias en su oído, la voz de la princesa leja blancura. Vestida con este peplo, semejará ciudad, su pensamiento se recreó en la fina, cuando él, ya lavado y ungido, apareció la estrella de la mañana brillando casta gura juvenil que volvía a hacer palpitar de de nuevo ante ella, en las orillas del río: mente sobre el cielo emblanquecido por el amor su viejo corazón. Plegue a los dioses que hombre igual a alba. Ya labrará tu madre otro para la Cerraba los ojos para contemplarla con éste y de los nuestros, pueda llamarse mi doncella que ha de ser tu esposa. Segura más nitidez en su interior: ya como apareesposo! Ojalá en nuestra patria encuentre mente añadió sonriendo a Penélope. el ciera por vez primera a sus ojos, blanca, los atractivos que pueden retenerlo. que ella teja no será inferior a éste. Re erguida, sin velo en la cabeza, las trenzas Apoyado en una columna, con los ojos en cuerda que sus manos están benditas por deslizándose sobre la albura de la túnica, el álamo, sentía su corazón ya cansado su Atenea.
como dos chorros de oro en un campo de mergirse en un baño de juventud.
Sin embargo, en su interior el astuto rey nieve; los pliegues del vestido inmaculado Oh! Si el pudiera ser joven como Tele pensaba que jamás Penólope podria fabri cayendo graciosos a lo largo de su cuerpo Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica